La inteligencia emocional es uno de los pilares de la educación efectiva que, lastimosamente, no ha recibido la suficiente atención por parte de los sistemas educativos tradicionales.
En Europa y Asia, los planes de enseñanza otorgan mucha importancia a que los niños aprendan a reconocer y relacionarse asertivamente tanto con sus emociones como con las de los demás.
Un ejemplo admirable de educación emocional es el que imparte el sistema educativo japonés, donde se habla de la importancia del respeto, la disciplina y otros valores involucrados en una vida sana y de éxito. Sin embargo, en otras partes del mundo las escuelas continúan priorizando una educación basada en el aprendizaje de materias lógicas y científicas, es por esto que el conocimiento y disposición de los padres es fundamental para el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños. Después de todo, la primera escuela es siempre la familia.
Una inteligencia emocional bien desarrollada es determinante para una vida plena y feliz. Los expertos coinciden en que las habilidades de reconocimiento y manejo emocional promueven el intercambio social sano, prepara a los niños para ser competentes, tomar decisiones acertadas e incluso podría reducir la propensión a la violencia en la adultez.
A continuación, encontrarás un listado de 5 consejos escritos por el experto Harvey Deutschendorf para ayudar a tus hijos a desarrollar una noción robusta de sus emociones y relacionarse asertivamente a lo largo de la vida.
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Motiva a tus hijos a expresar sus respuestas emocionales, no a reprimirlas
Para Deutschendorf, las emociones no son buenas ni malas, simplemente se trata de respuestas que experimentamos ante estímulos externos y que bien podrían ocasionar mayor daño intentando reprimirse que expresándose libremente.
La ira y la tristeza son parte de la amplia dimensión emocional que vivenciamos los seres humanos, y los niños deben aprender a relacionarse con estas experiencias a una edad temprana para así desarrollar su empatía y su capacidad de resiliencia (es decir, de recuperación emocional).
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Ayuda a tus hijos a contemplar opciones, pero no les digas qué hacer
Todo conflicto emocional amerita un análisis de posibles soluciones, sin embargo, no todos aprendemos a desarrollar una visión multidimensional de opciones y nos enfrascamos, en cambio, en una sola posibilidad, o bien en la frustración.
Enseña a tus hijos a contemplar todas las opciones disponibles, a autocuestionarse y a tomar en cuanto no solo sus sentimientos sino también los de los demás. Pero cuidado: no caigas en el error de indicarles lo que deben hacer en todo momento o no sabrán defenderse de los vaivenes del mundo cuando tú no estés para ayudarlos.
Una de las principales ventajas de la inteligencia emocional es que nos enseña a ser personas autónomas y aptas, no dependientes.
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Enseña a tus hijos a expresar y compartir sentimientos con tu ejemplo
Tus hijos harán con más facilidad lo que te vean hacer que lo que te esfuerces en decirles que es lo correcto. Esto aplica al cien por ciento para la inteligencia emocional en casa.
Servir de modelo a tus hijos es más que seguir hábitos de higiene y buenos modales, ellos observan atentamente cómo manejas la ira, la tristeza y la frustración. Si ven que te pones furioso y gritas improperios a un conductor en la vía, realmente creerán que ponerse furioso y gritar improperios es la mejor forma de lidiar con el estrés.
Siéntate con tus hijos cuando surja un conflicto emocional y demuestra con tu ejemplo cómo lidiar asertivamente con sentimientos negativos, o bien cómo expresar sin miedo sentimientos positivos, como el amor.
La paternidad es una escuela interminable, y en el tema de la inteligencia emocional, debes estar abierto como padre a la posibilidad (muy probable) de que incluso tú tengas todavía mucho que aprender.
Decide seguir educándote para educar.
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Ayuda a tus hijos a ser receptivos ante los sentimientos de los demás
La empatía le abrirá a tus hijos un universo de oportunidades en la vida, pero primero deberán aprender que las emociones y el sentir de los demás también son importantes, que sus actos y sus palabras repercuten en las personas que los rodean.
“Cuando tu hijo hable acerca de algo que le pasó en la escuela a alguien”, dice Deutschendorf, “pídele que imagine el modo en que debió sentirse esa persona. Para motivarlo a pensar de esta manera, comparte con el tus propios sentimientos acerca de cómo alguien en tu propio mundo debió sentirse cuando algo en específico le ocurrió”.
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Ayuda a tus hijos a reconocer factores detonantes de estrés en sus vidas y aprender técnicas para lidiar con ellos
Los factores detonantes de estrés son situaciones o elementos del mundo externo que nos hacen propensos a perder la calma, por lo cual suponen los “puntos débiles” para los cuales es preciso desarrollar técnicas de abordaje.
Habla con tus hijos acerca de las cosas que les hacen sentirse incómodos o molestos y pregúntales cómo perciben estos cambios de humor en su cuerpo. Algunas personas experimentan malestares físicos, como dolores de cabeza y molestias estomacales; enseña a tus hijos a identificar estas señales de alerta para que sean capaces de predecir una respuesta emocional negativa.
Comparte con tus hijos tus propios factores detonantes y cuéntales cómo has aprendido a lidiar con ellos, de este modo podrás ofrecerles también a ellos sugerencias para manejar el estrés y desarrollar sus habilidades sociales.
Recuerda también que reforzar positivamente a tus hijos es importante para que se sientan en confianza, respaldados y no teman compartir sus sentimientos con los demás.
Deutschendorf recomienda utilizar frases como: “Me gusta el modo en que no te dejaste llevar por la frustración o golpeaste a tu hermano pequeño cuando él interfirió en tu juego. Veo que encontraste la forma de que él hiciera algo divertido también. Esa fue una excelente manera de hacer las cosas, ¿cómo te sientes al respecto?”.
Referencias: Steven Aitchison