El poder de salir fortalecido de las adversidades
Cuando en la vida ocurren situaciones adversas, las personas responden de muy variadas maneras. A grandes rasgos, se pueden considerar tres grupos:
1. Aquellas quienes se desploman ante el acontecimiento inesperado y continúan su vida sin lograr nunca reponerse del evento desafortunado.
2. Otras que se sobreponen y luego de una etapa de readaptación consiguen proseguir con la realidad que les toca, de una forma adaptativa para continuar avanzando.
3. Algunas personas que sorprenden por haber salido delante de circunstancias difíciles, y no solo haber seguido adelante con sus vidas sino que a partir de esas vivencias extraordinarias e involuntarias se han colocado en una posición de madurez y fortaleza que hubieran sido impensadas previamente.
Hablemos de traumas
Por muchos años, los abordajes en psicología se vieron teñidos por teorías con las que se formaba a los psicoterapeutas enfocadas en los déficits a corregir y con una noción muy fuerte en relación a que la ocurrencia de un evento desagradable, intenso e involuntario era necesariamente traumático y que, por lo tanto, marcaría negativamente el resto de la vida de esa persona. Si el suceso acontecía en la infancia, pues mucho peor sería ese efecto. El resultado sería el grupo a arriba mencionado.
En cambio si no se manifestaba, se consideraba que estaba siendo reprimido, pero necesariamente radicaba en el inconsciente del pequeño, con todo el potencial para hacerse presente y desarrollar luego un trastorno. Así fue que se predisponía a ver al pequeño como un futuro enfermo mental o emocional, aún cuando el niño demostrara ser saludable en este ámbito, tuviera amigos y un buen rendimiento académico, además de un estado de ánimo agradable. El resultado sería el grupo b del párrafo anterior.
El cambio de perspectiva
Gracias a los avances que llevaron históricamente a cambiar el foco para centrarse más en las fortalezas que en las deficiencias de las personas, se pudo considerar que aquellas que pertenecían al grupo c del primer párrafo, no eran una excepción a la regla, sino que presentaban maneras características de abordar las adversidades de su existencia, que daban por resultado un constante crecimiento humano y un avance hacia estados de desarrollo de gran calidad. Ahora, la mejor parte es que todo lo necesario para llegar a este bienestar integral se puede aprender, no es heredado ni una condición genética, se trata de habilidades que pueden aprenderse.
La resiliencia
La perspectiva de la resiliencia ha cambiado definitivamente la representación de los efectos que tienen las situaciones adversas en la vida de las personas. En psicología se utiliza como una metáfora, que ha sido tomada de la Física, donde hace referencia a la capacidad que tienen los materiales de volver a su forma original cuando son obligados a deformarse. Cuando se refiere a las personas, es considerar que todos los seres humanos cuentan con diferentes destrezas, fortalezas o capacidades potenciales que les pueden permitir tolerar una situación inesperada, manejar el malestar que produce, y aliviar sus consecuencias en la vida de esta persona.
Educar para la resiliencia
Partiendo del conocimiento de que todas las personas poseen en su interior la capacidad para desarrollar y alcanzar niveles aceptables de salud y bienestar, es que se puede pensar en despertar aquello que ya existe al interior de los niños en forma potencial.
Acercarse a la realidad con una mente curiosa y amable
La actitud con la que nos acercamos a una novedad es algo que se aprende. Los niños lo hacen observando a las personas significativas de su entorno, que se transformas así en sus modelos, y son quienes pueden enseñar maneras de interpretar la realidad que hacen de los problemas un asunto a resolver, sin carga emocional. Lo que se puede transmitir es una especial manera de ver o, como dicen quienes trabajan en mindfulness en la infancia, “un acercamiento curioso y amable a la realidad”. Esta actitud se enseña en el día a día, con cualquier situación cotidiana. Si por ejemplo una niña no encuentra su lápiz entre su material del colegio, una vez llegada a casa, las interpretaciones de esta situación podrían ser de lo más diversas. Exploremos algunas alternativas:
* “Me lo robaron porque envidian mi lápiz que es más lindo que todos los de mis compañeras”
* “Se me perdió en el camino, porque traía todo desordenado”
* “Lo olvidé en el banco porque salí apurada”
* “Nunca más recuperaré ese lápiz y ya no me van a salir las tareas bien nunca más en la vida”
* “Nadie me quiere en el colegio, por lo tanto no tiene sentido siquiera preguntar por el lápiz, seguramente lo desecharon al limpiar el aula”
* “No me gusta haberlo perdido, debo prestar atención cuando guarde mis elementos”
* “Esa maestra siempre me ha odiado, seguramente quiere que me sienta mal y no tenga mi tarea para reprobarme”
* “Es sólo un lápiz, si bien me gustaba mucho hoy haré la tarea con otro y mañana buscaré en el colegio”
La lista podría ser mucho más extensa y sirve para dar una noción de las múltiples interpretaciones que se pueden hacer de un solo suceso: la ausencia del lápiz.
Sin duda, la última manera es una de las más ajustadas a una actitud curiosa y amable que podría neutralizar las emociones al respecto, mientras que otras generan tristeza, enfado, autocastigo o resentimientos.
Entonces, en primer lugar, es fundamental enseñar a interpretar correctamente las circunstancias para hacer una adecuada evaluación de lo que esté ocurriendo y entonces poder elegir mejor las reacciones o cómo responder a una circunstancia en particular.
Si bien se trata de algo que podríamos pensar como mínimamente conflictivo, ocurre que a veces algo ínfimo es detonante de un caos en el grupo familiar. La propuesta es ejercitarse en pensar con este estilo sobre pequeños problemas, para que este nuevo modo de pensamiento se pueda usar luego en problemas que resulten más difíciles de resolver.
Reconocer los recursos
El paso siguiente será hacer contacto con las herramientas disponibles para abordar una circunstancia. También se puede enseñar a identificar las habilidades y fortalezas propias que harán posible atravesar el hecho que se presente, así como también se puede aprender a construir nuevas habilidades que se sumen a las existentes para tener más y mejores recursos para elegir.
Entre ellos se pueden considerar:
* Evaluar la posibilidad de hacer algo para modificar la situación, buscar colaboración, apoyo o ayuda entre las personas conocidas.
* Saber que si no se puede modificar la realidad externa, sí se puede trabajar internamente para modificar los sentimientos y pensamientos desadaptativos en relación a esa situación.
* Identificar los pensamientos y emociones que se experimentan.
* Construir relaciones de autoconfianza y confianza en personas del entorno.
* Aprender a generar esperanza y optimismo.
* Incrementar la tolerancia a la frustración.
* Trabajar en la propia flexibilidad, humor y alegría.
¡Está en tus manos!
En todas aquellas relaciones en las que eres adulto significativo para un niño, se genera un vínculo donde te transformas en referente, del cual él o ella toma un modelo de afrontamiento en una situación. Entonces, ya sea accionando para modificar lo que sea necesario en el medio y generar una vida más saludable o mostrando cómo modificar piel adentro las interpretaciones, resignificando una circunstancia cuando nada puede recuperar lo perdido –por ejemplo ante una muerte o cualquier circunstancia involuntaria y no elegida que obliga a modificar el habitual desarrollo cotidiano-, puedes generar ejercicios de habilidades que van a quedar incorporadas como maneras de resolver situaciones; hoy sencillas, el día de mañana nunca se sabe.
Por supuesto que no se trata de una ecuación matemática, sino de un balance complejo y por eso es que podemos encargarnos de apoyar el desarrollo en la infancia de aquellas habilidades que favorecen la perspectiva resiliente ante las adversidades. De aquí surgirán bellos renacimientos con perspectivas engrandecedoras, esto es posible y además es tu extraordinaria oportunidad.
Fuentes consultadas:
- Descubriendo las propias fortalezas. Ravazzola, María Cristina, en Melillo, Aldo y Suárez Ojeda, Elbio Néstor (comps), (2002) Buenos Aires, Paidós.
- 1,2,3, ¡RESPIRA! Naumburg, Carla, (2016) Barcelona, EdicionesB.
Por: Lic. Marcela Monte
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Licenciada en Psicología
Universidad Nacional de San Luis / Argentina
Psicoterapeuta Cognitivo – Conductual Infantil
Contacto: info@infantopsicologia.com