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Influenciadores: ¿cómo percibe el cerebro la opinión de los demás?

Por Dr. Rodrigo Isaza Bermúdez
Influenciadores. ¿Cómo percibe el cerebro la opinión de los demás?

Cuando nos sentamos en un ordenador, leemos un artículo llamativo o una opinión interesante, lo primero que nos llama la atención es saber su autor. Muchas veces sin saber quién es, compartimos lo que produce y gana nuestra aceptación. Se forman una serie de respuestas favorables que nos acercan a su discurso y creemos que se ha robado nuestras ideas porque es lo mismo que pensamos, o que en alguna oportunidad habíamos comentado.

Si la persona que escribe o habla ya tiene un perfil social o académico, facilita la asociación de vincularlo como veraz, confiable, aceptable, plausible, aunque tenga aspectos no tan fácilmente incorporables hacia nuestro pensamiento. El estatus o perfil reconocido del personaje genera mayor aceptación que si es desconocido, pero obliga a la búsqueda de sus antecedentes para justificar lo que asevera.

Los llamados líderes de opinión pueden ser personajes de otras esferas y no necesariamente de las áreas académicas. Los políticos se apoyan en deportistas famosos, artistas, escritores, personas del perfil social o cultural sobre los cuales quieren influir para complementar la aceptación indirecta del personaje de marras.

El cerebro tiene la facilidad de aceptar los procesos comunes sin generar resistencia. Lo que no es común entra en un proceso mental y fisiológico mas complejo, en el cual nuestra corteza prefrontal se vuelve un sensor de detalles antes de aceptar un elemento extraño. Una cara sonriente es más aceptable para nuestro cerebro que un rostro que no nos genere confianza, inclusive, sin mostrar agresividad o peligro.

La forma de vestir, las buenas maneras, la mirada sincera, facilitan la aceptación, en cambio, todo lo contrario facilita la evasión. Esto lo conocen los delincuentes y timadores, que se acercan a cualquiera con un disfraz de buena persona, sonriente, confiable, “normal”, lo que lleva a que los mecanismos de defensa no entren en pánico ni activen las alarmas de peligro.

Los influenciadores o influencers son aprovechados para facilitar el mensaje que se quiere transmitir sin despertar señales equívocas, lo que lleva a que sirvan de medio para producir aceptación, sin muchos miramientos. Como el cerebro recibe mensajes de “sí”, pasa de aceptaciones sucesivas y cuando se le dé información dudosa o falsa, es aceptada de la misma manera porque los sensores de nuestra corteza prefrontal están desactivados.

El influenciador que no tiene un perfil académico, político o cultural prominente, debe tener el factor afectivo de liderazgo como una estrella del deporte, del cine o de la farándula; un líder de opinión como comentarista deportivo o de la televisión. El factor a considerar es que no debe tocar la temática en la cual dicho personaje no tiene un perfil sobresaliente.

El cerebro afectivo (cerebro límbico) utiliza vías de comunicación cerebral que facilitan la aceptación sin miramientos. Alguien que es hermoso convence con su sonrisa sin necesidad de argumentos, es una argucia utilizada en el neuromarketing. Una cara bonita vende más fácilmente que otra no atractiva, en cambio una persona no atractiva a veces genera mayor aceptación cuando utiliza la recursividad académica o tiene argumentación científica.

En algunas series de televisión el científico o el investigador de laboratorio, suelen tener cara de nerds: grandes anteojos y belleza escasa, pero si analizamos nuestro comportamiento de aceptación hacia su actuación es una persona confiable, creíble e inteligente.

¿Cómo podemos defendernos de los falsos influenciadores?

Como comentaba, el cerebro es sensible a lo común y corriente. La información relevante pasa inconsciente y si hay signos de peligro, se disparan las alarmas. Debemos buscar quién está detrás del influenciador y analizarlo concienzudamente.

La relación del influenciador con el manipulador generalmente tiene un nexo económico o de ganancia bien desde el punto de vista relacional como social. Si nos tomamos una foto con un político famoso y nos abraza, va a generar valor social. Sobresalir es un acto cerebral arcaíco que nos altera la funcionalidad del ego.

¿Cuál es el papel de las redes sociales en los procesos de influencia?

La red tiene el nombre adecuado, atrapa y tiene los orificios necesarios para cazar lo que se propone. Un youtuber, por ejemplo, que tenga miles de seguidores, de entrada, tiene ya influencia en la persona que lo aborda por primera vez. Es la fama de los seguidores lo que le da valor, porque nos decimos: “¿Qué tan importante es esa persona que tiene un millón de seguidores?” Y sabemos que muchos violan los esquemas de seguridad para aumentar seguidores que no tienen. Ser importante es uno de los factores determinantes del desempeño del ser humano, ser amigo, compañero o seguidor de un influenciador nos equipara a su importancia y nos sirve de escudo, pero también de peldaño para la escala social.

Si revisas una foto del grupo de graduación, el primero ves eres tú y luego localizas las personas que han tenido un desempeño social o cultural elevado.

Influenciador o líder, ¿cuál es la diferencia?

El líder tiene un proceso afectivo muy firme en su audiencia, ha llegado a lo más profundo de nuestro afecto en todas sus modalidades, y se rodea de liderazgos menores que lo fortalecen, lo que altera la mirada siquiera inquisidora. La aceptación por nuestro cerebro de líder, es que se pierde el concepto del “yo”. Nosotros rara vez nos criticamos, y si lo hacemos nos aceptamos “como somos”, de igual manera, reconocemos los valores del líder y minimizamos sus defectos o los consideramos necesarios para la realización de su función.

La presencia muy continua de un seguidor de un influenciador, lo puede llevar a convertirlo en líder.

¿Cómo responde el cerebro al mensaje del influenciador?

Aceptar genera disminución del estrés que produce un análisis. Casi damos por sentado que las cosas que nos promueve el influenciador son aceptables y veraces. El afecto modula la discriminación analítica, no necesita darle tantas vueltas al asunto y produce una serie de neurotransmisores como la oxitocina que nos conecta con el otro, y dopamina, que nos promueve la adicción a la búsqueda. Cuando estamos leyendo un diario, recurrimos al editorialista de confianza, de él tomamos opiniones y la discusión es confluente hacia lo que nos trata de decir con sus escritos, esa afinidad se va construyendo poco a poco, tanto que al final no hay resistencia y llega el momento en que no sabemos si la idea era nuestra o simplemente la compartimos.

Por Dr.  Rodrigo Isaza Bermúdez.
Neurólogo clínico.

Bibliografía.
  1. Toca G. Forbes. jun. 2018.
  2. Falk EB, Morelli SA, Welborn BL, Dambacher K, Lieberman MD.jul. 2013.
  3. Kuhlmann N, Kadgien CA. May. 2018.
  4. Ito A, Gobel MS, Uchida Y. may.2018

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