Los niños y niñas gozan de cosas que los adultos pierden con el tiempo tales como la imaginación y la inocencia, ingredientes maravillosos de la felicidad. La humanidad nos despoja de creer en fantasías y en mundos posibles y sueños. Además, muchas veces perdemos la capacidad de creer en nosotros mismos y en que no todo es malo o perverso.
¡Sería bueno aprender a ser niños de nuevo!