Los hábitos de vida saludables están en boca de mucha gente, pero pocos se animan a mantenerlos en el tiempo. Si fueran “fáciles” de adquirir y mantener, definitivamente las personas tendrían unos niveles de bienestar más altos. Un hábito es un comportamiento que se repite regularmente y que se desarrolla sin que esta tenga que razonar o meditar sobre él.
Un estudio del 2009, llevado a cabo en el Reino Unido concluyó que automatizar una nueva acción varía de 18 a 254 días, con una media de 66 días. Es decir, incorporar un nuevo hábito requiere un poco más de dos meses. Así que propósitos como perder peso, ser más organizado, gastar menos y ahorrar más, disfrutar la vida al máximo, aprender algo excitante, estudiar idiomas y dejar de fumar son bastante frecuentes. Pero para lograr dichos objetivos es necesario tener convicción, un deseo genuino de mejorar la salud, una alta dosis de paciencia y disciplina.
Si nos detenemos en la definición de salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), vemos el papel crucial que cumple el vivir día a día con un estilo de vida sano. La OMS define la salud como: “un estado de completo bienestar físico, mental y social”, lo que presume que este concepto va mucho más allá de la existencia o no de una u otra enfermedad física, mental o del comportamiento.
Por lo anterior, más que hablar de las maravillas asociadas a una existencia vigorosa y longeva, hay que centrarnos en dilucidar la mejor ruta para comprender, adquirir y mantener los hábitos de vida saludables de los que forman parte: la alimentación, el ejercicio físico, la prevención de la salud, el trabajo, la relación con el medio ambiente y la actividad social.
¿Por qué fracasamos en llevar a cabo nuestros propósitos relacionados con un estilo de vida saludable?
Según los estudiosos del tema, las personas tenemos que vencer al menos cuatro desafíos interrelacionados para crear nuevas rutinas y establecer los hábitos.
- La intención genuina de modificar un comportamiento y cambiarlo por otro mejor para nuestra salud y bienestar.
- Desarrollar y contar con recursos y habilidades necesarias para que dichas competencias actúen sobre nuestras intenciones o deseos de cambiar.
- La repetición una y otra vez de las acciones, pero de manera permanente o consistente en el tiempo.
- Permanecer motivados y trabajar en forma consciente en el cambio que se quiere generar en la vida.
Desde esta perspectiva propuesta por el psicólogo británico Benjamin Gardner, existen cuatro posibles razones por los que nos quedamos tirados en el camino y renunciamos antes de conseguir un nuevo hábito. Tomemos un ejemplo típico de alguien que desea bajar de peso. Esta persona puede que en el fondo:
- No desee formar el nuevo hábito de conseguir una alimentación equilibrada (dice que quiere comer de manera más saludable para adelgazar, pero en realidad piensa en comida desde que se levanta y sueña con engullir una super hamburguesa con porción doble de papas a la francesa, acompañada de gaseosa y helados de pistacho con doble crema cada medio día).
- Puede no tener la fuerza de voluntad ni convicción suficiente para trabajar a diario en sus intenciones (no se resiste a comer cuando le ofrecen una torta de chocolate con nueces).
- También puede perder la motivación con el tiempo, pues desea recompensas inmediatas (deseaba comer de manera sana y equilibrada al principio, pero pronto recae en los excesos).
- O no repitió la acción hasta convertirla en algo habitual.
Como mencioné al principio, la convicción, el conocimiento claro del hábito que se quiere incorporar, la disciplina y la constancia en el tiempo son requisitos indispensables para establecer nuevas rutinas. Si vemos ofertas absurdas como “coma todo lo que quiera y baje de peso en siete días”, “aprenda alemán mientras duerme la siesta”, “tenga los glúteos soñados sin ejercicio, esfuerzo, empleando una sola dosis de biopolímeros o silicona”, etc., podemos ver que no se menciona el esfuerzo, la constancia, el equilibrio o la estabilidad en el tiempo. Son promesas “milagrosas”.
Esto es bastante acorde con la cultura de la inmediatez en la que intentan sumergirnos y cuya premisa principal es obtener resultados instantáneos. El fenómeno de espera es algo muy difícil de manejar por muchos, y prefieren arriesgar su vida y su salud por cosas que, aunque muchos saben que son absurdas, les van a demandar un mínimo esfuerzo y casi nada de tiempo.
Crear hábitos saludables no es tan fácil, pero sí se convierte en algo muy satisfactorio con el tiempo. Nuestro cerebro es capaz de recordar todo aquello que viene realizando de manera automática durante tantos años, hasta que nos animamos a educarlo incorporando nuevos comportamientos dirigidos hacia nuestro bienestar.
Por: Dra. Iris Luna
Médico Psiquiatra – Máster en Nutrición
Especialista en Sobrepeso y Obesidad
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