Hablar de tiempos modernos es sinónimo de estilos de vida agitados y listas interminables de pendientes y obligaciones. En un panorama de tales características, recordar tareas, nombres o asuntos tan sencillos como el lugar donde hemos dejado colgadas las llaves puede convertirse en un desafío épico.
Cuando, además, existe una brecha considerable entre nuestros hábitos de memorización y los hábitos de memorización recomendados por los especialistas, recordar cuestiones elementales puede ser mucho más difícil para nosotros que para el resto de las personas, un pecado capital que con recurrencia acaba por hacernos quedar mal a causa del olvido de alguna fecha “inolvidable”.
Por fortuna, la ciencia ha hecho lo propio revelándonos técnicas sencillas y fáciles de poner en práctica para facilitarnos la misión de mejorar nuestra memoria. En Phrònesis te contamos cómo poner en marcha estos consejos.
“A veces, el valor de un momento no se percibe hasta que ese momento se convierte en una memoria”.
(Dr. Seuss)
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Enfócate en el momento presente
Aunque suene evidente, la atención en el aquí y el ahora es primordial si realmente queremos memorizar algo. Una de las razones más comunes por las que olvidamos las cosas es que, al momento de escucharlas o leerlas, no estamos concentrados a plenitud en el propósito de recordarlas y actuamos, en cambio, en una especie de piloto automático que atiende a lo que “se supone” debemos hacer (recordar, o intentar recordar).
En palabras de Zaldy S. Tan, director de la Clínica de Trastornos de la Memoria del Centro Médico Beth Israel Deaconess (Estados Unidos): “Olvidar (algo) es señal de que estamos muy ocupados. Cuando no prestamos atención como se debe, las memorias que se forjan no son lo suficientemente robustas y tenemos problemas para recrearlas más tarde”.
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Toma periodos de descanso
Muchas veces preferimos sumergirnos en una labor ininterrumpidamente para evitar “enfriarnos” a medio camino, sin embargo, el psicólogo Mark McDaniel de la Universidad de Washington (Estados Unidos), opina que es precisamente el tener que “volver a calentarnos” lo que contribuye a reforzar nuestra memoria.
McDaniel considera que el hecho de que los recuerdos se perciban menos fluidos luego de un periodo de descanso nos obliga a tener que pensar de nuevo en lo que estábamos intentando recordar, y es justamente eso lo que nos ayuda a trasladar la información a nuestra memoria de largo plazo.
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Pon en práctica la memorización justo antes de dormir
Según el doctor Robert S. Rosenberg, especialista en terapia del sueño, la fase REM no es, como muchos piensan, una etapa de sueño profundo en la que nos desconectamos por completo del mundo sino un periodo de actividad cerebral intensa en el cual nuestros recuerdos se consolidan y pasan a convertirse en memorias de largo plazo.
A razón de esto, una técnica de la “vieja escuela” practicada por muchos estudiantes consiste en leer y releer la información que precisan memorizar antes de dormir, de manera que el procesamiento de las memorias se desarrolla mientras duermen.
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Juega con las asociaciones
“Una rosa, aunque llevara otro nombre, olería igual de dulce”, escribió William Shakespeare. Aplicado a la técnica de asociaciones que bien podría salvarnos de volver a olvidar el nombre de alguna persona importante: el secreto está en aprender a relacionar.
Para Mark McDaniel, memorizar números telefónicos o fechas importantes no tiene por qué ser una odisea si optamos por asociarlos con números simbólicos, quizás nuestra fecha de nacimiento, cumpleaños de una persona especial o el código de área de nuestra ciudad. El truco está en seleccionar patrones numéricos que hayamos visto antes y establecer similitudes entre estos y el número que deseamos memorizar.
Cuando el reto consiste en memorizar nombres, Robert Madigan — psicólogo y autor del libro “Cómo funciona la memoria y cómo hacer que funcione para ti” — recomienda poner en práctica un juego de asociación muy simple que promete ser el remedio infalible al problema de las caras sin nombre. La estrategia consta de cuatro pasos:
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Identificar una característica sobresaliente.
Si la persona que estamos conociendo lleva el nombre de algún allegado o figura pública, imaginar a ese allegado o figura de pie junto a la nueva persona es una técnica de visualización efectiva. Si su nombre u apellido nos sugiere alguna cualidad distintiva (así sea sólo en nuestra imaginación), establecer esa relación en nuestra mente también puede facilitarnos el recordar su nombre. Por ejemplo, si su apellido es “Guerrero”, bien podríamos grabar su imagen en nuestra memoria llevando armadura y escudo.
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Escuchar atentamente el nombre.
Al momento de oír por primera vez el nombre de la nueva persona, es importante que nuestro interés se encuentre francamente dirigido a ello.
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Repetir el nombre.
Una vez conozcamos el nombre o apellido de la persona, repetirlo de inmediato es una forma de comenzar a familiarizarnos con él. Frases como: “Hola, Señor Guerrero, es un placer conocerlo” son sencillas y dan resultado.
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Practicar el nombre.
Seguir llamando a la persona por su nombre a lo largo de nuestras conversaciones con ella evitará que perdamos el hilo por algún motivo. Además, la repetición constante es un método infalible para memorizar información con miras a largo plazo.
Referencias: