La psicología positiva se ha convertido en uno de los temas de mayor interés por la comunidad general, incluso para quienes no poseen conocimientos profundos en el estudio de la mente, pero aspiran definitivamente a modificar sus hábitos para llevar un estilo de vida cada vez más saludable, piensa positivo.
Ahora: antes de profundizar en los beneficios del pensamiento positivo, conviene primero esclarecer lo que NO ES pensar en positivo, o en otras palabras: los mitos de la psicología positiva.
Cuando se habla del pensamiento positivo, muchas persona imaginan un estado de imperturbable pasividad y optimismo que nos hace flotar en una nube de algodón purificante incluso si las cosas no marchan como deseamos.
Esta percepción de lo que es pensar en positivo es tan inexacta como la idea de que la felicidad es la ausencia de dificultades.
El pensamiento positivo no implica que finjamos ceguera ante los problemas. De hecho, y citando al psicólogo español David Martín Escudero en una nota publicada por Huffington Post, centrarnos únicamente en atender y desarrollar emociones positivas podría ocasionar daños colaterales, ya que nos convertimos en personas incapaces de lidiar con la frustración y exploradores obsesivos en búsqueda del placer y la evitación del dolor.
No suena demasiado conveniente, ¿verdad?
Pero si el pensamiento positivo no es precisamente pensar únicamente en cosas buenas, ¿de qué se trata y qué tiene ver con una vida más larga?
Pensamiento positivo vs. Pensamiento negativo
Pensar en positivo es, dicho de forma sencilla, erradicar el pensamiento negativo.
El negativismo no tiene nada que ver con el realismo; se trata, de hecho, de un matiz extremista, de un panorama negro y nublado que no deja espacio para la posibilidad de que las cosas no sucedan tan mal como pensamos que van a suceder.
Ahora bien: el hecho de que elijamos pensar en positivo en lugar de ser negativos no significa que separemos los pies del suelo. De hecho, la línea del positivismo debería ser motivarnos a esperar siempre lo mejor, pero hacernos conscientes y mentalmente fuertes para aceptar que podría ocurrir algo no tan bueno.
El negativismo nos hace víctimas, nos somete a una voz interna poco agradable que recalca nuestras debilidades y nuestros defectos, que nos dice que no podemos hacer las cosas, que nos llena de miedos y nos paraliza.
Pensar en positivo es ver el potencial que hay en nosotros, dejar de criticarnos y de minimizar las cualidades extraordinarias que poseemos.
Como sugiere la maestra espiritual y autora Louise Hay: “Te has criticado por años y no ha funcionado, intenta aprobarte y mira qué pasa”.
Algunas personas han estado en su contra durante tanto tiempo que les resulta difícil identificar en sí mismas cuándo están pensando en negativo y cuándo están siendo simplemente realistas.
Los siguientes esquemas de pensamiento son característicos de las personas negativas. Lee con cuidado y reflexiona si te identificas con alguno de ellos:
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Personalización de la culpa.
Las personas que piensan en negativo se las ingenian para sentirse siempre culpables de todo lo malo que les ocurre. Cuando esto no es posible, se culpan también por las cosas malas que suceden a los demás. Este patrón de pensamiento se relaciona con una baja autoestima y una impresión poco favorable de nosotros mismos; si una persona nos trata de mala manera y nos dejamos llevar por un pensamiento negativo, asumimos que lo ha hecho porque hay algo en nosotros que nos hace inmerecedores de ser tratados de una mejor forma.
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Catastrofismo.
La habilidad autoproclamada de anticipar siempre que se avecinan desgracias es sin duda algo terrible. Las personas que piensan en negativo se niegan a considerar que las cosas pueden ciertamente salir bien e invierten cantidades impresionantes de energía en fabricar profecías siniestras que, generalmente, se cumplen por el empeño que ponen en hacerlas realidad.
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Polarización.
El pensamiento negativo es cerrado y redundante, lo que impide a las personas ver más allá de su propio apocalipsis. Ocurre, entonces, que se pierde la riqueza de la vida, los matices desaparecen y el panorama es únicamente muy bueno o muy malo, sin términos medios. Esto hace que las personas negativas se sientan fracasadas la mayor parte del tiempo, ya que se excluyen a sí mismas de la mesa de posibilidades.
Pensar en positivo nos hace vivir más
Según un estudio publicado en el American Journal of Epidemiology, niveles altos de optimismo guardan una relación estrecha con un menor riesgo de muerte por cáncer, enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias e infecciones.
Mayo Clinic también hace énfasis en los beneficios que el pensamiento positivo tiene para la salud, entre ellos:
- Bajos índices de depresión
- Bajos niveles de angustia
- Una mejor resistencia al resfriado común
- Un mejor bienestar psicológico y físico
- Mejores habilidades de afrontamiento durante las dificultades y tiempos de estrés
Según el equipo de Mayo Clinic, no está claro por qué las personas que piensan en positivo experimentan estos beneficios, pero una teoría es que tener una perspectiva positiva de la vida les permite lidiar mejor con eventos estresantes, lo que reduce los efectos nocivos del estrés.
“También se piensa que las personas positivas y optimistas tienden a vivir estilos de vida más saludables” , explica Mayo Clinic. “Realizan más actividad física, siguen una dieta más saludable y no fuman ni beben alcohol en exceso”.
Lo cierto es que cambiar el enfoque negativo y la idea de que no podemos, no debemos o que el mundo está en nuestra contra por una visión orientada a la imaginación, la creatividad y el optimismo puede hacernos más felices e inmunes a ciertas enfermedades.
¿Te animas a intentarlo?
Referencias: Mayo Clinic
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