Es importante ayudar a los jóvenes a diferenciar el peso de la autoestima. Hay que ayudar a los jóvenes a no condicionar el cuerpo a una cuestión de apariencia” Brigitte Aquin.
Vivimos una época llena de extraños desafíos. Uno de los más complejos, tiene que ver con la manera en que nos alimentamos. Con la relevancia y acceso masivo a redes sociales como “Facebook”, “YouTube”, “Instagram”, “Snap-chat”, “google +”, “Hi 5”, etc., la gente tiene acceso a contenidos muy diversos que se relacionan con el ejercicio y la comida. Si bien, hay canales manejados por profesionales que se esfuerzan por brindar una información veraz, responsable e instructiva a los usuarios, existen personas que promocionan en sus canales diversos tipos de suplementos alimenticios, vitaminas, medicamentos, hormonas, e incluso promueven la práctica de dietas, sin contar con ningún aval académico o tener en cuenta los estudios basados en la evidencia científica.
Hace poco, me enteré de una práctica alimenticia, propagada en una comunidad de YouTube, a la que se ha denominado (comer en vivo) “Muckbang”. Se trata de una difusión en línea, en la cual la persona come grandes cantidades de alimentos mientras interactúa con su audiencia. Usualmente se realiza a través de una transmisión por Internet, donde al entrar al espacio, podrás ver a una chica o chico comiendo frente a la cámara. Los espectadores son partícipes activos, pues a cambio de una suma de dinero, tienen derecho a manipular la ingesta de la persona. Por ejemplo, definen la cantidad de alimentos que debe comer, las combinaciones (a veces impensables) de los alimentos o la inclusión de conductas como eructar o vomitar sobre el plato.
El comensal se vuelve un títere frente a los deseos de los espectadores. Es así como los cibernautas comen acompañados de un gran número de asistentes virtuales que disfrutan de verlos comer, y que además ganan dinero y popularidad por dicha habilidad. Parece que en estos casos el afán por la comida ha llegado a niveles tales que se roza la publicidad con el fetiche y el comportamiento voyerista. Estos comportamientos, sin duda, serán motivo de análisis y discusión en los ambientes académicos.
Internet y las redes sociales pueden ser herramientas útiles para informarnos y promover hábitos saludables, pero debemos tener en cuenta que la influencia de la Internet es determinante en la aparición y mantenimiento o empeoramiento de los trastornos de la conducta alimentaria: anorexia, bulimia, trastorno por atracón, ortorexia, obsesión por consumir suplementos alimenticios, potomanía, etc.
En los distintos blogs y espacios virtuales se suelen encontrar multitud de “consejos” para no comer sin levantar sospechas, ocultar a la familia la pérdida de peso o purgarse más efectivamente. Allí también reciben apoyo para persistir en sus metas y estímulos para no renunciar a sus propósitos. Son las páginas web “pro Ana”, “pro Mía” o “pro Alisa”, como se conoce a la anorexia, la bulimia y la ahora tan en boga alimentación saludable asociada a la ortorexia, que consiste en la obsesión patológica por ingerir comida considerada saludable por la persona, que puede llevar a la desnutrición, incluso a la muerte. Por otra parte, como el trastorno por atracón se asocia con frecuencia a cuadros de sobrepeso y obesidad, estos pacientes son muy propensos a ser víctimas de: discriminación, ciberacoso, y dietas extremas y peligrosas para bajar de peso.
Se sabe que los trastornos de la alimentación tales como la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, y el trastorno por atracones y sus variantes, cuentan con serias alteraciones en la conducta alimentaria y la regulación del peso; además están asociados con una amplia gama de consecuencias psicológicas, físicas y sociales dañinas. Los trastornos alimenticios son enfermedades médicas reales y tratables, y a menudo coexisten con otras enfermedades como la depresión, el abuso de sustancias o trastornos de ansiedad. No obstante, otros síntomas pueden llegar a ser mortales si la persona no recibe un buen tratamiento. Específicamente, la anorexia está asociada con la tasa de mortalidad más alta producida por un trastorno psiquiátrico, y en general los trastornos alimenticios son pues, enfermedades complejas que involucran muchos aspectos.
Para complementar este tema, puedes ver el siguiente artículo “Dale la pelea a los trastornos alimenticios, 12 claves para prevenirlos”