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¿Por qué estamos teniendo cada vez menos sexo?

Por Phrònesis
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Durante los últimos años, ha crecido la aceptación de la sexualidad como un tema natural y ha dejado de ser un tabú hablar de sexo.

En la actualidad, la tecnología ha permitido un nuevo mundo de posibilidades con aplicaciones destinadas a programar citas románticas o encuentros casuales entre desconocidos; a diferencia de la realidad global hace unas décadas, también ha aumentado la aprobación del sexo antes del matrimonio, las relaciones homosexuales, la poligamia e incluso el intercambio de parejas. Sin embargo, no podemos obviar que ha habido una disminución en la cantidad de encuentros sexuales en comparación con años atrás.

Un nuevo estudio publicado por la revista Archives of Sexual Behavior y centrado en la población estadounidense apunta que los adultos que viven en pareja, estén casados o no, tienen ahora menos sexo que hace dos décadas. La investigación se basa en datos obtenidos desde 1989 por medio de encuestas, y los resultados de desde 2010 en adelante han alarmado a los investigadores.

Según el reporte, en un lapso de poco más de 10 años, las parejas pasaron de tener un promedio de 62 relaciones sexuales por año a 53, lo que supuso un descenso del 15 %. 

La “sequía parcial” podría deberse, entre otras razones, al porcentaje de personas solteras que tienen sexo con menos frecuencia, pero también al hecho de que la frecuencia sexual disminuyó entre las parejas que viven juntas. De hecho, la frecuencia sexual se mantuvo estable en el caso de las personas solteras, por lo que se redujo la ventaja que, en este sentido, mantenían las personas con pareja sobre aquellos que están solos, según el estudio.

Pero Estados Unidos no es el único país que experimenta esta situación. Otro estudio en Reino Unido encontró que las personas británicas que están casadas o que viven en pareja están teniendo relaciones sexuales con menos frecuencia, lo que provoca una disminución general de las relaciones sexuales en el Reino Unido. Las personas mayores de 25 años también tienen menos relaciones sexuales que antes, mientras que más de la mitad de las mujeres británicas y casi dos tercios de los hombres admitieron querer tener más sexo. 

¿Qué está sucediendo?

Los expertos se han sumergido en un debate acalorado al respecto; los principales factores que ahora son objetos de estudios incluyen:

Excesivo consumo de pornografía

Los neurocientíficos han explicado que, en algunas ocasiones, el consumo excesivo de pornografía puede llegar a hacer que una persona se excite más viendo algo en la pantalla que en la vida real. 

Neurocientíficos han argumentado que, para algunas personas, el consumo excesivo de pornografía puede reacondicionar los circuitos de activación del cerebro, haciendo que les excite más lo que ven a través del ordenador que “en vivo”.

La pornografía, además, está acusada de proyectar una imagen irreal del sexo, lo que provoca síntomas como la “anorexia sexual” (bajo nivel de interés sexual) o la “disfunción sexual inducida”, que impide mantener relaciones íntimas con normalidad.

De acuerdo con la teoría, estas imágenes “irreales” y tan habituales en el porno dificultarían que muchos logren excitarse cuando tienen sexo con sus parejas.

Redes sociales y tecnología

En ocasiones, las redes sociales pueden absorber gran parte de nuestro tiempo, mermando la disponibilidad de tiempo o atención que, en otras condiciones, brindaríamos a nuestra pareja. Esto resulta ser motivo frecuente de discusiones y desilusiones.

Además de las redes sociales, existen plataformas como Netflix o HBO donde las personas invierten largos periodos de tiempo antes dedicados a la vida en pareja. 

Estilos de vida modernos

Algunos expertos señalan que la gente está teniendo hijos más tarde en la vida, lo que puede hacer que estén demasiado cansados para tener relaciones sexuales llegada cierta edad. 

Por otro lado, en el mundo occidental las jornadas de trabajo son extremadamente largas. En los Estados Unidos, por ejemplo, un empleado a tiempo completo trabaja 47 horas en promedio a la semana. Es lógico, por tanto, que la fatiga y el estrés provocados por la actividad laboral influyan en la caída de la actividad sexual.

Depresión

Las sociedades occidentales en particular han sufrido una epidemia de enfermedades mentales en las últimas décadas.

La inseguridad laboral e inmobiliaria, el miedo al cambio climático y otros factores como la destrucción de los espacios comunes o el deterioro de la vida social generan problemas relacionados con la salud mental. También hay una mayor incidencia de la depresión y un mayor consumo de antidepresivos que inhiben el deseo sexual.

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