¿Te has preguntado alguna vez si eres un ganador o un perdedor? ¿Qué respuesta te darías a ti mismo si surgiera esta pregunta?
En su conferencia “Maravillosamente imperfecto, escandalosamente feliz”, el Dr. Walter Riso habla de la importancia de vernos a nosotros mismos como seres íntegros, más allá de los estereotipos de ganador y perdedor que limitan a las personas y las hacen sentirse obligadas a cumplir un rol.
Este artículo cubre la Premisa V (Premisa Liberadora) de la conferencia dictada por Walter Riso, una de las más importantes de la obra y que busca ayudarnos a soltar el miedo al fracaso para alcanzar nuestro máximo potencial.
El fracaso no es perder, sino jamás haberlo intentado
¿Quién no se ha equivocado alguna vez en la vida? Incluso los atletas profesionales sufren derrotas constantemente, y aún así, jamás se dan por vencidos.
En“Maravillosamente imperfecto, escandalosamente feliz” nos recuerdan que la “prohibición de la derrota” es una limitación cultural, y que nadie nace obligado a “ser el mejor”. De hecho, el mejor no existe, es una ilusión de la competitividad, ya que no podemos pretender compararnos con otro ser humano completamente distinto a nosotros.
Para ser el mejor, primero tendríamos que ser superior, en todos los aspectos, a todos los miembros de nuestra especie. ¿Cómo compararnos y competir con millones de personas en el mundo? Esta idea emociona mucho a los ambiciosos, pero lo que no saben los ambiciosos es que ser “el mejor” sobre la faz de la tierra tampoco garantiza el bienestar o la felicidad.
Ni el dinero ni el estatus producen una excelente calidad de vida. Más aún, hay infinidad de personas que logran alcanzar una existencia plena en la mayor sencillez” – Walter Riso
De seguro conoces el caso de alguien que decidió dedicar su vida a ayudar a los demás, renunciando a todo tipo de riquezas y comodidades, y viviendo apenas con lo necesario.
Existe un “mandato social perfeccionista” que funciona como una máquina depresiva, explica Walter Riso en “Maravillosamente imperfecto, escandalosamente feliz”. Es una pandemia real de tristeza y represión, nos indica lo que debemos hacer y lo que no, qué y dónde comer, qué ropa vestir, qué profesión elegir y con quién casarnos. Todo esto sigue un esquema negativo que nos inculcan desde niños: “Los buenos no fracasan nunca” y “Si te va mal una vez, volverá a repetirse”.
No es posible llevar una vida sana y alegre pensando de esta manera. Es por esto que, muchas personas con grandes fortunas, no son felices, mientras que muchas personas que llevan un vida sencilla, sí lo son.
La felicidad: el mejor de los logros
En lugar de llevar una vida basada en valores perfeccionistas (e irreales), Walter Riso sugiere comenzar a enfocarnos en nuestro mejoramiento personal, un proceso de aprendizaje y cambios que, finalmente, es el único responsable de nuestra felicidad.
Cuando ser feliz se convierte en nuestro objetivo, comenzamos a darnos cuenta de que “ser el mejor” o tener mucho dinero no son elementos importantes en la ecuación, sino añadiduras.
En nuestro camino a la felicidad, haremos de lado todo aquello que nos perjudica:
- La gente tóxica (irritable, agresiva, envidiosa…).
- El trabajo que odiamos.
- Los hábitos alimenticios que nos enferman.
- La ropa que nos hace sentir incómodos.
- Los gastos innecesarios que no nos permiten disfrutar de la vida.
Comenzaremos a tomar decisiones basándonos en qué tan felices nos sentimos al respecto, entonces, “sentir” será más importante que “producir” para tener una mejor casa, o un mejor auto. Poco a poco, nos iremos reencontrando con nuestra esencia, con nuestra vocación más profunda (que es también nuestra autorrealización), y veremos que todo lo que habíamos soñado en la vida es mucho más fácil de alcanzar cuando aspiramos a ello desde un lugar superior: la realización personal.
Ese estado permanente de paz y seguridad que sobreviene cuando nos sentimos en sintonía con nuestra vocación es “el viaje” del que hablan muchos maestros espirituales, y que el Dr. Riso pone por encima de las metas y los objetivos. Muchas personas no disfrutan el proceso porque se obsesionan con la idea de obtener productos finales… Esto es una lástima, ya que el viaje, la travesía, el paisaje, los obstáculos y los compañeros de aventura son lo único que realmente importa.
Ya lo dice un viejo poema escrito por Constantino Cavafis:
Cuando te encuentres de camino a Ítaca, desea que tu viaje sea largo. Lleno de aventuras, lleno de conocimientos”
¿Quieres saber más?
“Maravillosamente imperfecto, escandalosamente feliz” – Walter Riso