“Si nuestro pensamiento es sencillo y claro, estamos mucho mejor equipados para alcanzar nuestras metas”
Aaron Beck
La vida está llena de modelos o patrones que seguimos casi en automático. Algunos de esos patrones no nos dan buenos resultados y en ocasiones nos llevan a un sufrimiento estúpido o al fracaso de nuestros proyectos; pero, aquí viene lo delicado, no somos capaces de cambiar esos modos de hacer las cosas, aunque muchos nos adviertan que estamos haciendo de nuestra vida un verdadero infierno.
En ocasiones nos preguntamos ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Por qué tendemos a relacionarnos con personas tóxicas? ¿Cuál es la razón de presentarnos ante los otros como no somos en realidad? ¿Tememos ser rechazados? ¿Anteponemos siempre las necesidades de los demás a las propias y terminamos frustrados y poco reconocidos en nuestros esfuerzos altruistas? ¿Nos sorprendemos cuando, a pesar del reconocimiento de las otras personas, todavía nos sentimos infelices, insatisfechos y poco respetados? Estas y otras preguntas pueden ser muy frecuentes en las consultas psicológicas o psiquiátricas, pero también en nuestra vida diaria, no obstante muchas veces no nos atrevemos a dar los pasos necesarios para cambiar las situaciones que nos atormentan.
Temas como las relaciones poco saludables, la falta de autoestima y seguridad en nosotros mismos, nuestros elevados niveles de insatisfacción y la sensación de comportarnos como unos perdedores: todos estos y otros conflictos que vivimos, se podrían solucionar si los identificamos adecuadamente, tenemos una actitud crítica y modificamos los diversos tipos de mensajes que hemos interiorizado.

La terapia cognitiva cuenta con algunos postulados y valiosas herramientas para hacer conscientes y cambiar los patrones negativos de actitudes y conductas, los cuales han sido denominados por Janet Klosko y Jeffrey E Young como “trampas vitales”. Pero, ¿Cómo se define una trampa vital? Una trampa vital es un patrón de pensamiento y de conducta que se inicia durante la infancia y tiende a repetirse durante toda nuestra vida. Empieza a manifestarse como actitudes que nos transmiten nuestras familias, profesores u otros niños. Si en algún momento de nuestra vida fuimos descuidados, abandonados, criticados en exceso, sobreprotegidos, maltratados de cualquier forma, ridiculizados o desdeñados, en cierta manera nos marcaron y la “trampa vital” empezó a formar parte de nosotros, como una verruga que crece y no nos atrevemos a extirpar.
Lo importante de esto es que cuando pasa el tiempo, y dejamos nuestro hogar y amigos de infancia, vamos a repetir las situaciones en que somos maltratados, despreciados, controlados en exceso o infravalorados, lo que al final lleva a que fracasemos en lograr esos objetivos deseados y necesarios para tener una vida satisfactoria, completa y con sentido. Las llamadas “trampas vitales” van a influir decididamente en la manera como pensamos, sentimos, actuamos y nos relacionamos con los demás seres humanos.
Las trampas vitales llevan consigo sentimientos negativos intensos como la ira de la que hablamos antes en el artículo, (ver artículo de la ira, La ira: Causas, efectos y formas de manejarla) la envidia, la tristeza, el desasosiego, la desesperanza, e incluso cuando a los otros les parece que nuestra vida sonríe por haber alcanzado una posición social, un matrimonio adecuado, el respeto de las personas próximas o el éxito palpable en nuestras profesiones, a menudo estamos amargados y somos incapaces de saborear la vida o de disfrutar de nuestras ventajas.
Para librarnos de las trampas vitales, debemos tener un enfrentamiento constante con nuestros patrones aprendidos. El nombre técnico, dado por los terapeutas cognitivos a las trampas vitales es esquemas. Esquemas o “trampas vitales” son pues unas creencias profundamente enraizadas, aprendidas en los primeros años de vida, que nos aplicamos a nosotros mismos y al mundo. Estos esquemas son fundamentales o centrales en el concepto que tenemos sobre nosotros mismos. Es una ironía, pero tendemos a ser repetidores. Si renunciamos a creer en un esquema pensaríamos que estamos abandonando la seguridad de saber quiénes somos y cómo es el mundo que nos rodea; por lo que nos agarramos con fuerza al esquema, incluso cuando nos perjudica. Estas creencias tempranas nos dan cierta seguridad para predecir lo que viene, son cómodas y familiares. Es por eso mismo que esos esquemas o trampas vitales pueden ser difíciles de modificar.
Es muy importante que tengamos en cuenta que la manera como interpretamos los acontecimientos de nuestra vida, es decir, lo que pensamos, determina la forma como nos sentimos respecto a ellos (emociones). Si aprendemos a ser más atentos y precisos en la forma de interpretar las cosas que nos ocurren, nos sentiríamos mucho mejor.
El Dr. Aaron Beck (importante psicólogo cognitivo) nos recomienda que examinemos nuestra manera de pensar en forma lógica. Si por ejemplo nos preocupamos, debemos preguntarnos si ¿Estaremos exagerando, catastrofizando, personalizando, etc.?, si ¿Tienen una base lógica nuestros pensamientos? o ¿Habrá otra manera de enfocar la situación? El Dr. Beck también sugiere que pongamos a prueba esos pensamientos negativos mediante la realización de pequeños experimentos que nos ayuden a desconfirmarlos. Por ejemplo, si una persona piensa que dar la vuelta a la manzana sin compañía y al medio día es peligroso porque se puede caer, desmayar o sufrir un infarto (sin tener antecedentes de ninguna de esas cosas), al caminar sola y dar la vuelta a la manzana y llegar sana y salva, va a desconfirmar ese esquema.
Conoce las once trampas mentales y piensa si has caído en una de ellas:
1. Abandono
Esta trampa se basa en la creencia de que las personas que te importan te dejarán y te vas a quedar solo por siempre. Como consecuencia sueles aferrarte mucho a las personas que están cerca, te vuelves muy intenso o intensa y de forma paradójica fuerzas el distanciamiento de los otros.
2. Desconfianza y abuso
Esta trampa tiene que ver con la expectativa de que los demás van a sacar provecho o abusarán de ti (burla, mentira, manipulación, humillación, daño físico). Si has caído en esta trampa vital, vas a vivir escondido(a) detrás de una fortaleza de desconfianza que te impide acercarte a las personas. Siempre tienes sospechas de las intenciones de los otros y tiendes a pensar lo peor. Pero, si consigues relacionarte, esa interacción será superficial y no les contarás a los demás tus cosas o buscarás personas que te traten mal y te humillen, lo que hace que te enojes y andes con una piedra en cada mano.
Las anteriores trampas vitales se relacionan con la inseguridad y sensación de estar indefenso durante la niñez.
3. Dependencia o apego emocional inapropiado
Si has caído en esta trampa, te sientes incapaz de enfrentarte al día a día sin la ayuda de los otros y como persona adulta buscas personas fuertes de quien depender para que gobiernen tu vida, probablemente cuando eras chico(a), te hicieron sentir incapaz en los momentos en que pretendías reafirmar tus criterios o independencia. No te atreves a ser tú mismo.
4. Vulnerabilidad
Quien está acorralado por esta trampa vive temeroso de que va a ocurrirle una catástrofe en cualquier momento, ya sea natural, delictiva, médica o financiera, ¿Recuerdan la señora que temía darle la vuelta a la manzana?, ese es un claro ejemplo de una historia infantil de sobreprotección. Si te sientes vulnerable, tu familia de alguna forma hizo que sintieras que el mundo era un lugar peligroso y tus temores excesivos y poco realistas, controlan cada instante de tu vida, y gastas tu energía tratando de experimentar un poco de seguridad. Por último, la vulnerabilidad puede surgir de otras situaciones fóbicas, tales como el miedo a volar, a que te atraquen, o a los terremotos, por ejemplo.

5. La privación emocional
Esta trampa se basa en la creencia de que tus necesidades de amor jamás van a ser satisfechas de forma adecuada, que no te querrán como quieres, ni sabrán comprenderte. Te atraen las personas egoístas y frías, por lo que inevitablemente estableces relaciones malas. Te sientes estafado(a) y te la pasas saltando entre la rabia, la insatisfacción, el dolor y la sensación de desolación y vacío. Tristemente, ese enfado consigue alejar a las personas, de modo que tu carencia emocional no es llenada.
6. Exclusión social
Se puede ver en la relación que sostenemos con amigos y grupos de personas. Esta trampa vital presenta sentimientos de aislamiento del mundo, y la creencia de que se es distinto a las demás personas. Si has caído en esta trampa, en la infancia te sentiste excluido por el resto de niños y no formaste parte de un grupo de amigos. En ocasiones hay historia de Bullying por alguna característica física (tener gafas, obesidad, orejas grandes, etc.), y ya en la edad adulta te comportas evitando relacionarte con grupos o nuevos amigos. Te sientes y comportas como un ser inferior en las situaciones sociales.
7. Imperfección
Si has caído en esta trampa vital, sientes que eres internamente imperfecto o defectuoso. Piensas que si alguien cercano a ti te conociera tan y como crees que eres, no te podría querer, ya que la imperfección podría notarse y alejar a la persona en cuestión. Cuando eras niño no pensabas que tu familia sintiera respeto por ti e incluso se la pasaban criticando tus “defectos”. Terminas culpándote a ti mismo y crees que no mereces amor. Encuentras muy difícil que la gente que te rodea te valore y siempre vives esperando el rechazo que consideras merecido.
8. Fracaso
Si te crees inútil en la escuela, el trabajo, el deporte, el fracaso como trampa vital podría describirte, Te comparas con los demás y te sientes fracasado(a). De niño te hicieron sentir inferior en cuanto al rendimiento. Pudiste tener alguna dificultad de aprendizaje o atención en la infancia. Los otros chicos siempre eran mejor evaluados que tú y te llamaban “tonto”, “vago”, “bobo” o “estúpido”. Ya de adulto, te mantienes en la trampa exagerando y maximizando tus fracasos y haciendo todo lo que está a tu alcance para seguir fracasando.
Las trampas 7 y 8 se relacionan con una pobre autoestima.
9. Subyugación
Si padeces la subyugación como trampa vital, sacrificas tus necesidades propias y deseos más auténticos con el fin de agradar a los otros o satisfacerlos. Dejas que te controlen por dos razones: el primero para evitar sentir culpa —dañarías a otras personas si solo piensas en tu bienestar— y la segunda, para escapar del miedo —serás castigado, ignorado o abandonado si desobedeces—. Cuando eras niño, alguien cercano a ti, te subyugó. Ya de adulto, estableces relaciones con personas dominantes y controladoras y te sometes a ellas o te relacionas con personas desvalidas que no pueden cubrir tus propias necesidades.
10. Normas inalcanzables
En esta trampa te esfuerzas por satisfacer siempre unas elevadas expectativas que tú mismo te impones. Centras mucho la atención en la posición, dinero, éxito, belleza, el orden o reconocimiento de los demás; todo ello a expensas de tu felicidad, la tranquilidad, la resolución de problemas y de unas relaciones familiares satisfactorias. Cuando eras chico se esperaba de ti que fueras el mejor de todos y te enseñaron que los puntos medios no existen y que cualquier otra opción es un fracaso. Sueles ser severo con tus hijos, les impones normas rígidas y acostumbras a juzgar a las personas.

Las personas metidas en esta trampa mental se sienten “especiales”. Insisten que tienen que hacer, decir o tener todo lo que quieran en el momento en que lo desean. No suelen hacer filas en el banco y no hacen ningún caso de lo que a los demás les parece razonable, de lo que en realidad es factible, del tiempo, de la paciencia requerida y del esfuerzo. No tienen autodisciplina. Estas personas fueron tratados como reyes cuando eran niños. Recibieron exagerados mimos y merecimientos que no se correspondían a la realidad. No se les pusieron límites, restricciones, ni se les pidió paciencia o autocontrol. Cuando pedían algo lo tenían de inmediato. Ya en la edad adulta se enfadan mucho cuando se ven frustrados en sus pretensiones.
Ahora ya podemos hacernos una idea de lo que son las trampas vitales y analizar si hemos caído en alguna de ellas. Es importante reflexionar acerca de la gran importancia que tiene la crianza y los años tempranos para forjar lo que seremos en la edad adulta. Cuando somos adultos, si hemos tenido problemas con la crianza, seguimos recreando una y otra vez las condiciones más dolorosas de nuestra niñez.
Estas trampas vitales tienen tres características primordiales que nos permiten reconocerlas:
- Son patrones o temas que se adquieren desde edades tempranas y se reflejan toda la vida, si no las tratamos.
- Son autodestructivas.
- Luchan por mantenerse y sobrevivir en el tiempo.
Quienes han caído en estas trampas tienen lesionado el concepto acerca de sí mismos, la salud, las relaciones con los otros, el trabajo, el bienestar, los estados de ánimo, es decir, aunque son dañinas se manifiestan en todos los aspectos de nuestra vida y en nuestro interior tenemos un fuerte impulso de mantener la trampa vital activada. Las trampas son esos modelos nocivos que conocemos, y aunque nos perjudican, nos resultan cómodos y familiares. Un símil que podemos ver en la naturaleza, es el de las mariposas nocturnas que se sienten atraídas por la luz de las bombillas. No lo olvidemos, una trampa vital daña el concepto que tenemos de nosotros mismos y es importante erradicarla de nuestra vida y cambiarla por esquemas saludables.
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Si piensas que sufres a causa de estas trampas vitales, te aconsejo que visites a un buen profesional en el tema. Después de identificar plenamente y ser consciente de la manera como funcionan dichas trampas vitales, conseguirás librarte para siempre de ellas y darte la oportunidad que mereces de tener mayor bienestar y calidad de vida.
Lectura recomendada:
Reinventing Your Life, de Jeffrey E. Young y Janet S. Klosko, Plume Ed, Nueva York , 2001.
4 comentarios
Llegué solicitando apoyo con el n profesional porque ya me pareció exagerado estar obsesionada con una expareja, sentí que llegué al límite de mi dignidad… Me quedé porque descubrimos que la mayor parte de mi vida he estado bajo más de un esquema… Cubetazo de agua fría! Llevo casi 3 meses trabajando con ella y al momento hemos trabajado 3 esquemas, privación emocional, subyugación, la desconfianza y el abuso, hoy empezamos con el 4 Imperfección, 😑 creo que los cubetazos seguirán a la orden del día! Es muy difícil enfrentarse a algo con lo que has vivido muchos años y que te das cuenta que son patrones!
Muchas gracias por el artículo. Me va a servir mucho. 🙂
Hola Raúl. Es un placer para nosotros poder ayudarte
Gracias por el mensaje. Es como abrir mis ojos y ver que tengo mucho que mejorar!