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No es a mí a quien amas, sino a la fantasía que has hecho de nosotros

Por Phrònesis
Cómo saber si es apego o amor, no es a mí a quien amas, sino a la fantasía que has hecho de nosotros
Redacción Editorial Phrònesis.

Hay ocasiones en las que poner punto final a una relación sentimental es un proceso definitivo que atiende a una decisión de mutuo acuerdo. Cuando ambos miembros de una pareja coinciden en aceptar que el ciclo vital de su relación ha alcanzado un límite fronterizo donde ya no puede, debe o conviene volver a renovarse, una salida armoniosa no solo es la medida más diplomática, sino también la más sana y madura.  

Sin embargo, es bien sabido que los rompimientos no siempre se dan de manera pacífica, de hecho, es más frecuente que la motivación de dar por terminado un vínculo sentimental corresponda a los argumentos de una sola voz — es decir, al deseo de un solo integrante de la pareja — que a un consenso general.

Las razones para cortar irremediablemente los hilos de una relación amorosa son a menudo tanto diversas como lógicas. La falta de comunicación, el encuentro conflictivo de personalidades y la ausencia de intereses o metas en común son causas comunes que dan lugar a la disolución de un vínculo sentimental.

No obstante, existen circunstancias a lo interno de nuestras relaciones de pareja que, aún siendo señales inequívocas de que el amor se ha marchitado hace mucho, a veces preferimos ignorar por completo con tal de no hacer frente a una separación, empeñándonos en continuar encadenados a una realidad que, claramente, nos amarga la vida.

Es incuestionable que romper lazos con la persona que amamos y con quien hemos compartido vivencias importantes — a veces a lo largo de años — es causa de una tristeza comprensible que nos inclina a exhibir una postura de negación inmediata. Sin embargo, hay una diferencia sustancial entre negarnos a dejar ir una relación que aún favorece nuestro bienestar y negarnos a soltar una que, por otro lado, nos causa más tormento que alegría.

Para el psicólogo Robert Firestone, el hecho de no querer abandonar una relación que ha dejado de estar basada en el cariño para convertirse en un mecanismo automatizado de hábitos y costumbres, no es prueba de un compromiso de amor incondicional, sino de que hemos caído en el engaño de un vínculo de amor imaginario.

No es a mí a quien amas, sino a la idea que rescatas de ti mismo cuando estoy contigo

“El factor más importante que contribuye al deterioro del amor y la amistad en una relación es la formación de un vínculo imaginario. Las personas que desarrollan este tipo de lazos destructivos a menudo se engañan a sí mismas y entre sí imaginando que todavía se aman mucho después de que sus sentimientos de amor, afecto y amistad han disminuido o desaparecido por completo”

(Robert Firestone)

Según la teoría de Firestone, los vínculos de amor imaginarios se dan cuando el amor verídico entre dos personas ha ido reemplazado por una especie de acto protocolar caracterizado, entre otras cosas:

  • Por encuentros íntimos impersonales o rutinarios.
  • Pérdida de la identidad (empleo excesivo del “nosotros” en lugar del “yo”).
  • Empleo de respuestas o conductas automáticas en el día a día (habituación como sustituto de una intimidad real).
  • Demostraciones de afecto superficiales, inconstantes o prácticamente nulas.
  • Adopción de roles dentro de la relación (cada quien parece jugar un papel específico).

Ser propensos a desarrollar vínculos imaginarios es algo que se define en la infancia. Según Firestone, todos sufrimos dolor emocional y ansiedad en el proceso de crecimiento. En las familias donde los padres son incapaces de proporcionar afecto, así como la dirección y la orientación necesaria para satisfacer las necesidades de sus hijos e influir positivamente en su desarrollo, los niños crean una ilusión de estar en armonía con sus padres o su principal cuidador.

El asunto empeora cuando somos privados de afecto o rechazados a una edad temprana, entonces no sólo tendemos a crear una ilusión de armonía sino a creer que no necesitamos de nadie más. La consecuencia de esto es que más tarde, siendo adultos, nos resistimos a la cercanía y el amor de otras personas y nos oponemos a establecer relaciones íntimas, volviendo a sustituirlas por vínculos de amor imaginarios.

Los vínculos imaginarios nos sirven de medio para fabricar ilusiones de falsa estabilidad

Los vínculos imaginarios no sólo responden a una infancia conflictiva. Para Firestone, debajo de nuestro impetuoso deseo de mantenernos anclados a un puerto amoroso completamente devastado, están los beneficios emocionales que obtenemos de sentirnos parte de una relación. Es así que algunas personas deciden permanecer toda su vida junto a alguien que no aman porque la idea de tener una pareja estable les hace sentir más seguras, dignas y merecedoras de afecto o socialmente integradas.

Ser víctima de maltrato psicológico, dejadez afectiva, indiferencia o ausencia de intercambio físico son ejemplos de situaciones que normalmente conducirían al término de un vínculo sentimental. Sin embargo, cuando hemos caído en el círculo nocivo de un vínculo de amor imaginario,  somos incapaces de poner fin a una relación vacía, ya que el valor emocional  que hemos atribuido a nuestro vínculo de pareja no tiene nada que ver con la abundancia o falta de amor, sino con la imagen que hemos construido de nuestra relación.

Condenarnos a vivir bajo el yugo de una relación donde el amor genuino ya no existe, consume nuestra energía y dinamita nuestra libertad emocional.

Escudarnos en la excusa de sentir un amor tan profundo que no concebimos la idea de abandonar a nuestra pareja, es un autoengaño que surge de haber olvidado — para nuestra desgracia — que somos seres individuales y que ampararnos en los atributos de otra persona o en la fortaleza emocional que experimentamos dentro de una relación únicamente es positivo cuando somos capaces de mantener nuestra identidad y crecer, no a expensas de nuestra pareja, sino junto a ella.

De igual forma, es importante darnos a la tarea de explorar nuestro subsuelo emocional y preguntarnos si el sentimiento de tristeza, ansiedad o rechazo que experimentamos ante la idea de separarnos de nuestra pareja responde al sentir de pérdida natural de una relación o si es, en cambio, la manifestación de creencias irracionales, entre ellas:

  • La idea de no ser capaces de volver a enamorarnos.
  • La convicción de que, sin nuestra pareja, no podemos o no somos nada.

Por: Editorial Phrònesis
Para: 
elartedesabervivir.com


Referencias:
Firestone, Robert (2013).Why Break Ups Hurt So Much. PsychAlive. Disponible en http://devpsych.psychalive.org/fantasy-bond/#

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