En la columna anterior, y con base en la teoría de Richard Lazarus, hemos definido el estrés como una relación particular que establece un individuo con el entorno al evaluarlo como amenazante o desbordante de sus recursos y posibilidades de afrontamiento y que pone en peligro su bienestar y equilibrio personales.
Como fenómeno que puede afectar la vida cotidiana, el estrés debe ser abordado como cualquier situación problemática que hay que superar para que no afecte de manera negativa nuestro desempeño en diferentes áreas de nuestra vida.
Lo primero es reconocer las manifestaciones propias del estrés como problema, es decir, el distrés. Las diversas teorías sobre el tema coinciden en mencionar el fenómeno del estrés como una constelación de reacciones en diversas áreas del ser humano, que en su conjunto configuran un cuadro sintomático.
Diversos autores afirman que las reacciones más comunes reconocidas en el estrés son:
Físicas:
Aceleración del pulso, aumento de sudoración, tensión en brazos y piernas, respiración entrecortada y rápida, incapacidad para permanecer quieto, opresión torácica y posible dolor de cabeza.
Psíquicas:
Incapacidad para concentrarse, dificultad para tomar decisiones, pérdida de confianza en sí mismo, postergación de tareas, irritabilidad, preocupaciones y temores irracionales.
Conductuales:
Distracción, movimientos constantes de pies o manos, problemas de alimentación (comer en exceso o falta de apetito), problemas de sueño (dormir demasiado o insomnio), aumento de consumo de alcohol o drogas, impulsividad y agresividad.
En algunas personas se podrán presentar estas manifestaciones como una especie de “coctel sintomático” que afecta los tres sistemas mencionados. Otros podrán tener manifestaciones más centralizadas en alguno de los sistemas referidos, de acuerdo con sus tendencias de comportamiento, es decir, hay personas que tienen un predominio más físico, otros pueden tener más reacciones psíquicas y otros ser más conductuales.
Se debe recordar siempre que estos sistemas, y las reacciones mencionadas en cada uno de ellos, se presentan con alguna periodicidad en todas las personas, al hacer frente a las demandas habituales de nuestra vida cotidiana, y pueden tomarse como respuestas normales ante situaciones que implican alguna presión. Se convierten en sintomáticas cuando afectan la capacidad de afrontamiento del sujeto y le llevan a tener problemas en su desempeño.
Preguntas que te debes hacer…
Luego de comprender la naturaleza del fenómeno del estrés, el siguiente paso para aprender a manejar este fenómeno es el conocimiento de sí mismo y la posible existencia de reacciones que, por su frecuencia e intensidad, puedan resultar afectantes para el equilibrio personal.
El problema es que muchas veces el estrés se convierte en parte de nuestra vida, está presente pero no lo percibimos, nos habituamos a él y lo asumimos como natural, como parte inherente de nuestra existencia. Para conocerse mejor a sí mismo con relación a las respuestas de estrés, y reconocer si es un fenómeno que debemos atender, podemos responder a las siguientes preguntas:
- ¿Mi pulso se acelera con facilidad ante diversas situaciones?
- ¿Paso agotado la mayor parte del tiempo?
- ¿Tengo sensaciones de ahogo o presión en el pecho?
- ¿Siento tensión muscular con frecuencia?
- ¿Ante situaciones difíciles presento dolores de cabeza?
- ¿Creo que mi sudoración es excesiva?
- ¿Me es difícil permanecer quieto?
- ¿Tengo dificultad para concentrarme en una tarea específica?
- ¿Suelo dejar tareas inconclusas?
- ¿Tiendo a postergar las tareas?
- ¿Me considero una persona irritable?
- ¿Tengo temores que considero irracionales?
- ¿Me intranquilizo cuando tengo acumulación de tareas?
- ¿Con frecuencia creo que no seré capaz de cumplir con mis responsabilidades?
- ¿Tengo movimientos musculares que me son involuntarios?
- ¿Cuando tengo tareas pendientes, tiendo a comer más (o pierdo el apetito)?
- ¿Las preocupaciones no me dejan dormir (o duermo demasiado)?
- ¿He tenido problemas con el consumo del alcohol (o drogas)?
- ¿Cuando tengo asuntos pendientes, me vuelvo más agresivo?
- ¿Soy una persona impulsiva?
A pesar de que esta no es una prueba estandarizada, si constituye una lista de chequeo para que cada persona reflexione sobre sus tendencias a desarrollar respuestas de estrés que pueden convertirse en problemas cada vez más difíciles de manejar.
Las preguntas 1 a 7 hacen referencia a manifestaciones físicas del estrés. Respuestas positivas en cualquiera de ellas, debe llevar a una reflexión en torno a posibles manifestaciones que deben hacerse conscientes para intentar ejercer control sobre posibles reacciones corporales asociadas al desarrollo de estrés.
Las preguntas 8 a 14 se refieren a las reacciones psíquicas del estrés. Tienen que ver con la percepción de control sobre nosotros mismos y de nuestras capacidades y la capacidad de control emocional ante situaciones potencialmente demandantes. Respuestas positivas a algunas de ellas implican un ejercicio de introspección para reconocer en sí dificultades internas para manejar las propias respuestas frente a situaciones que requieran una solución.
Por su parte, las preguntas 15 a 20 están relacionadas con las reacciones conductuales asociadas al estrés. Se consideran las manifestaciones relacionadas con la alimentación, el sueño, el control de impulsos y las reacciones agresivas. Respuestas positivas en estas preguntas deben llevar a revisar tanto los hábitos de vida como los problemas en control de impulsos y reacciones conductuales que afectan nuestro desempeño.
De esta manera, en la medida en que cada persona se percate de sus reacciones y respuestas, podrá ocuparse más de sí misma, reconocerse y plantearse estrategias que le permitan un mayor autocontrol físico, emocional y conductual, para afrontar de manera adecuada las situaciones que parezcan desbordantes de sus posibilidades de afrontamiento.
Si varias de tus respuestas a las preguntas planteadas han sido afirmativas, es importante que hagas un alto en el camino y definas qué asuntos debes revisar en tu vida en cada una de las áreas señaladas. En caso de percibir que por ti mismo no puedes superar esta situación, puedes buscar apoyo con profesionales de la salud mental que están preparados para acompañarte en tus necesidades.
Quien se conoce mejor, puede planear con mayor certeza cómo superar las adversidades”
Por: Dr. Rodrigo Mazo Zea
Referencias
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Lazarus, R.S. & Folkman, S. (1986). Estrés y procesos cognitivos. España: Ediciones Martínez Roca.
Melgosa, J. (2006). ¡Sin estrés! Un nuevo estilo de vida. 13 edición Madrid: Safeliz
Menendez, S. (20013). 17 preguntas para saber si eres una persona estresada. En: Bekia Salud. Versión electrónica.
Naranjo-Pereira., M. (2009) Una revisión teórica sobre el estrés y algunos aspectos relevantes de esté en el ámbito educativo, Educación, 33(2), 171-190.
Neidhardt, J., Weinstein, M., y Conry, R. (1989). Seis programas para prevenir y controlar el estrés. Bilbao: Deusto
Orlandini, A. (1999). El estrés, qué es y cómo evitarlo. México: Fondo de Cultura económica. 228 p.