El pensamiento positivo puede ser un arma de doble filo cuando se confunde el optimismo con la fantasía.
El positivismo se ha convertido en un tema de fácil acceso y gran interés debido a la proliferación de libros de autoayuda relacionados con el poder del pensamiento positivo y el poder de las afirmaciones. No obstante, una falencia común en los autores motivacionales que desarrollan el tema es el olvido de un detalle importante: explicar a las personas cómo NO aplicar el pensamiento positivo a sus vidas.
Elegir quedarse con el “lado bueno” de las cosas hace que las dificultades adquieran un matiz más suave y podamos afrontarlas con mayor facilidad, sin embargo, abusar de una perspectiva rosa del mundo puede — al igual que todos los excesos — traernos algunas complicaciones.
La investigadora Gabriele Oettingen ha realizado algunos estudios acerca de las desventajas del pensamiento positivo mal encausado. Según Oettingen, pensar en positivo no siempre es beneficioso, de hecho, puede impedir que alcancemos nuestras metas y hacernos sentir frustrados o estancados.
“Toda fantasía debería tener una base sólida en la realidad” — Max Beerbohm
Soñar no cuesta nada, pero vivir dormido cuesta mucho
“Si realmente queremos progresar en nuestras vidas, comprometernos con el mundo y sentirnos energizados, necesitamos ir más allá del pensamiento positivo y conectar incluso con los obstáculos que surgen en el camino”, dice Oettingen. “Hacer que nuestros sueños entren en contacto con la realidad”.
Un estudio en particular realizado por Oettingen y un equipo de colaboradores profundizó en la influencia de las expectativas demasiado positivas en el desempeño amoroso a largo plazo.
Se analizó cómo un grupo de personas con creencias muy optimistas en relación con una pareja potencial obtenían resultados muy pobres en el mundo real al momento de intentar establecer un romance en comparación con personas que manifestaban un pensamiento más realista o incluso negativo.
“Necesitamos ir más allá del pensamiento positivo. Hacer que nuestros sueños entren en contacto con la realidad” — Gabrielle Oettingen
A medida que las personas piensan de forma más positiva y se imaginan a sí mismas alcanzando sus metas, resulta que obtienen menos logros. Esto ocurre, según Oettingen, porque entre más positivos somos resulta que tomamos menos decisiones y acciones necesarias para conseguir lo que deseamos.
No es que esta sea una premisa universal o que pensar en positivo sea invariablemente desastroso para nuestro éxito personal. Quienes se ven afectados realmente por un pensamiento positivo mal enfocado son aquellas personas que no han aprendido a administrar su energía y coordinar sus acciones con sus intenciones.
Lo que sucede en estos casos es que pensar en positivo drena la energía que debería ser invertida en tomar acciones en el mundo real. Surgen entonces los soñadores de papel: individuos hambrientos de éxito que no mueven un solo dedo para materializar sus objetivos.
Pensar en positivo de forma excesiva nos hace vivir en una fantasía
El exceso de relajación ocurre cuando nuestro pensamiento positivo se convierte en abstracción fantástica.
Dejamos a un lado la consecución de logros reales para dedicarnos a coleccionar logros mentales, es decir, triunfos que solo existen en nuestra imaginación.
“Alcanzamos nuestras metas virtualmente y eso hace que sintamos menos necesidad de tomar acción en el mundo real. Como resultado, no hacemos lo que tenemos que hacer para tener éxito de verdad”, explica Oettingen.
Lo curioso es que las personas con metas más realistas se esfuerzan más y obtienen un desempeño mejor que las personas demasiado positivas, según las investigaciones de Oettingen. Esto se debe a que las personas con metas realistas descifran los obstáculos como desafíos para mejorar su desempeño, mientras que las personas con expectativas exageradamente optimistas se dan por vencidas cuando surge una dificultad.
Para Oettingen, la manera correcta de sacar provecho al pensamiento positivo es vincularlo de forma racional con los objetivos que desean alcanzarse. Trazar una lista de actividades o tareas a seguir, por ejemplo, nos previene de ser absorbidos por la imaginación y abandonar nuestras responsabilidades reales.
Tener un plan es la solución. Para ello, se definen un deseo y un resultado concretos, se identifican posibles obstáculos en el camino y se traza una estrategia que comprenda actividades a seguir.
Lo primordial es conectar nuestros sueños con la realidad. De lo contrario, seguirán siendo solo sueños.
Referencias: Aeon