Una de las preguntas más frecuentes que se hacen los padres es cómo pueden controlar de forma adecuada las rabietas de sus hijos, especialmente entre los 0 y 6 años. Entérate de nuestras recomendaciones para salir airosos de esos episodios, en especial con el recurso del frasco de la calma. ¿Quieres saber cómo hacerlo? Sigue leyendo.
Estás con tu hijo pequeño y te pide un helado. Le dices que no es el momento, entonces él se lanza al piso y comienza a llorar y a sacudirse de manera descontrolada. Estás en medio de una rabieta. Los demás te miran, tú te sientes avergonzado, no sabes qué hacer.
Este episodio se repite más de lo que quisiéramos, aunque las rabietas pueden considerarse “normales” durante los primeros años de la infancia. Estas ocurren cuando el niño no consigue lo que desea de manera inmediata lo que provoca que se enoje, llore, lance objetos, se haga daño a sí mismo o a quien esté cerca de él. La rabia lo domina y es incapaz de expresar o controlar sus emociones.
¿Qué hacer frente a una rabieta?
Cuando el niño haga una pataleta:
- Conserva la calma
- Espera a que se tranquilice
- Solo préstale atención cuando haya pasado la rabieta
- Conversa con él sobre la causa de la pataleta
- Mantén las normas claras
- Ofrécele opciones
El frasco de la calma, ¡un excelente recurso!
El frasco de la calma es una técnica inspirada en la metodología de María Montessori, influyente pedagoga y educadora. Fue creado como herramienta para contribuir a la relajación de los niños en momentos de estrés. Con el frasco de la calma se busca que el niño canalice su ansiedad, potenciando la respiración y la calma gracias a la concentración. Va dirigido a atender esas situaciones pasajeras, cuyo origen está identificado plenamente.
¿En qué consiste el frasco de la calma?
Es un simple recipiente de vidrio o plástico traslucido al que se le agrega un poco de agua, pegamento, color artificial y brillantina (también conocida como escarcha). El resultado es un frasco lleno de destellos que los niños pueden agitar en un momento de estrés o rabia, para calmarse, distraerse y relajarse.
Cuando el niño está presentando una rabieta, su ritmo cardíaco y respiración se aceleran. Al observar el movimiento y caída de la brillantina en el frasco, se genera un modelo visual que envía una señal al cerebro para que disminuya la agitación, facilitando una reacción pensada y metódica en el niño.
El adulto puede generar un espacio para que el niño trate de explicar las razones de su rabia, tristeza o frustración, a medida que se va calmando. Este sencillo objeto, permite al pequeño aprender que al dar vueltas y vueltas a ideas negativas se siente cada vez peor, pero que si se concentra en sentir la respiración, enseguida se calma y se siente mejor.
No es solo para los niños
Haz de la elaboración del frasco de la calma una tarea en familia. Permite al niño escoger los colores y trabajar activamente en la construcción de este objeto. Cuando vayan a usarlo, proporciona las instrucciones de forma clara y cordial. Explícale sobre la importancia de respirar lentamente, de esa forma irá tomando conciencia de su capacidad de regular las emociones y despejar su mente. Hazle notar cómo el miedo, el estrés y al ansiedad van desapareciendo mientras observa la brillantina caer.
Otros beneficios del frasco de la calma
Además de permitir canalizar la ira de los niños, este sencillo dispositivo permite:
- Regular las emociones
- Estimular su capacidad de concentración.
- Estabilizar sus niveles de energía.
- Relajar la mente y crear hábitos de sueño.
- Brindar entretenimiento durante viajes largos o momentos que requieren esperar pacientemente.
- Calmar a niños intranquilos o con riesgo de hiperactividad.
Recuerda: regular sus emociones y comportamientos, es una habilidad que el niño desarrolla progresivamente. Para lograrlo requiere tiempo y la ayuda de sus padres.
2 comentarios
Que buen consejo.
De antemano muchas felicitaciones los temas son muy interesantes y m gustaría participar de su conferencia y muchas gracias.