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¿Tienes un hijo agresivo? Conoce tips para combatir este mal

Por Phrònesis
Qué hacer con un niño agresivo, ¿Tienes un hijo agresivo? Conoce tips para combatir este mal

Cada vez es más frecuente que muchos padres se enfrenten con episodios en los que su hijo se muestre agresivo, manipulador y rebelde, aun incluso desarrollándose en un ambiente familiar agradable; sin embargo los padres no saben cómo afrontar estas situaciones y cómo cambiar estas conductas.

La agresividad es cualquier forma de conducta que pretende causar daño físico o psicológico a una persona. En los niños, la agresividad generalmente se presenta en forma directa, bien sea verbal (ofensas, groserías, etc.), o como acto violento (golpes, mordidas, pellizcos, patadas, etc.), y en forma indirecta, cuando el niño atenta con los objetos de la persona origen del conflicto, cuando grita o gesticula expresiones de frustración.

Independientemente del tipo de conducta agresiva que el niño manifieste, es necesario comprender que ésta es aprendida y como tal puede modificarse.

Existen diversos factores desencadenantes o facilitadores de estas conductas agresivas en los niños.

Generalmente los niños imitan comportamientos de sus padres, los cuales representan modelos a seguir para ellos; también los métodos de crianza determinan el carácter del niño; es decir, los padres autoritarios (padres con una disciplina estricta y rígida que utilizan el castigo físico o el chantaje emocional) o permisivos (padres que no establecen límites y acceden a todas las exigencias del niño); poca tolerancia a la frustración; dificultades en la comunicación; su entorno social (colegio, barrio y grupo de amigos), la cultura y los medios de comunicación.

Otras causas que pueden facilitar los comportamientos agresivos en los niños, son: las familias en las que no existe respeto entre los padres y se viven conflictos o maltrato físico (golpes o abuso sexual) o psicológico contribuyen a que el niño asimile y repita esas mismas conductas; ser víctima de negligencia y/o abandono o, el simple hecho de ser hijo único sobreprotegido;

Los factores anteriormente expuestos hacen que el niño adopte conductas agresivas y crezca con ellas, formando parte de su repertorio conductual; es decir, el niño va asumiendo que la violencia es la mejor forma de expresar su sentir, ser comprendido y aceptado socialmente y llevar a cabo sus objetivos, logrando convertirse en adolescente y adulto con graves problemas de interrelación personal, que pueden generar conductas antisociales, alcoholismo, dificultades en la adaptación e incluso padecer de alguna afectación psiquiátrica.

Con el propósito de que los padres puedan intervenir en cambio o modificación de la conducta agresiva, es muy importante tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Comunicación frecuente entre padres e hijos.
  • Expresar afecto verbal y físico.
  • Ser ejemplo.
  • Establecer normas de crianza claras, las cuales deben ser premiadas en su cumplimiento y castigadas ante su incumplimiento. Es necesario, promover más los premios e incentivos que los castigos. Los llamados de atención deben hacerse inmediatamente después de su comportamiento incorrecto.
  • Evitar regaños.
  • No reforzar las conductas agresivas.
  • Enseñar otras opciones para resolver conflictos de manera asertiva.
  • Evitar que el niño permanezca bajo el cuidado de muchas personas, que den órdenes diferentes y en ocasiones contradictorias (padres, tíos, abuelos, etc.).
  • Evitar exponerlo a escenas violentas, sea de películas, videojuegos, etc.
  • Si la conducta agresiva persiste, se hace necesario consultar con un especialista.

Existen diversos tratamientos para manejar la agresividad infantil, incluyendo una terapia psicológica que incluya a toda la familia. Asimismo, se requiere fomentar en el niño actividades de recreación y tiempo libre que incluyan juegos y cuentos que estimulen su área física, emocional, motora y creativa, permitiéndole reducir su ansiedad y agresividad al exteriorizar su forma de ser y de pensar, desarrollar habilidades sociales y descargar tensiones. Por su parte, leer cuentos es otra herramienta muy útil, la cual incita la creatividad, favorece su capacidad lingüística y de pensamiento y promueve la recursividad para que pueda resolver de mejor manera en su propia vida situaciones similares a las que percibió en el cuento.

Por: Tatiana Morales
Psicóloga
Experta en análisis de la conducta del ser humano.
Especialista en Recursos Humanos.

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