Aunque no hay duda de que los padres siempre buscarán la forma de hacer felices a sus hijos, cuando se trata de navidad y la lista de obsequios más deseados por los niños, a veces puede ser difícil satisfacer las demandas de los pequeños.
Todos hemos recibido alguna vez un regalo que tuvimos que dar secretamente a alguien más: el típico par de medias de la abuela o la bufanda de la tía Gertrudis. No obstante, cuando son los niños quienes reciben un obsequio indeseado, las rabietas están al orden del día y puede ocurrir que nos hallemos rápidamente en un evento desagradable que eche a perder la cena familiar.
Vivimos en una época y cultura en la que entregar obsequios durante las fiestas de fin de año puede llegar a ser más importante que celebrar en familia y agradecer por las bendiciones recibidas (independientemente de la religión que se profese en el hogar). El bombardeo mediático y la publicidad dirigida a los más pequeños de la casa contribuye a que la idea de una navidad feliz sea, para los niños, un árbol repleto de obsequios soñados; si bien es cierto que esto forma parte de la “magia de la infancia”, es importante que los padres se tomen el tiempo necesario para explicar a los pequeños el verdadero espíritu de la navidad y evitar, así, el refuerzo de conductas indeseadas que puedan perjudicar a los niños en el futuro.
La clave es enseñar a los niños que la navidad se trata de dar, y no solo de recibir
Los niños siempre esperan de sus padres las peripecias características de los superhéroes, y esto incluye ser capaz de cumplir los deseos más extraordinarios. Cuando los pequeños abren sus regalos en navidad o noche buena y descubren una realidad incompatible con sus expectativas, pueden enfrentar fuertes sentimientos de frustración, ira y tristeza (que, en conjunto, dan lugar a las rabietas).
Para evitar que esto ocurra, se requiere de prácticas de crianza activas durante todo el año y no solo en navidad, prácticas que rescaten el valor de compartir en familia y, en especial, la importancia de mostrarnos agradecidos cuando alguien más hace un esfuerzo para complacernos.
La bondad, la solidaridad y la gratitud deberían conformar la triada que enseñemos a nuestros hijos como mantra navideño, y no los juguetes u obsequios, que a menudo terminan siendo olvidados luego de un par de días, cuando los pequeños encuentran una distracción más novedosa.
Los psicólogos infantiles recomiendan a los padres poner en práctica los siguientes consejos para evitar las rabietas navideñas:
- Enseñar a los niños a dar a otros durante la navidad, y no solo a recibir. Para ello, podemos hablar con nuestros hijos sobre la difícil situación que atraviesan otros pequeños en el mundo (o sin ir tan lejos, en nuestra comunidad). Cómo algunas familias no pueden darse el lujo de celebrar la navidad debido a su situación financiera, y cómo podemos compartir, como familia, nuestros privilegios y bendiciones.
- Un excelente ejercicio que complementa la técnica anterior es llevar a nuestros hijos de compras y seleccionar obsequios para personas que viven en condiciones vulnerables. Si existe la posibilidad de conocer un poco sobre la historia de la familia o persona que vamos a ayudar, puede ser bueno contarle a los niños para motivarlos a reflexionar sobre lo afortunados que son. Cuando un pequeño aprende a valorar lo que tiene y el esfuerzo que hace su familia para dárselo, las rabietas pasan a segundo plano y la navidad cobra un sentido especial que trasciende los obsequios materiales.
- Muchos niños pueden manifestar por sí solos el deseo de dar obsequios a amigos o miembros de la familia durante la navidad. Es bueno que los padres promuevan en sus hijos la intención de brindar y servir a los demás; una forma de hacerlo puede ser proponer a los pequeños la confección de detalles hechos a mano para regalar a sus seres queridos. De este modo, estaremos incentivando su creatividad y bondad y, al mismo tiempo, les enseñaremos que el dinero no es un recurso necesario para expresar amor.