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Disociación: el mecanismo que separa la mente de la realidad

Por Phrònesis

Los conceptos físicos son creaciones libres de la mente humana, y no están, aunque pueda parecerlo, determinados en forma única por el mundo exterior”. – Albert Einstein.

La disociación es una acto neuronal que interfiere entre lo que sucede en la realidad y la interpretación de la mente. Por ejemplo, esos momentos en que te concentras en un determinado sonido, lectura, conversación que, pierdes la noción del tiempo y espacio. Incluso, en ocasiones se olvidan por completo las acciones a seguir, sin entender cuál era el paso a seguir. El problema surge al desconocerse, creer que lo vivido es irreal o reconocer que se viven personalidades variadas.

La disociación puede ser causada por trastornos psicológicos arraigados a la personalidad, causados de mucho tiempo atrás o recientes. El comportamiento dependerá del tipo y nivel de impacto de los hechos recibidos. El punto está en identificar prontamente qué síntomas interfieren en la cotidianidad, desvariando la conducta. Ahora, no significa que confundas un dèjá vu con un trastorno de personalidad que necesita ser tratado bajo especialista.

Disociar se convierte en una herramienta mental cuando el inconsciente entiende que no hay otro camino más que permitir que algo suceda. Cuando no se puede escapar de una acción, la mente dirige al cuerpo si opción de evasión. Científicamente se descubrió que durante este proceso se acelera la producción de cortisol en el cuerpo. Recordemos que esta hormona permite asociar las experiencias y sus valoraciones, para ser alojadas y posteriormente recordadas. Además del cortisol, otras hormonas inhibidoras bloquean las expresiones corporales que impiden recordar lo vivido y bloquean lo positivo de la situación.

Entre la sintomatología de la disociación se encuentran los vacíos temporales mentales, que dejan las secuelas de las acciones. En ocasiones, las experiencias pueden aparecer de la nada o, por el contrario, nunca más recordadas. Entre otras, existe el endurecimiento emocional, el cual bloquea las sensaciones al volver a vivir o al recordar. Igualmente, las pesadillas también hacen parte, ya que puede visualizarse la vivencia abruptamente mientras dormimos. En este caso, la diferencia es que no son las imágenes exactas sino, representaciones alusivas del subconsciente.

Entre las consecuencias encontramos el trastorno de identidad o personalidad múltiple, traídos a la realidad en determinado caso. Aquí, la persona se comporta de forma común o totalmente extraña, siendo primordial que luego no se acuerde de nada. Entre otras, existe la amnesia disociativa, donde no se recuerdan los hechos traumáticos pero, inevitablemente, el comportamiento dicta retracción de la personalidad. Además, existe el trastorno de la desrealización, donde la persona considera irreal un aspecto físico, un familiar, un hecho histórico, entre otros.

Para su tratamiento, es necesario recurrir a un psicólogo o psiquiatra (dependiendo las características del problema). En primer lugar, debe fortalecerse mentalmente a la persona, partiendo de emociones positivas en situaciones y personas precisas. Luego, debe afrontarse el recuerdo traumático a partir del comienzo, durante y después del mismo. Por último, debe reintegrarse a la persona a la sociedad por medio de sus costumbres. El acompañamiento familiar, la separación de la persona causante (si es posible), desechar elementos, lugares y demás, será clave. Recordemos que este proceso tarda tiempo diferente en todos los pacientes, dependiendo el tipo de caso.

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