Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” Albert Einstein.
Si piensas respecto a todos los inconvenientes que se te presentan día a día en términos como: “Es por mi causa, esto me perseguirá siempre, cualquier cosa que intente hacer me saldrá fatal”, estás predispuesto para sufrir una depresión. No obstante el mero hecho de que pienses así no significa necesariamente que continuamente vuelvas una y otra vez sobre los mismos pensamientos negativos. Hay personas que lo hacen y otras que no lo hacen. Los que mastican y mastican las adversidades o malos momentos vividos son los que, en este artículo llamamos “rumiadores”.
Las rumiaciones son pensamientos nocivos que no dejan de rondar por nuestras cabezas, es decir, se aparecen una y otra vez dando lugar a un sentimiento de frustración. Las rumiaciones pueden desencadenarnos sentimientos de estrés, frustración, tristeza y apatía.
Existen rumiadores optimistas y otros bastante pesimistas. Los rumiadores pesimistas suelen tener muchos problemas asociados. Tienen una estructura mental afligida y constantemente se dicen a sí mismos lo mal que les van las cosas. Para escoger los momentos malos tienen una memoria y una disposición increíbles. Existen otros individuos pesimistas que suelen orientarse hacia las acciones y no rumian las cosas: tienen una manera de explicar las cosas de forma pesimista pero no están masticando y masticando sus desgracias. Cuando lo hacen es para hablarse a sí mismos de las medidas que piensan tomar para solucionar las cosas, reflexionar, buscar un punto de apoyo, pero evitan volver una y otra vez sobre sus infortunios personales.
Reproduzco la llamada telefónica que Sonia, una ama de casa, hace a su mejor amiga:
—La vida es un desastre, te digo. Estoy pasándola muy mal, años y años recuerdo todas las ideas tristes. ¿Recuerdas la actitud odiosa de mi madre en navidad? No me olvido de los gritos de mi marido el día de la primera comunión de Paula y la pérdida del dinero en la playa, ese verano. Estoy pasándolo muy mal. Tantas cosas acumuladas, ya sabes las ideas tristes me llegan a la cabeza por borbotones, pienso que todo será cada vez peor… No puedo dejar de recordar y es ahí en que me paralizo y lloro… Es como un círculo vicioso. ¡Son tantas cosas por las que sufrir!
Sin duda Sonia había sucumbido a una rumiación constante, sus comentarios reflejaban una interminable cadena de tristes ideas sin el menor propósito de entrar en acción. No, no se trataba solamente del pesimismo lo que estaba alimentándole un cuadro depresivo, sino también la constante rumiación.
Es entonces como esa cadena de pesimismo-rumiación suele facilitar que desarrollemos un cuadro depresivo.
Las cosas suelen funcionar así: Primero, se produce algún tipo de amenaza contra la que tu piensas que estás vulnerable. Segundo, buscas la causa de esa amenaza y, en el supuesto caso de que seas un pesimista, llegarás a la conclusión de que esa causa es permanente, generalizada e inevitable. En consecuencia, esperas sentirte para siempre incapaz y das por descontado que la situación se repetirá, esta es una expectativa consciente que conforma el último eslabón de la cadena, precisamente el que ayuda en el desencadenamiento de la depresión.
Ten en cuenta que la expectativa de sentirnos desvalidos puede presentarse muy rara vez o puede surgir en todo momento. Cuanto más inclinado estés hacia la rumiación tanto más fácil será que desarrolles un episodio depresivo. Vivir constantemente cavilando, pensando en lo terrible que nos van las cosas, es lo que inicia esa secuencia tan dolorosa para nuestra mente. Quienes pertenecen al grupo de los rumiadores hacen que la cadena (pesimismo-rumiación) se mantenga en continuo movimiento y no la detienen jamás, causando mucho sufrimiento mental, desesperanza e impotencia.
El estilo rumiativo es un mecanismo cognitivo de afrontamiento que se caracteriza porque el individuo focaliza la atención en los aspectos difíciles o negativos de una manera repetitiva y pasiva (esto es muy importante).
Los que no suelen rumiar sus infortunios tienden a esquivar la depresión aun cuando sean pesimistas. En este caso, la cadena no se pone fácilmente en movimiento ni lo hace con frecuencia.
Aquellos optimistas que rumian también esquivan adecuadamente la depresión. Entonces, no nos olvidemos que cambiar, ya sea la rumiación o el pesimismo, siempre contribuye a que se alivie la depresión. Para tener a raya la tristeza es importante darnos cuenta si estamos rumiando, y si es así, dejar de hacerlo y tener una voluntad de acción para modificar los hechos.