Todos alguna vez hemos tenido fantasías sexuales; de hecho, diferentes investigaciones confirman que prácticamente todas las personas las tuvieron o tienen (durante la relación sexual, masturbación o en ensoñaciones despiertas). Sabiendo lo anterior puede sonar extraño que muchos se avergüencen de sus fantasías, o ideas relativas al sexo o la sexualidad.
Quizás el punto es lograr evidenciar cuándo una fantasía es normal y sana, y en qué instancias puede llegar a ser patológica. En Phronesis queremos derribar algunos mitos referidos a esta área que pueden coartar tu sana imaginación sexual.
Masturbarse no es extraño. Kinsley, un importante investigador de la sexología, determinó basado en sus investigaciones (realizadas en los años 60’s) que un 92% de los hombres y un 62% de las mujeres aceptaban públicamente que se masturbaban. En relación a las fantasías sexuales, el 84% de los hombres entrevistados y el 69% de las mujeres aceptaron tenerlas de manera reiterada. Estas cifras son importantes si pensamos que fueron extraídas hace 50 años, en una sociedad mucho más reprimida que la actual. Por tanto, ya teniendo este parámetro previo podríamos decir que masturbarse y fantasear (entre otras conductas relativas al área sexual) son comunes para una gran mayoría de la población.
Las fantasías sexuales son normales. La comunidad de salud psiquiátrica en la actualidad es tajante al decir que las fantasías sexuales no son equivalentes a la manifestación de un problemas psicológico, sino que es normal su presencia e incluso pueden tomarse como un buen indicador de salud sexual. Lo anterior se relaciona con que podrían favorecer el deseo sexual puesto que carecer del mismo llega a asociarse con diferentes disfunciones sexuales. Sí es importante decir que cuando las fantasías involucran un daño hacia uno mismo o hacia otros, tal vez estemos frente a una disfuncionalidad sexual.
Fantasear no quiere decir que quieras hacer tus ideas realidad. Es importante destacar que no todas las fantasías sexuales que se tienen buscan llevarse a cabo de manera real. Incluso muchas personas heterosexuales pueden tener fantasías homosexuales y esto no quiere decir que lo sean o deseen experimentar con una persona del mismo sexo. Es importante tener en cuenta esto ya que algunos llegan a sentirse culpables o “enfermos” al idear fantasías que van en contra de su escala ético-valórica, y que pueden desembocar en problemáticas psicológicas. Soñar no tiene relación alguna con llevar esa ilusión a cabo.
Las fantasías de tipo sexual varían en la población, mas pocas pueden considerarse raras o inusuales. Gracias a la investigación realizada por el Instituto Philippe Pinel (Montreal) un 70% de las fantasías sexuales típicas de la población pueden identificarse como “normales”. Los resultados muestran que los hombres poseen más fantasías sexuales logrando describirlas con mayor detalle que las mujeres. En relación al sexo femenino se concluyó que entre el 30 y el 60% de las mujeres piensan en temáticas relacionadas con el escenario de la fantasía en sí (por ejemplo, estar atadas o amordazadas o ser forzadas a mantener relaciones sexuales). Contrariamente a los hombres, las mujeres logran diferenciar claramente la fantasía y el deseo.
Pero, ¿qué se entiende por una fantasía anormal? The Journal of Sexual Medicine publicó un estudio que establece que las fantasías raras pueden relacionarse con mantener relaciones sexuales con un animal o con un infante. El estudio clasifica diferentes tipos de fantasías: las fantasías inusuales son aquellas relacionadas con el travestismo o el abuso sexual de una persona (hombre o mujer) bajo los efectos de las drogas o el alcohol; las fantasías típicas o normales se relacionarían con el sexo oral, mantener relaciones sexuales con dos o más mujeres al mismo tiempo (en el caso de los hombres), o tener sexo en un lugar percibido como romántico para las mujeres.
Por: Editorial Phrònesis.