El término drogas inteligentes se ha convertido en uno de los más buscados dentro y fuera de las redes, de acuerdo con un estudio publicado el mes pasado en la revista científica International Journal of Drug Policy.
Coincidiendo con el escándalo mundialista por el presunto uso de algodones de amoníaco por parte de los jugadores de la selección de Rusia para aumentar su rendimiento, los científicos afirman que cada vez más personas buscan la forma de potenciar su funcionamiento cerebral recurriendo a todo tipo de métodos, entre ellos, las drogas inteligentes, que se han convertido en una alternativa recurrente en Francia y el Reino Unido.
En los Estados Unidos, un 30 % de las personas encuestadas dijo haber utilizado drogas inteligentes para la mejora cognitiva el año pasado, en comparación con el 20 % de las personas encuestadas en 2015.
TDAH y drogas inteligentes: más relación de lo que parece
Los investigadores opinan que la prevalencia en el diagnóstico de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) tiene mucho que ver con el consumo de drogas inteligentes. En los Estados Unidos, por ejemplo, donde se estima que el 9 % de los niños es diagnosticado con TDAH, el 22 % de los encuestados dijo haber usado drogas como Adderall (una combinación de sales de anfetamina) para la mejora del rendimiento cognitivo.
Adderall es un medicamento de prescripción en los Estados Unidos que se utiliza para el tratamiento del TDAH.
Muchos especialistas consideran que la alta frecuencia con que el sistema de salud arroja diagnósticos positivos para TDAH ha convertido este tipo de drogas en alternativas cada vez más disponibles y de fácil acceso. En la Unión Europea, el consumo de metilfenidato o ritalina es mucho más común, ya que el fármaco Adderall y otras drogas similares no son permitidas.
“Hay una oferta para cada demanda”
Para las personas interesadas en consumir drogas inteligentes, el mercado parece ser cada vez más grande y diligente. La investigación publicada en International Journal of Drug Policy indica que el 48 % de las personas encuestadas obtuvo drogas para la mejora del rendimiento cognitivo por parte de amigos, el 10 % pudo comprarlas por internet o a un comerciante, el 6 % las obtuvo de un miembro de la familia y el 4 % tenía una prescripción.
Los expertos aún no han podido determinar si estas drogas funcionan realmente para potenciar el funcionamiento cerebral, aunque sí existe evidencia de que algunas personas pueden verse beneficiadas por el consumo de ciertos fármacos no prescritos en situaciones muy concretas.
Se sabe que los fármacos para el tratamiento del TDAH pueden hacer que los niños se concentren mejor y sean capaces de realizar tareas específicas eficazmente. El psiquiatra Charles Bradly notó a finales de la década de los 30 que el uso de estimulantes como el sulfato de bencedrina mejoraba el comportamiento de los pacientes diagnosticados con TDAH; desde entonces, numerosos estudios han demostrado que este tipo de fármacos generan resultados positivos para mitigar síntomas como la actividad incesante y disruptiva.
En pruebas de laboratorio, se ha encontrado que los fármacos para el tratamiento del TDAH pueden ayudar a los niños a obtener mejores resultados en la escuela, mejorando la concentración y la memoria a corto plazo y evitando que cometan errores repetitivos. En síntesis, puede decirse que los medicamentos prescritos para el TDAH hacen que el cerebro “se ponga más atento”, sin embargo, los estudios que han analizado los efectos de estos fármacos a largo plazo (más de un año de consumo) concluyen que los beneficios “desaparecen o se reducen a proporciones clínicamente sin sentido” con el paso del tiempo.
Adicionalmente, está el debate ético en torno a las “fórmulas mágicas” para potenciar el rendimiento cognitivo. Mientras muchas personas prefieren tomar el riesgo con tal de obtener beneficios, los especialistas advierten a la población evitar el consumo de cualquier droga a no ser que haya sido prescrita, y consideran una felonía la venta de fármacos sin prescripción en el mercado negro.
“Estos medicamentos no han sido sometidos a ensayos clínicos para ser utilizados por personas sanas, y tienen efectos secundarios”, opina Phillip Campbell, editor de la revista científica Nature. No obstante, también están los defensores de la tecnología y la innovación, quienes consideran que los neuroestimuladores farmacéuticos son parte del futuro, y no deberíamos rechazarlos a la ligera.