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¡No le des el móvil al bebé! Por favor…

Por Lic. Marcela Monte

Hace años que se ha instalado en una gran parte del mundo la polémica respecto del beneficio o perjuicio del uso de tecnología en los niños pequeños. Inicialmente fue la televisión la gran protagonista de estas discusiones, y se fueron sumando las consolas de videojuegos y los ordenadores o computadoras. Se renovaron las discusiones cuando el mercado amplió la oferta y los cambios en las rutinas dentro del hogar podían llevarse fuera –lo que no podía hacerse con la TV–, apareciendo laptops, netbooks, iPads, tabletas, videojuegos portátiles y teléfonos móviles inteligentes que insertaron en la cultura nuevas maneras de transitar actividades en la infancia: hoy se utilizan dentro de los hogares, en los viajes, restaurantes, cafeterías, centros comerciales, supermercados, salas de espera, y tantos otros sitios donde pueden observarse niños portando algún dispositivo.

También llegaron las herramientas educativas, de la mano de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), utilizando aplicaciones y programas específicos para el aprendizaje en las escuelas. Entonces se renueva el debate: si son beneficiosas y esa es la tendencia, entonces mientras antes las aprendan a utilizar los niños pareciera ser un recurso ventajoso.

Las neurociencias se han involucrado en este fenómeno, y se realizan numerosas investigaciones en relación al efecto que pueden tener en el desarrollo de los niños. Las sociedades de Pediatría de Japón, EEUU y Canadá fueron las primeras en pronunciarse al respecto: sugieren que los niños hasta los 2 años no utilicen dispositivos tecnológicos, 1 hora diaria como máximo los niños de los 3 a los 5 años, y dos horas diarias máximo los niños o adolecentes de los 6 a los 18 años de edad. Voy a detenerme solamente en la primer franja de edad.

Los bebés, mejor sin pantallas

El cerebro de los lactantes, –niños desde el nacimiento hasta los dos años–, se despliega en tamaño y complejidad de una manera que nunca volverá a hacerlo a lo largo de toda la vida. Las funciones cerebrales se inician de una manera veloz, profunda y marcando la calidad de su posterior desempeño: en otras palabras, se hacen los cimientos de la producción del sistema nervioso central. Así de importante es este centro de comando, el órgano que coordinará acciones, movimientos, emociones, percepciones, lenguajes y pensamientos.

Se plantea entonces, que el modo de favorecer este momento trascendental en la vida del ser humano, es a través del contacto directo con las personas, los objetos y los elementos de la naturaleza. Es decir, haciendo las experiencias, no simplemente observándolas a través de un monitor o pantalla.

 

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Con la pantalla también aprenden los niños, pero construyen en el interior de su cerebro vías y redes de neuronas que son diferentes observando que realizando una experiencia por sí mismos. Mirar una creación es muy diferente de construirla a partir del uso creativo de los materiales que están al alcance, o los que se procure. Además es importante vivir las interacciones con otros, presenciar situaciones, resoluciones de problemas y las diferentes actitudes en las relaciones que se dan en la cultura en la cual el niño se halla inmerso.

Todas estas acciones, vivencias y experiencias directas promueven el desarrollo adecuado de funciones centrales del cerebro:

  • Atención.
  • Creatividad
  • Pensamiento
  • Aprendizaje
  • Comprensión.
  • Función ejecutiva.
  • Resolución de problemas.
  • Autocontrol – Manejo de impulsos.
  • Memoria
  • Coordinación motora gruesa o de grandes movimientos.
  • Coordinación motora fina o de pequeños movimientos de precisión.

 Las consecuencias

Los resultados de la incorporación temprana de los dispositivos inteligentes a los niños, no son más que el resultado del desarrollo deficitario de esas funciones básicas cerebrales arriba enumeradas. Entonces, los niños que son sanos, presentan características que les dificultan, y a veces impiden su óptimo progreso en la infancia.

A nivel físico, el riesgo de incorporar hábitos tempranos de uso recreativo de tecnología es que ésta posee un formato continuo y de características adictivas, debido a la estimulación visual intensiva. ¿Has notado que luego de un video se sugiere inmediatamente otro, y la tecla para reiniciar la partida en un juego aparece en la pantalla inmediatamente cuando finaliza la anterior? Se promueve de este modo el sedentarismo, con sus conocidas consecuencias negativas para la salud: obesidad, problemas metabólicos y cardiovasculares.

El sueño, es otra de las funciones que se ve alterada por el uso temprano de dispositivos, ya que el cerebro permanece activado en la noche, cuando es el momento apropiado para el descanso. Ante el aluvión de imágenes y colores, producida por las diminutas partículas de luz que generan las imágenes en la pantalla, la retina transmite al sistema nervioso esta excesiva actividad, dejando al cerebro ‘inquieto’ en lugar de aplacarlo para el descanso reparador, ya que en esta etapa mientras se descansa ocurre también el crecimiento de tejidos, y la maduración del funcionamiento de todos los sistemas del organismo.

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¡A no engañarse! Con la percepción de que el dispositivo mantiene quieto al niño, y por ello creer que lo tranquiliza o relaja. La actividad intensa ocurre al interior del Sistema Nervioso Central, quien comanda los centros de sueño y vigilia.

El planteo central es que la incorporación de los dispositivos móviles en la vida de los niños no debería sustituir o reemplazar las demás actividades que constituyen aprendizajes por observación natural y directa en la temprana infancia. En esto se incluye el aprender a interactuar con los demás, adultos y otros niños, las normas sociales y los modelos de conductas, ¡que son las normas que luego se les exige cumplir!

El niño que permanece detrás de la pantalla no está observando el entorno social y las interacciones, sino que está abstraído en la tableta o el móvil. Al no observar, no aprende. La gran contradicción de los adultos en este sentido, se evidencia cuando el niño crece, comienza a asistir a instituciones escolares o reuniones con más niños, y se les exige que se comporten de determinadas maneras que el pequeño no ha tenido la oportunidad de observar, aprender, adquirir, desarrollar y practicar en sus primeros años de vida.

Los niños en sus primeros tres años naturalmente eligen donde puedan accionar. Por eso estadísticamente prefieren un ordenador, tableta o móvil antes que la televisión. Si el medio es virtual, accionan sobre el medio virtual. Si el medio al que accede es real, natural y social, acciona en éste.

El que le brinda acceso a un determinado medio es el adulto. Y el autoengaño es plantear que “al niño le encanta y lo deja tranquilo”, cuando son los adultos quienes utilizan esos momentos para actividades personales, sin la interferencia del niño.

‘Cada uno con su dispositivo’, es una parodia del tiempo compartido, donde la calidad es igual a cero.

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Por: Lic. Marcela Monte
Licenciada en Psicología
Universidad Nacional de San Luis / Argentina
Psicoterapeuta Cognitivo – Conductual Infantil
Contacto: info@infantopsicologia.com

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