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¿Sabes qué es el síndrome de Madame Bovary?

Por Phrònesis
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Cuando Gustave Flaubert creó el personaje de Madame Bovary en el siglo XIX, probablemente nunca imaginó que, años después, las sociedades modernas hablarían de bovarismo y que un síndrome llevaría el nombre de su heroína.

¿Pero quién fue Madame Bovary y por qué ha inspirado la definición de uno de los peores males de la humanidad?

Emma Bovary y el fantasma de la desilusión

Madame Bovary cuenta la historia de Emma, una joven que para huir de la miseria y desolación de una vida en el campo, decide casarse con Charles Bovary, un médico mucho mayor que ella. Emma emprende  una nueva vida apartada de la ruralidad, pero pronto descubre que su condición de mujer de clase media es insatisfactoria y que su esposo (complaciente y de buen corazón) no es el hombre con el que soñaba.

La vida de Madame Bovary transcurre entre desengaños, quejas e idealizaciones que nunca ve concretadas. Ante la incapacidad de su marido para complacerla, muy a su pesar, Emma se dedica a representar sus fantasías románticas en las novelas que lee y se embarca en una relación extramarital con Rodolphe Boulanger, un terrateniente adinerado.

La vida de Emma parece tan vacía que ni siquiera la boda de su hija le produce felicidad. Su cabeza está llena de ilusiones abstractas sobre cómo debería ser la vida, y así construye un camino ficticio que la separa de la realidad hasta que decide tomar arsénico y muere de forma dolorosa.

¿Qué es, entonces, el bovarismo?

El filósofo francés Jules de Gaultier fue el primero en hablar de bovarismo en su obra Le bovarysme. La psychologie dans l’œuvre de Flaubert (1892) y Le Bovarysme (1902).

Gaultier definió el bovarismo como un estado de insatisfacción crónica inherente a la condición humana, un “principio histérico” que tendría lugar solo en Francia, no obstante, más adelante Arnold van Gennep analizó el bovarismo colectivo en los habitantes de Liberia a principios del siglo XX.

Aunque el Síndrome de Madame Bovary no aparece enlistado en el DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), el término es muy utilizado en la actualidad, e incluso se introdujo en el campo de la psiquiatría hace más de un siglo (1907), cuando Joseph Grasset lo empleó para describir “una incapacidad para adaptarse”. Posteriormente, Georges Gentil-Perrin lo definió como una “paranoia”; Joseph Levy-Valensi, como “mitomanía y falta de autocrítica”; Jean Delay, como un “conflicto con la realidad”, y Antoine Perot dijo que se trataba de “una neurosis patológica típicamente femenina”.

También en la psicología halló su camino el bovarismo. A finales de la década de 1940, el psicoanálisis se dedicó a analizar el síndrome de Madame Bovary como una especie de narcisismo (Maryse Choisy), una función humana básica (Jacques Lacan) o una neurosis caracterológica (Jean Bergeret).

¿Cuáles son los síntomas del síndrome de Madame Bovary?

Los síntomas del bovarismo se relacionan directamente con el comportamiento y personalidad exhibidos por Emma Bovary en la obra de Flaubert:

  • Expectativas irreales.
  • Distorsión de la realidad.
  • Metas imposibles.
  • Negación como estrategia de afrontamiento.
  • Autoreconocimiento deficiente o fantasioso (egocentrismo).

En otras palabras, las personas con síndrome de Madame Bovary tienen una idea muy peculiar (e ilusoria) de cómo debe ser el mundo y cómo deben comportarse los demás. Además, ven la realidad a través de la ventana equivocada, esto significa que toman únicamente lo que les conviene e ignoran lo que no; maquillan los hechos para tener la razón y culpar a otros de sus problemas. 

También está la tendencia a definir metas imposibles, la negación como estrategia de afrontamiento (es decir que, cuando algo no les agrada, prefieren fingir que no existe o no está ocurriendo). Por último, su capacidad de autoreconocimiento es deficiente, y a menudo tienen una imagen de sí mismas exageradamente positiva.

¿Qué hacer si comienzo a sentirme como Emma Bovary?

La insatisfacción es parte del ser humano, el problema surge cuando se convierte en un estado crónico que nos impide sentir alegría, gratitud y disfrutar la vida. 

Los síntomas del bovarismo pueden asomar en momentos de crisis matrimonial, profesional o espiritual, ya que es entonces cuando somos más propensos a sentir que nada de lo que hacemos es suficiente y que necesitamos tener o ser “más” de lo que somos. Cuando esto ocurra, recuerda que las dificultades son necesarias para alcanzar un estado más elevado de conciencia y enriquecer nuestra experiencia como humanos.

Todos pasamos malos ratos que nos sentimos incapaces de superar, pero lo mejor que puedes hacer para darle la vuelta a la realidad es aceptar el aprendizaje. La negación y la victimización solo harán el viaje más agitado, pero la aceptación te hará libre. 

Ya que no existe el bovarismo como diagnóstico clínico, si sientes que has llegado a un punto en el que no puedes lidiar con las circunstancias, es importante que busques apoyo psicológico. Un profesional te ayudará a llegar al epicentro del problema y solucionar el problema de raíz.

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