Se acabaron las seguridades. Vivimos en territorio incierto, nos lo dicen, lo sabemos. Cuesta, no obstante, aceptar esta vulnerabilidad. Aunque diariamente los medios de comunicación nos ponen la confirmación por delante, queremos creer que “estas cosas les pasan a los demás”. Y un día, la barbarie del terrorismo nos toca de cerca. Aquellas personas heridas o muertas podríamos ser nosotros o alguien que amamos. Gente tranquila que pasea acompañada por amigos, hijos, familia gozando de sus vacaciones. Gente que como única arma utiliza la palabra, las sonrisas, la mirada; gente que abraza el gozo de vivir y compartir.
De repente, todo se rompe, porque alguien ha tenido la voluntad de romper, de dañar, de destruir, de hacer evidente su poder. Desorientación, consternación, pánico, terror, angustia, preocupación… seguidas de rabia, de ira, ¿con qué derecho vienen a destruir nuestra casa y su gente?
Nos encontramos con muchas pérdidas al mismo tiempo que será preciso gestionar. No podemos saltarnos este proceso. No podemos recuperar la confianza si no drenamos nuestro caos interior. Será preciso recuperar nuestra ecología emocional, rehacer territorios heridos y, desde la serenidad, continuar trabajando por la cultura de la paz. Somos un pueblo resiliente. Juntos lo vamos a lograr.
Por Mercè Conangla
Fundació Àmbit Ecologia Emocional
http://www.ecologiaemocional.org/
@EcoEmocional
INFORMACIÓN DE INTERÉS:
Máster Ecología Emocional
http://www.ecologiaemocional.org/master/curso17-18