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¿Tu hijo es adicto a los video juegos? Descubre cómo solucionar este problema de padres

Por pruebas
Hijos adictos a los video juegos

Los adultos responsables de la crianza, nos llenamos de preguntas: ¿Adquirimos una consola? ¿A qué edad es conveniente que instalemos juegos en el ordenador? ¿Evitamos la presencia de una tableta o iPad? ¿Cuánto es “mucho tiempo”? ¿Les permitimos que se  regulen ellos mismos? ¿Nos negamos a introducir tecnología recreativa en casa? ¿Los estaremos dejando fuera de las conversaciones y temas de interés entre amigos de su edad?

Cantidad y variedad de opiniones, estudios e información científica y de divulgación periodística referida al uso de videojuegos, genera una gran suma de datos, que muchas veces perturban –más que ayudan- para tomar decisiones respecto de esta actividad en los niños.

Abordaré en este artículo, este tipo de entretenimientos en general en niños, dejando para próximas entregas el efecto que poseen los dispositivos móviles como así también la particular situación en los lactantes.

Los videojuegos por sí mismos, no son buenos ni malos. Existen, entre los resultados de estudios científicos, la comprobación de beneficios y perjuicios por usarlos, así como que hay factores personales, y de abuso o mal uso que predisponen para que sean perturbadores en el desarrollo de los pequeños.

ALGUNOS BENEFICIOS

Antes que nada, vamos a ser realistas. Se han estudiado beneficios a nivel cerebral[1] y de conexiones neuronales al jugar videojuegos, y es por ello que se han diseñado también programas de entrenamiento en habilidades cognitivas utilizándolos como recurso.

Algunos de estos efectos favorables son:

  1. Mejora en la atención y reconocimiento visual de patrones o modelos gráficos (encontrar un dibujo específico entre varios similares).
  2. Buena discriminación visual entre estímulos relevantes e irrelevantes, (qué es lo que importa y lo que no importa para una acción en particular).
  3. Toma de decisiones más rápida bajo presión, evaluando velozmente los factores para decidir, y con menores márgenes de duda.
  4. Buen desempeño en la gestión de recursos diversos, fundamentalmente en quienes juegan videojuegos de estrategia, en los cuales se administran recursos para supervivencia y los progresos en los niveles.
  5. Incremento en la velocidad de pensamiento, importante para mejorar el desempeño en estudio y razonamientos intelectuales.
  6. Elevada capacidad y rapidez en procesar con múltiples estímulos, es decir, varias cosas a la vez.
  7. Trabajo mediante los mecanismos de ensayo-error, importante para los aprendizajes, ya que puedo hacer, equivocarme, corregir y rehacer.
  8. Mejora en la orientación espacial y estratégica (importante para la interpretación de mapas y planos).
  9. En algunos casos favorece la organización, el almacenamiento y la recuperación de recuerdos en la memoria.

ALERTA: ¡ADICCIÓN!

Los videojuegos poseen en general una estructura repetitiva y de recompensa, que puede llevar a producir dependencia. Así como existen las dependencias a sustancias, hay dependencias psicológicas al trabajo, a las relaciones,[2] a los alimentos, a las compras, entre otras.

Si bien no posee una categoría diagnóstica aún en el DSM-5[3] (que es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría), no esperaríamos que esto ocurra para observar comportamientos referentes a los videojuegos que son característicos de las dependencias:

Es comprensible que un nuevo entretenimiento atraiga especialmente la atención. Si la novedad del juego ya pasó, y el pequeño permanece pendiente del videojuego, con una actitud inapropiada, empecemos a atender a los demás indicadores:

  • El niño brinda al videojuego una excesiva cantidad de tiempo y atención, permanece preocupado por lo que en la pantalla ocurre, ocurrió, o podría llegar a ocurrir.
  • Las reacciones a los resultados negativos, como perder o que se dañe un componente que impide el juego, representan una tragedia para el infante.
  • El interés por avanzar en los niveles no se termina si consigue vencer o finalizar el juego, pues inmediatamente solicita adquirir una nueva versión para reiniciar el proceso.
  • El juego se vuelve un interés restrictivo, es decir que el niño realiza y muestra menor motivación por  participar en otras actividades, prefiriendo permanecer frente al videojuego la mayor parte del tiempo que le sea posible.
  • Si deja una partida pendiente, habla la mayor parte del tiempo acerca de lo que hizo y/o lo que va a hacer en el juego a su regreso. Cuesta sacarlo de la temática, que se transforma en su favorita.
  • Con el paso del tiempo, varían los videojuegos que son eje de su interés, más no se amplía el abanico de actividades interesantes de acuerdo a su maduración y desarrollo.
  • Se modifican las rutinas, limitando las actividades físicas y sociales –distintas a compartir videojuegos-.
  • Los adultos se ocupan de las actividades de responsabilidad y cuidado (revisar sus tareas, sus útiles para el colegio, sus elementos para ir a deportes, etc.), impidiendo que el pequeño desarrolle estas habilidades de autonomía, mientras se halla inmerso en el juego.
  • Cuando se eligen sólo amigos y entornos vinculados a los juegos, restando amistades que no se enlacen a este ámbito, estamos ante un antecedente de riesgo de la mayor complicación de la adicción al juego, que es la ludopatía, asociada con las apuestas. Este trastorno está muy presente en nuestra sociedad actual, y se evidencia en la proliferación de casinos, casas de juegos y sitios web de apuestas.

NO TODOS LOS NIÑOS QUE USAN VIDEOJUEGOS SE TRANSFORMAN EN DEPENDIENTES

Aquellos más vulnerables a desarrollar una dependencia a los videojuegos son:

  • Los pequeños que exhiben inestabilidad emocional y los que presentan comportamientos impulsivos, sin detenerse a pensar antes de actuar.
  • Quienes muestran baja tolerancia a la frustración y se disgustan con los errores al aprender, situación que en el videojuego pueden evitar terminando la partida o reiniciándola (no así en la vida cotidiana).
  • Los niños con temperamentos irascibles, aquellos que se enfadan con facilidad y por motivos que habitualmente serían insuficientes para que la mayoría de los niños de su edad reaccionaran del mismo modo.
  • Los nenes que le dan muy poca o ninguna importancia a la opinión o aceptación de los demás, por lo que no les disgusta el hecho de aislarse a jugar.

ENTONCES ¿QUÉ HACEMOS CON LOS VIDEOJUEGOS Y LOS NIÑOS?

Como adultos responsables, en primer lugar informarnos y estar atentos a las actividades de los niños, ya sean videojuegos o cualquier otra. La mejor manera de construir empatía y poder ponernos en su lugar es conociendo. ¡Vamos por buen camino si has llegado hasta este punto del artículo!

A continuación señalo los aspectos considerados como responsabilidad absoluta del adulto:

  1. Informarse antes de adquirir un dispositivo o una consola, anticipando el uso que tendrá luego. Las consolas que poseen sensores de movimiento posibilitan utilizar juegos que impliquen desplazamiento físico, incluyendo actividad física en los juegos.
  2. Prever que los dispositivos portátiles -como iPad, iPod, tabletas, PSP, entre otras- pueden generar mayores dificultades para limitar su uso, por su versatilidad para ser trasladadas.
  3. Elegir videojuegos adecuados a los niños que los utilizarán, guiados por el contenido y edad. Las advertencias al respecto son muy claras en algunos países, como el código PEGI en España. (Ante la duda, investigar antes de utilizarlos).
  4. Definir el tiempo de uso de videojuegos. El apoyo con un límite externo inicialmente, ayuda a que el niño logre luego autorregular el uso, evitando así la instalación de patrones de comportamiento adictivos como los arriba descritos.
  5. Educar en hábitos saludables psicológicos, emocionales y sociales, apoyando la autonomía y la independencia, favoreciendo así la resistencia a las modalidades adictivas de relacionarse con objetos, personas y/o actividades.
  6. Generar ofertas atractivas que motiven hacia otras actividades, de modo que el videojuego sea una opción más entre otras, y que el niño experimente bienestar a través de otras experiencias.
  7. Retirar la consola temporalmente si observamos una serie de reacciones adictivas como las arriba enumeradas, entendiendo que estamos previniendo la instalación de un trastorno.  

El gran desafío que estamos teniendo los adultos es que requerimos de recursos creativos, vistosos y atractivos para competir con la motivación que despiertan los videojuegos. Entonces, lejos de demonizarlos, corresponde ocuparse del seductor generacional que despierta tanta polémica como en otra época fuera la televisión.

Que el pequeño maneje el videojuego y el videojuego no maneje al pequeño, depende de los adultos: el acceso lo disponemos los grandes.

NOTA: a menudo utilizo la palabra “niño” para referirme tanto a niños como a niñas, haciendo más grata la experiencia lectora.

Por: Lic. Marcela Monte
Licenciada en Psicología
Universidad Nacional de San Luis / Argentina
Psicoterapeuta Cognitivo – Conductual Infantil
Contacto: info@infantopsicologia.com

[1] Un interesante estudio de investigación acerca del desarrollo de materia gris en determinadas zonas del cerebro en jugadores de videojuegos es Max-Planck-Gesellschaft. (2013, October 30). Brain regions can be specifically trained with video games. ScienceDaily. Retrieved March 13, 2016 from www.sciencedaily.com/releases/2013/10/131030103856.htm
[2] Para profundizar en este tema el mejor libro que conozco es “¿Amar o depender?” de Walter Riso, Editorial Planeta.
[3] APA (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-V) (Fifth Edition). Washington, DC: American Psychiatric Association. Versión en español: Asociación Americana de Psiquiatría, Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), 5ª Ed. Arlington, VA, Asociación Americana de Psiquiatría, 2014. Ed. Médica Panamericana.

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