Los cuentos pueden ser una buena manera de encarar temas difíciles con los niños. Muchas veces, asuntos como las enfermedades, los traslados geográficos, las separaciones -entre otros- resultan para los adultos complicados de encarar con los niños.
La principal limitación que suele aparecer es del adulto: el modo en que interprete la situación será probablemente transmitido…entonces el primer consejo para comunicar la circunstancia es sacarle el dramatismo.
El relato de una historia nos saca del centro de la escena y trasladamos a los personajes lo que está aconteciendo… y podría ser una manera de comunicar un tema serio de una manera neutral.
El peor error que podemos cometer es el de guardar silencio o querer disimular la situación, ya que los niños son expertos en el lenguaje de los gestos, los tonos y otras maneras corporales de expresarnos, rápidamente perciben que hay algo que se les está ocultando y cuando hay algo oculto, se vivencia malestar en el ambiente familiar.
Habitualmente ocurren entonces dos consecuencias:
- El niño cree que es responsable de este clima hogareño, sin entender claramente la causa o conectando con algún comportamiento propio (por ejemplo, puede atribuirlo a que derramó accidentalmente su desayuno en la mañana).
- En su mundo interno, el niño puede generar fantasías trágicas, las que suelen ser mucho más terribles que la realidad misma –tal y como nos suele ocurrir a los adultos-, considerando que, si no le están contando algo, debe ser realmente tremendo.
Los animo entonces, a que, utilizando la metáfora y activando una dosis –o más- de esa creatividad que todos tenemos dentro, podamos incluir a los más pequeños en lo que sea que esté ocurriendo, de una manera apropiada para su nivel de madurez, que le permita una mejor comprensión de la información.
Esta estrategia resulta de muchísima utilidad a edades tempranas, y puede complejizarse y adaptar el vocabulario para explicar algún tema en particular según la edad y situación de los niños.
Una sugerencia es contar estas historias en un momento sin complicaciones particulares, pues pueden servir de puntos de referencia si luego fuera necesario.
Voy a compartir, a modo de ejemplo, un relato realizado con este objetivo:
“La mariposa”
Una mañana soleada, miraba mi jardín mientras desayunaba, y me hipnotizó el vuelo de una mariposa. Por unos momentos, experimenté la maravillosa sensación de volar tan suave y liviana como ella… la belleza del verde, azul, naranja y rosado; colocados de manera perfecta sobre sus alas blancas, su gracia y habilidad para seguir el camino que le marcaba la brisa y a la vez dirigirse hacia los arbustos de primavera, para mostrar aún más hermosura en ese fondo floral. Luego de unos instantes, se fue volando y la perdí de vista.
Sin embargo, la alegría permaneció presente en mí a lo largo de todo el día, tan profunda, que incluso cuando me sentí enojada porque no me salían las cosas como yo quería, me acordé de la mariposa…y ese recuerdo en mi memoria me llevó a pensar que ella simplemente hace lo que hace una mariposa: al volar nos alegra el paisaje a todos…y así fue que ese enojo se transformó en calma…para volver a intentar con amor lo que estaba haciendo…
Al volver a casa por la tarde, tuve deseos de salir nuevamente al jardín, pues había sido tan gratificante lo que había vivido temprano, que era como buscar nuevamente esa magia de la mariposa. Tremenda fue mi sorpresa cuando la volví a ver… pero ya no volaba… estaba tendida en el pasto, inmóvil.
Sus alas quietas ya no estaban radiantes sino algo estropeadas por el polvo y algunos roces. Con una mezcla de tristeza, furia y temor, me agaché y la levanté suavemente por un borde En el fondo, yo no quería dañar sus alas, por si aún pudiera volar, aunque me daba cuenta que ya no estaba viva. Una sensación desagradable apareció en mi garganta y una lagrimita cayó de cada uno de mis ojos: la tristeza de haberla perdido me invadió.
El resto del día estuve más calmo que lo habitual hasta que llegó el momento de irme a dormir. Cansado de tanto hacer, me recosté en mi almohada y apareció nuevamente la imagen de la mariposa; el recuerdo de la vivencia de la mañana en el jardín. Experimenté nuevamente la maravillosa sensación de volar tan suave y liviana como ella: la belleza del verde, azul, naranja y rosado, colocados de manera perfecta sobre sus alas blancas; su gracia y habilidad para seguir el camino que le marcaba la brisa y a la vez dirigirse hacia los arbustos de primavera para mostrar aún más hermosura en ese fondo floral.
Y así fue que me di cuenta, que a pesar de la tristeza por la pérdida, la mariposa había dejado en mí algo y que yo quería elegir eso para recordarla…y para seguir viviendo con lo que ella había sembrado dentro de mí.”
Espero que el anterior relato sea de utilidad. Abajo queda aquí habilitado el espacio para comentar y compartir vuestras experiencias. ¡Gracias!