Cuando pasamos por una o varias decepciones amorosas, es natural que nos volvamos prevenidos al volver a entregar el corazón. Es normal que no confiemos, pues si nos lastimaron, ponemos, muchas veces, una coraza difícil de quitar. Pero en ocasiones, volver a entregar el corazón es un acto sanador si se tiene cuidado de a quién se le entrega, de si es una persona que más que ofrecer cosas materiales, ofrece su seguridad, sinceridad, amor sincero y compañía real; sin pretender lastimarnos. ¡Las hay!
Es todo lo que tengo… ¡juro! no te voy a lastimar
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