“Si escuchas el silencio, cada gorjeo de un pájaro y cada susurro de las ramas de un pino agitadas por el viento te hablarán” – Confucio
A no ser que vivamos en medio del campo sin fluido eléctrico, lo más probable es que captemos montones de ruido e información a lo largo de cada día sin descanso alguno. Aunque caminemos solos por la calle, nos llegan sonidos de las llamadas telefónicas, alertas de mensajes de texto o redes sociales, conversaciones de otros, etc. Muchas personas van por la mañana al estudio o trabajo absorbiendo los tuits, los mensajes de whatsapp, videos y actualizaciones del móvil. Hay poco contacto con el silencio y cuando al fin lo tenemos, solemos llenarlo nuevamente con todo ese ruido al que estamos acostumbrados ¿Nos hemos preguntado cuántos minutos al día nos dedicamos a estar en silencio de verdad?
Desde etapas tempranas de nuestra vida estamos expuestos a grados variables de ruido o “contaminación acústica”. Dicho tipo de contaminación hace referencia a sonidos intensos, prolongados o molestos que pueden llegar a ocasionar en nosotros efectos fisiológicos y neurológicos nocivos. El ruido se define como todo aquel sonido (molesto e indeseable) que interfiere en nuestra vida diaria o en el descanso nocturno.
En las ciudades, principalmente, esa contaminación acústica está cada día más presente y viene dada por el desarrollo de actividades industriales, medios de transporte (trafico automovilístico), empresas de construcción, animales (ladridos de perros) y actividades lúdicas (locales de música o diversión), o recreativas personales o grupales.

Ruido mental
El ruido es algo tan frecuente y generalizado que ya ni nos quejamos. Es como si existiera una especie de derecho a generar ruidos sin tener en cuenta a las personas que nos rodean. El hecho es que día a día soportamos altos niveles de ruido. El límite superior deseable de ruido (según la OMS) es de 50 dB. De 55 a 75 dB, el nivel de sonido es considerado ruidoso. Por ejemplo el televisor con alto volumen, el aspirador, el secador de pelo y el reloj despertador generan 65 dB, y el camión de la basura 75db. Es decir, cada día convivimos con niveles de ruido que, además de ser molestos, nos producen daño.
Uno de los problemas de la contaminación acústica es que cuando detectamos los primeros síntomas de daños, ya se han producido trastornos en nuestro organismo. Algunas señales de alarma para identificar si el ruido de alrededor es demasiado alto, pueden ser si se tiene que gritar para ser escuchado por encima del ruido o si no puede entender a alguien que está hablando a una distancia corta. La sordera o hipoacusia aparece con niveles de 90 dB y superiores mantenidos. Una razón por la cual la gente no nota el daño que el ruido produce es porque la exposición excesiva al ruido causa pocos síntomas. La pérdida de la audición rara vez es dolorosa.
Otros efectos que produce el ruido sobre nuestra salud, además de los auditivos, incluyen: trastornos psicológicos tales como conductas de irritabilidad y agresividad, y/o estrés. Fisiológicos como aumento de la frecuencia cardiaca, la presión arterial y la frecuencia respiratoria; también alteraciones del sueño y del descanso, lo que conduce a la falta de atención y aprendizaje, somnolencia diurna, cansancio y bajo rendimiento. La perturbación del sueño con sus consecuencias notables en la actividad diaria es una de las principales consecuencias de este problema.
Infortunadamente, estamos tan acostumbrados a la bulla que el silencio nos genera cierta inquietud. A muchas personas les da miedo el silencio y siempre se verán metidas en algo —mensajes de texto, música, televisión, radio, llamadas telefónicas, video juegos o pensamientos —para rellenar ese espacio. Me pregunto, si la quietud y el espacio que nos aporta el silencio son tan valiosos para nuestro bienestar, ¿por qué no reservamos más tiempo en la vida para ellos? Y es que podemos sentirnos solos aunque estemos rodeados de muchas personas.
Muchos experimentamos un vacío en nuestro interior que no sabemos cómo manejar y queremos hacerlo desaparecer. La tecnología nos permite ahora estar más “conectados”, pero en el fondo seguimos sintiéndonos desolados. Consultamos las redes sociales muchas veces al día, compartimos chistes, fotos, mensajes, memes, uno tras otro, pues al estar en la red tratamos de evadirnos de lo que sentimos a través de una cantidad exorbitante de estímulos que nos atontan y nos hacen sentir parte de algo. Pero cuando llega el silencio, muchas emociones afloran con claridad y tememos darles salida.

Silencio
No obstante, vale la pena pensar que el silencio exterior puede propiciar nuestra búsqueda de silencio interior. Si nuestra mente está contaminada y aturdida por el ruido, no podremos estar en contacto con nuestra verdadera esencia. Por ello, es importante tener en cuenta que dentro de nuestra cabeza está sonando sin cesar un “pensar sin parar”, al igual que nuestro exterior y nuestro interior suelen estar llenos de ruidos, de esta manera, la plena conciencia es una práctica que puede silenciar el ruido interior. Sin embargo, al no tener una plena conciencia, nos dejaremos arrastrar por una marea de pensamientos que van del pasado al futuro y viceversa, y no podremos estar en paz y armonía con nosotros mismos.
A veces nos dejamos llevar por la culpa, el pesar, las perdidas relacionadas con nuestro pasado, y al llegar a nuestra mente los recuerdos y vivencias de otros tiempos, revivimos una y otra vez los sufrimientos que nos causaron, y nos quedamos allí sin poder avanzar. También, nos dejamos arrastrar hacia el futuro al mantenernos preocupados, ansiosos, recelosos y asustados por lo que vendrá más adelante y adicionalmente nos hace estar tan atrapados como si viviéramos en el pasado. Aunque muchos quisiéramos estar en el presente, generalmente andamos con la cabeza llena de ruido. Sentimos que nos falta tomar control sobre nosotros mismos, intuimos que nos falta algo, percibimos un vacío en nuestro interior o anhelamos que ocurra algo que nos cambie la vida.
Según Thich Nhat Hanh “la plena conciencia se describe como una campana que al sonar nos hace detener y escuchar el silencio. Podemos empezar a emplear una campanilla o cualquier otra cosa que nos ayude a no dejarnos contaminar por el ruido exterior ni el interior. Al oír el sonido de la campana, te detienes. Te concentras en la inhalación y la exhalación, haciendo un espacio para el silencio. Te dices: “Al inhalar sé que estoy tomando aire”. Al inhalar y exhalar de manera consciente y centrar tu atención en la respiración, silencias ese ruido que hay dentro de ti: el parloteo sobre el pasado, el futuro, y el deseo de tener algo más. Respirar durante dos o tres segundos conscientemente te permite darte cuenta de que estás vivo, inhalando. Qué estás aquí. Que existes. El ruido del exterior y del interior desaparece y notas un espacio inmenso, muy poderoso y elocuente”.
Podemos empezar por no temer al silencio. Emplear la conciencia plena que el silencio interior nos ofrece para darnos cuenta de muchas cosas acerca de nosotros mismos, de cada sentimiento, de cada percepción, y también para ver lo que ocurre a nuestro alrededor, en la comunidad. Para disfrutar de un silencio reconfortante no hace falta que nos vayamos a vivir a una cueva o en medio del bosque. Podemos estar rodeados de nuestra familia, ir al mercado, caminar junto a otros y, al mismo tiempo, disfrutar de un silencio y una soledad constructiva. Como la sociedad moderna está atestada de tantos sonidos que quieren captar nuestra atención y obtener nuestra respuesta, tenemos que aprender a crear un silencio y una soledad saludable dentro de nosotros.

Silencio y soledad saludable
Intentemos estar frente al silencio y a la soledad aunque sea unos pocos minutos al día e intentemos ser nosotros mismos y mantenernos centrados aunque estemos rodeados de gente y estímulos. Si aprendemos a sentirnos a gusto con el silencio y la soledad interior, seremos capaces de estar en comunión con el mundo. Recuerda que para poder relacionarnos con el mundo, antes tenemos que volver a nuestra esencia y relacionarnos con nosotros mismos con compasión y respeto. Por otra parte, te aconsejo romper con el hábito del ruido exterior e intentar tener un ambiente más propicio y saludable para vivir. La Dra. Eva Ormaechea Alegre nos deja las siguientes recomendaciones:
Dentro de nuestro lugar de vivienda:
- Evitar mantener equipos de sonido, televisores, maquina lavadora y otros electrodomésticos prendidos en todo momento y con alto volumen, evitar comunicarse con voz muy elevada o a gritos.
- A la hora de construir las casas se ha de tener en cuenta un buen aislamiento acústico. Algunas precauciones o medidas para conseguir un mejor aislamiento acústico incluyen la utilización de materiales que absorban el ruido (como tapetes de goma) bajo artefactos de cocina ruidosos, ordenadores y aparatos electrónicos que generan ruido. La presencia de cortinas y las alfombras ayudan a disminuir el ruido dentro de la casa así como las ventanas de panel doble.
- Las paredes recubiertas por papel rugoso o pintado absorben mejor el ruido.
- Elegir preferentemente viviendas alejadas de fábricas, zonas de tráfico denso y optar por viviendas cerca de parques, zonas verdes o peatonales.
En nuestra vida diaria:
- Intentar disminuir la exposición al ruido, siempre que sea posible.
- Elegir actividades de ocio en lugares no ruidosos.
- Utilizar orejeras especiales si la exposición es especialmente de riesgo (trabajar con maquinaria pesada) o tapones en los oídos cuando se vaya a exponer al ruido durante periodos de tiempo largos.
- No utilizar varias máquinas ruidosas al mismo tiempo o por ejemplo una costumbre habitual que es tener encendido en casa varios aparatos a volumen alto (televisión, radio, etc.)
- No tratar de evitar ruidos molestos con otros sonidos fuertes. En ese caso, utilizar tapones en los oídos.
En el tráfico:
- Mantener el vehículo en buenas condiciones, sobretodo, el silenciador. Respetar los límites de velocidad y sólo utilizar el claxon en aquellos casos que sea necesario. Hacer uso del transporte público y utilizar medios de transporte ecológicos como la bicicleta.
Dispositivos de música:
Debido a su generalización y uso habitual existe preocupación sobre el efecto que pueden tener los reproductores de MP3 sobre la audición. Éste está básicamente relacionado con el volumen y la duración del sonido. Uno de los problemas es que, con estos dispositivos, el volumen es con frecuencia alto y además se recibe directamente sobre el oído. Además, debido también a su comodidad y facilidad de uso se puede escuchar música durante un largo período de tiempo al día.
Las medidas para utilizarlos correctamente y evitar efectos indeseables sobre la audición incluyen fundamentalmente el ajuste adecuado del volumen en casa o en un lugar sin ruido, si no tendemos a ponerlo muy alto para bloquear el ruido del exterior. El volumen debe permitirnos escuchar los sonidos de fuera. También, se debe intentar limitar su uso diario y no sobrepasar las 2-3 horas diarias.
En el trabajo:
El trabajo es un lugar de riesgo donde la exposición al ruido puede ser muy importante pues hay importantes fuentes de agresiones auditivas. La prevención de riesgos laborales pretende contemplar estos riesgos, aunque no siempre se llevan a cabo o se evitan, educando a los empleados en medidas de prevención (como orejeras, tapones, realizar descansos periódicos, etc.).
Hay que tener en cuenta además que el riesgo de pérdida de capacidad auditiva se incrementa tanto con el nivel de decibelios soportados, como con la cantidad de años durante los que permanecemos expuestos al ruido.
Dentro de ti:
No olvidemos la importancia de detenernos de tanto en tanto, respirar y acallar el ruido de nuestros pensamientos. En esos tres sencillos actos podemos encontrar paz, sentido a las cosas que hacemos y bienestar. Cuando nuestra mente se acalla podemos oírnos a nosotros mismos, saber quiénes somos y cuál es nuestro propósito en la vida, al igual que experimentar armonía y satisfacción interior. Si tratas de que se haga silencio dentro de ti cada día, aunque no sea más que unos pocos minutos tenderás a quedarte mucho menos atrapado en las palabras. Al sentirte a gusto, inmerso en el silencio, experimentas libertad y entras en contacto con la esencia de las cosas. Para hablar a otros siendo realmente conscientes de nuestras palabras debemos procurarnos el silencio y practicarlo, sólo entonces seremos capaces de examinar con atención lo que son nuestras ideas y los factores internos que están marcando nuestros pensamientos y nuestras palabras.
Por: Dra. Iris Luna
Médico Psiquiatra – Máster en Nutrición
Especialista en Sobrepeso y Obesidad
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