“Tanto en la antigüedad clásica, como en el renacimiento y el periodo barroco, el hombre se contentaba con imaginar físicos heroicos; en la actualidad se empecina en hacer de los semidioses una realidad”
Lucie- Smith
Si vas con regularidad a un centro de entrenamiento físico, es posible que conozcas a alguien que tiene las siguientes características:
- Lo puedes ver obsesionado por ganar masa muscular y verse “fenomenal” (incremento de peso a expensas del músculo).
- Se la pasa mirándose en los espejos mientras se ejercita.
- Suele posar frente a la cámara para hacerse pequeños videos, o tomarse fotos enfocadas en la musculatura del cuerpo. Dicho material, no suele compartirlo en las redes sociales. Es una manera de ver su evolución.
- Rechaza la mayoría de actividades sociales (que no se relacionen con el entrenamiento).
- Suele mostrarse huraño y ensimismado mientras hace su trabajo de musculación. Es decir toma su entrenamiento “demasiado en serio”.
- Se pesa con frecuencia.
- Gasta grandes cantidades de dinero y esfuerzo para mantener una dieta rica en proteínas, batidos de aminoácidos y es un gran experto en “mezclas”, barritas energéticas, vitaminas y suplementos deportivos. Suele prepararse comidas especiales para controlar la ingesta de proteínas y evitar las grasas.
- Discute con la gente acerca de lo que se debe comer y no se debe comer, y por lo general come solo, debido a la imposibilidad de compartir sus extravagancias alimentarias con otras personas.
- Muestra un “gran interés” por el tema de los anabólicos esteroideos y busca por diferentes medios la manera de conseguirlos y aplicarlos.
- Lo puedes ver en el gimnasio todos los días, después de su trabajo o estudio, y dedica mucho tiempo al entrenamiento (2-4 horas). Los fines de semana prefiere hacer pesas que realizar otras actividades lúdicas (ir al cine, reuniones familiares). Es decir, tiene una dedicación casi exclusiva al gimnasio y entrena con el supuesto objetivo de ponerse “fuerte” y mantenerse “sano”.
- Se queja continuamente por que no se considera suficientemente “fibrado” o “grande”, pese a sus esfuerzos y sacrificios; y se le ve insatisfecho con el cuerpo.
- Podría tener implantes de silicona sobre los músculos pectorales, bíceps o pantorrillas, para agrandar dichas zonas del cuerpo.
- Sueles verlo entrenando, incluso con vendas puestas, porque ha sufrido alguna lesión muscular, pese al dolor que dichas lesiones causan.
- Presenta un comportamiento curioso, relacionado con su imagen corporal: evita sitios públicos (fuera del gimnasio) dónde su cuerpo pueda ser sometido a un escrutinio (balnearios, etc.), y pese a su gran esfuerzo y dedicación en el gimnasio, no se siente orgulloso de su cuerpo y usa ropa para esconder su figura.
- Se le ve con pobre autoestima, ansioso o deprimido, expresando sentimientos negativos hacia su figura y por lo general muestra una pobre conciencia sobre su incapacidad de verse con objetividad. Nada puede convencerlo de que no es un “enclenque” o “alfeñique”, como él piensa.

Obsesión por ganar masa muscular y verse “fenomenal”
Entonces, es muy probable que esa persona que ves de manera tan dedicada al gimnasio, padezca un serio trastorno mental: la Vigorexia, también llamada “Síndrome de Adonis” o “dismorfia muscular”.
Antes de entrar en materia, deseo aclarar que este material se refiere exclusivamente a personas (hombres y mujeres) que experimentan un gran sufrimiento mental y están en situaciones límites y patológicas. No me refiero a los deportistas de gimnasio (culturistas), una gran mayoría, que no sufren ningún trastorno físico o mental relacionado con una “obsesión por la musculación y tamaño del cuerpo”. El “fisicoculturismo” no es un sinónimo de vigorexia. Así que, es un error generalizar y afirmar que todos los culturistas están enfermos por culpa de su figura.
La enfermedad de la que voy a tratar a continuación no es tan poco común, causa grandes limitaciones en las personas que la padecen y por desgracia, muchos enfermos no buscan ayuda profesional y suelen complicarse con lesiones físicas, problemas de tipo hormonal y metabólico, episodios depresivos, conductas violentas, abuso de esteroides anabólicos y en algunos casos recurren a medidas extremas como el suicidio u otras conductas autodestructivas.
Para poner las cosas claras, empecemos por definir los términos.
La vigorexia es considerada una alteración de la salud caracterizada por una preocupación anormal de tener un cuerpo débil y poco formado (pequeño, enclenque), y no gozar de un “suficiente desarrollo muscular” —aun teniéndolo—, lo cual se manifiesta en la incapacidad de ver con claridad y exactitud el verdadero tamaño del propio cuerpo. Se presentan pensamientos obsesivos, así como comportamientos patológicos relacionados con la apariencia física (exceso de ejercicio de musculación, revisión continua de medidas y peso corporal, dietas mal balanceadas, consumo de sustancias anabólicas y vergüenza física que se manifiesta evitando mostrar su cuerpo en lugares públicos).
Para los investigadores en el área: Lantz, Rhea y Cornelius, las manifestaciones de esta dismorfia muscular son tanto psicológicas como conductuales y se clasifican de la siguiente forma:
- Comportamientos relacionados con la nutrición: a) Conductas alimentarias específicas: consumo de alimentos ricos en proteínas (claras de huevo, queso cottage, carne de res magra, carne de pollo, pescados, proteína de suero de leche, quinoa, etc.) y rechazo o eliminación de varios alimentos de la dieta, b) Empleo de suplementos alimentarios (caseína micelar, batidos de aminoácidos, barras, multivitamínicos, complejo B, carnitina, creatina, hormona del crecimiento humano, insulina, etc.) que ayudan a incrementar o definir los músculos; c) Uso de sustancias anabólicas (esteroides para uso humano y uso veterinario). En relación con este comportamiento, una de las tendencias patológicas que se observa en los sujetos vigoréxicos, frente a los culturistas no vigoréxicos, es su necesidad de incrementar su masa muscular, por lo que son proclives al consumo de hormonas esteroideas. Este aspecto nos lleva a considerar la existencia de todo un mundo de productos alimenticios, complejos vitamínicos, sustancias orgánicas y sintéticas alrededor del mundo del culturismo. Incluso se les ha dado el nombre específico de sustancias ergogénicas o que ayudan a crecer.
- Preocupación excesiva por el tamaño y aspecto del propio cuerpo: a) Dependencia del ejercicio físico, sobretodo relacionado con levantamiento de pesas y uso de aparatos de musculación; b) Tendencia a ocultar el cuerpo para ocultar su “pequeñez y falta de musculatura” (empleo de ropa holgada, evitando piscinas, la playa y lugares en los que deba mostrar el cuerpo) c) Angustia relacionada con el tamaño del cuerpo y su simetría, que se manifiesta por un chequeo frecuente en el espejo, fotos (que no exhibe), para comparar los efectos del ejercicio, quejas e insatisfacción por el tamaño, la forma o la definición muscular.

Insatisfacción por el tamaño, la forma o la definición muscular.
Es importante señalar que la práctica habitual de algún deporte tiene numerosas ventajas y no debe ser confundida ni se considera factor de riesgo para padecer la vigorexia. Los estudios realizados hablan de una incidencia relativamente baja entre los asiduos a los gimnasios y deportistas aficionados.
Sin embargo, parece prudente conocer este trastorno y prevenirlo activamente. Se piensa que la vigorexia es mucho más frecuente en la población masculina y que se relaciona, sin duda, con las presiones sociales y mediáticas sobre lo que es bello y perfecto, que en los hombres, es el imaginario de cuerpos musculados, marcados, sin nada de grasa, bronceados y sin vellos.
Vemos cómo los superhéroes estilo “el hombre increíble” se han puesto tan de moda entre los niños; así como los marcados modelos publicitarios que imitan a héroes de la antigüedad para promocionar coches, perfumes o relojes. El cuerpo está por todos lados. Las redes sociales como Instagram, Pinterest o YouTube nos inundan de miles de imágenes (muchas veces retocadas) y videos de cuerpos ejercitándose, tatuándose o exhibiéndose. Estos modelos asociados al éxito, la seducción y el poder, sin duda pueden calar en el imaginario de la gente y en algunos casos, ser desencadenantes de trastornos relacionados con la imagen corporal en individuos con algún tipo de predisposición o trastorno psicológico previo.
En cuanto a la edad, se estima que la mayoría de personas afectadas por vigorexia se sitúa entre los quince y los treinta años. Por otra parte, se piensa que es una enfermedad “costosa”, puesto que los entrenadores personalizados, los suplementos nutricionales, algunos tipos de dieta y hormonas esteroides (conseguidas en el mercado negro), y medicamentos para paliar los efectos adversos, afectan mucho la economía de quien padece el trastorno. Se ha estimado que la vigorexia podría afectar entre el 1 y el 10% de los usuarios habituales de los gimnasios.
Con relación a las consecuencias de la vigorexia, se puede decir que una dieta desequilibrada y alta en proteínas puede llegar a generar con el tiempo problemas renales, hepáticos y desequilibrios metabólicos importantes, como la presencia de cuerpos cetónicos en la sangre. El uso de los esteroides es peligroso, pues puede generar: ginecomastia (desarrollo de las mamas), infertilidad, atrofia testicular (reducción del tamaño de los testículos), calvicie, hipertensión arterial, riesgo de ataque al corazón, aumento del tamaño del corazón, acné, parálisis del crecimiento óseo, efectos psiquiátricos tales como tendencias suicidas o manía, delirios, depresión y agresividad, efectos óseos, musculares y articulares (daños articulares y de la masa ósea que llevan a deformidades y dolor).
Es interesante ver que tanto en la anorexia nervosa (más frecuente en las mujeres) como en la vigorexia, se encuentran algunos hallazgos similares.
- Preocupación por la figura (tiranía de la báscula).
- Una importante distorsión de la autoimagen (se juzgan imperfectos y poco atractivos).
- Pobre autoestima.
- Introvertidos y aislados.
- La presencia de factores socio culturales como factores desencadenantes de la enfermedad.
- Tendencia a la automedicación y abuso de medicamentos.
- Edades tempranas de aparición (adolescencia y adultos jóvenes).
- Modificación de la dieta.
También hay unas diferencias muy importantes en ambas patologías con relación a la imagen corporal:
Anorexia | Vigorexia | |
---|---|---|
Autopercepción | Gordura | Débil, enclenque |
Sexo | mujer | hombre |
Medicamentos usados | laxantes, diuréticos | Anabolizantes esteroides, suplementos de proteínas, hormona de crecimiento. |

Trastorno Dismórfico Corporal
¿Dónde podemos ubicar a la vigorexia en la actualidad?
Durante mucho tiempo, los investigadores han tratado de darle un lugar a la dismorfia muscular o vigorexia. En una época se pensó que se trataba de un trastorno de la conducta alimentaria y lo llamaron “anorexia inversa” (al revés de la anorexia), pero no se pudo comprobar de manera sistemática que las personas con vigorexia tuvieran una conducta alimentaria patológica (que los pudiera llevar a la muerte). Aunque, como vimos en la tabla anterior, sí existen alteraciones en la imagen corporal tanto en la anorexia como en la vigorexia.
En conclusión: la vigorexia no está clasificada dentro de los trastornos de la conducta alimentaria. Recientemente, en el DSM- 5, la dismorfia muscular es considerada una patología mental y del comportamiento relacionada con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y es considerada como un Trastorno Dismórfico Corporal, en donde al sujeto le preocupa de manera exagerada la idea de que su estructura corporal sea demasiado pequeña o poco musculosa. Estos pacientes pueden preocuparse por todo su cuerpo o por zonas concretas del mismo. Por ejemplo, fijar su atención en el tórax o el tríceps y obsesionarse por trabajar dichas áreas. Las personas afectadas por esta enfermedad pueden tener una introspección buena, escasa o ausente; lo que hace más complejo el manejo de la enfermedad. Podemos decir que la vigorexia es un trastorno en el cual la imagen corporal distorsionada (es decir, no son capaces de ver el cuerpo tal y como es), las ideas obsesivas y algunos comportamientos mal adaptativos (pincharse con esteroides, hacer ejercicios de musculación y consumir una dieta rica en proteínas) juegan un papel fundamental en la presentación.
¿Se puede curar la vigorexia?
La vigorexia puede ser manejada con tratamiento psicológico, empleando terapia cognitiva conductual, acompañada de un tratamiento farmacológico apropiado.
Tratamiento psicológico.
El objetivo de la terapia cognitivo-conductual en el caso de la vigorexia, es que la persona modifique la manera en que se relaciona con su cuerpo, de tal forma que consiga superar su preocupación enfermiza que le hace ver un defecto general o parcial en su cuerpo, relacionado con la supuesta falta de masa muscular y lo lleva a tener pensamientos obsesivos, sentimientos negativos y comportamientos que le impiden tener una buena calidad de vida y mantener una adecuada salud física.
Cambiando las conductas patológicas por comportamientos sanos a nivel personal y social, se busca que la persona tenga una mejor introspección y enfoque sus intereses en otros ámbitos de la vida diferentes a la perfección corporal y la necesidad de ser atractivos. En esta terapia hay varias fases: 1) Informativa- formativa 2) El ajuste de la llamada auto- perfección 3) Identificación de los pensamientos y creencias acerca del cuerpo (aquí se trabaja en la reestructuración cognitiva 4) Sacar a la luz los sentimientos negativos acerca del cuerpo (aquí se trabaja la desensibilización sistemática) 5) Trabajar con los comportamientos referentes al cuerpo y 6) prevenir las recaídas.
Tratamiento farmacológico:
Por lo general, los pacientes además de trabajar en psicoterapia, requieren medicamentos antidepresivos (inhibidores de recaptación de serotonina) para manejar el componente ansioso (obsesivo/ compulsivo) de la enfermedad. En cuanto a las sustancias utilizadas en el tratamiento, los investigadores se han inclinado por el uso de la fluvoxamina y la clomipramina, inhibidores no selectivos de serotonina. Los efectos positivos que se han señalado tras el tratamiento farmacológico son: Una mirada más realista de la situación, disminución marcada de la preocupación y del tiempo dedicado a ésta, mejoría de las interacciones sociales y familiares, disminución a los comportamientos repetitivos en torno al ejercicio.
Este trastorno de vigorexia suele ser subdiagnosticado en el ámbito psiquiátrico, pues muchas personas con este padecimiento, sienten que no es necesario consultar al especialista por querer mejorar su cuerpo con ejercicio (muchos expresan temor a que los consideren vanidosos o superficiales). Por otra parte, no asocian su trastorno a una distorsión de su imagen corporal, sino a un defecto físico “genuino” que se modificaría en un gimnasio más que en una consulta psiquiátrica o psicológica. Además, piensan que el entrenamiento físico, así sea en exceso, es un hábito “saludable”, un signo de “perseverancia” y es bien visto por los demás. Desgraciadamente, los resultados de los ejercicios intensivos, el ensimismamiento y los anabólicos inyectados, no suelen mejorar la imagen distorsionada que la persona tiene de sí misma.
Por: Dra. Iris Luna
Médico Psiquiatra – Máster en Nutrición
Especialista en Sobrepeso y Obesidad
hppts://www.facebook.com/iris.luna.oficial/ Contacto: iluna@phronesisvirtual.com
Fuentes consultadas:
- DSM -5 (Guía de consulta de los criterios diagnósticos)
- José Ignacio Baile; Vigorexia cómo reconocerla y evitarla.
- Harrison G. Pope, JR., Katherine A Phillips, Roberto Olivardia; The Adonis Complex.
- David Veale, Fugen Neziroglu; Body Dysmorphic Disorder. A treatment Manual.