La Asociación Americana de Psicología reporta que más de 1 millón de personas en los Estados Unidos vive con VIH hoy en día; además, se estima que los contagios ascienden a 56 mil nuevas infecciones cada año.
Aunque la medicina moderna ha logrado disminuir el impacto de los efectos que genera el VIH en el organismo, el estrés y la depresión siguen siendo factores comunes en las personas diagnosticadas con esta enfermedad.
De una u otra forma, vivir con VIH supone un reto que pone a prueba nuestra capacidad para amar, perdonar y sanar. La historia de Becky, una madre británica que contrajo el VIH poco antes de cumplir los 30, es un ejemplo de superación y constancia para muchas mujeres en el mundo que viven con esta condición en el anonimato, y que difícilmente encuentran aliento en una sociedad, a veces, parcializada por la discriminación.
El contenido que estás por leer fue escrito en primera persona y ha sido adecuado, únicamente, en su traducción de inglés a español:
“Estaba sentada frente al consejero de salud, con mi hija en las piernas, cuando él dijo las palabras que cambiarían mi vida para siempre: Tu prueba de VIH ha salido positiva.
Recuerdo haberme quedado en blanco mientras él me aseguraba una y otra vez que no se trataba de una sentencia de muerte, que podría tener una vida larga y saludable.
Antes de contraer la enfermedad, estaba casada con un hombre que conocí cuando tenía 18. Éramos felices al principio, pero nos conocimos cuando éramos muy jóvenes y, 10 años después, éramos personas diferentes.
Tomé la decisión de dejarlo y terminar nuestra relación de una década. Él se mudó y yo me sentí liberada; era la primera decisión que había tomado por mí misma.
Después de un tiempo, intenté con las citas en línea y conocí al hombre que terminaría contagiándome el virus. Él ya tenía VIH, pero no lo sabía en ese entonces.
La primera vez que tuvimos sexo, usamos protección. También la segunda vez, pero eventualmente, nos volvimos codiciosos y solo nos dejamos llevar por el momento.
Yo me enteré primero. Ambos fuimos a realizarnos pruebas y mi cita resultó ser primero. Me había estado sintiendo fatigada, pero pensé que era agotamiento. Luego me pidieron que fuera a buscar los resultados; él vino conmigo, pero me vieron primero a mí, así que se lo dije yo misma. Le hicieron una prueba rápida y resultó positivo. Él comenzó a llorar y solo decía “lo siento”…
Compartir una experiencia tan traumática nos hizo más cercanos.
En las primeras etapas, el virus tuvo un impacto extremo en mi cuerpo y me causó problemas intestinales, así que perdí peso dramáticamente. Fue solo cuando me recuperé que pude comenzar a entender el impacto que la condición tendría en mi vida.
La falta de historias femeninas me hizo sentir tan sola… Incluso establecí un perfil, como yo, en una aplicación de citas para hombres homosexuales, ya que era uno de los pocos lugares donde la gente era abierta acerca de su estado.
Yo fui puesta bajo medicación tan pronto me diagnosticaron, y el virus se volvió indetectable, lo que significa que mi tratamiento lo redujo a niveles muy bajos. No es una cura, pero si tus niveles han sido indetectables durante al menos 6 meses, no puedes contagiar el virus mediante relaciones sexuales.
Puede sonar extraño, pero lidiar con el VIH ha fortalecido mi confianza y fortaleza. Cuando era joven, odiaba mi cuerpo e intentaba ocultar mi estómago.
Estuve tan mal en los primeros meses que, cuando mi cuerpo finalmente se recuperó, me di cuenta de lo precioso que era.
Mi relación con el hombre que me contagió el VIH me ayudó a lidiar con el trauma. Eventualmente, rompimos por razones que no tuvieron nada que ver con el VIH.
Tener citas después del VIH ha sido diferente. Recientemente, conocí a un hombre con quien habría podido tener algo. Cuando pensé que podría convertirse en una relación, compartí mi estado con él, pero no funcionó. Él se asustó por completo.
Supongo que ahora sé que algunas personas lo entenderán y otras no. Mientras me sienta feliz y cómoda con mi propia piel, podré lidiar con las reacciones de cualquier persona.
Me gustaría conocer a alguien y tener una familia, algo que es posible si decido quedar embarazada nuevamente. Y ahora que finalmente me siento cómoda con mi estado, sé que no hay nada que me impida tener el futuro que quiero”.