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Tengo un problema, ¿me ayudas?

Por Lic. Marcela Monte
Conflictos en la infancia

Frases que definitivamente alejan a los niños

¡Déjate de pequeñeces!”

No hagas caso, ya pasará”

Estoy con algo importante, no vengas con estas cosas”

¿Otra vez llorando? ¡Ya vete!”

Ya sea por estar demasiado ocupados, o por creer que no darle atención a un tema hará que desaparezca del panorama, los adultos muchas veces echan mano de estas u otras frases por el estilo para dar por finalizado algún tema incómodo, reiterado o agotador.

Creer que al dejar de lado el interés por algunos asuntos que plantean los niños, para que los dejen de vivir como problemáticos, es una fantasía adulta absolutamente irracional. Podría ocurrir que el tema no se vuelva a plantear pero internamente no habrá desaparecido; al contrario, quedará haciendo eco y amplificando su efecto dañino de la autoestima y la confianza.

Muchas veces se malinterpreta el concepto de reforzamiento, pensando que si se atiende a las quejas aumentará el uso de los lloriqueos como medio de comunicación, y que entonces los pequeños vivirán lamentándose para pedir cualquier cosa.

Lo cierto es que los niños relatan vivencias de profunda soledad cuando perciben desinterés por parte de los adultos importantes para ellos, al no ser escuchados.

Los conflictos en la infancia

Las contrariedades por las que atraviesan los chicos forman parte de sus aprendizajes sociales. Van desde resolver una diferencia con un amiguito muy querido hasta relatar un embrollo que produjeron, pasando por el dolor que sienten al ser agredidos o tener que defenderse de quienes se burlan de ellos en el colegio. Cuando un crío acude al adulto en busca de ayuda, lo hace porque no logra resolver la situación por sí mismo o porque ante una novedad no logra discernir cuál sería su respuesta más apropiada. Si no recibe respuesta, o recibe una de rechazo a sus planteamientos, esta situación deja una marca que inicia un gradual alejamiento, que se profundizará luego si se reiteraran estos menosprecios.

Para este niño, el conflicto por el que transita es sumamente importante pues está ocupando gran parte de su energía, justamente, porque no está pudiendo solucionarlo por sus propios medios. Imagina si es tan relevante como para que este hijo ocupe el tiempo y espacio que posee para estar con su mamá y papá.

El estrés infantil

Podrías preguntarte cómo es que un niño se estresa. Si revisamos el significado del término psicológico “estrés”, puede quedarte más claro: El estrés es la respuesta de tensión de la persona ante una situación –real o imaginada-, y que la misma persona evalúa que excede los recursos con los que cuenta para afrontarla. La criatura puede evaluar que no posee suficientes recursos para abordar una circunstancia cuando se trata de un suceso novedoso –algo muy frecuente en esa etapa de la vida-, porque se hayan modificado las características de un suceso, o que le tome por sorpresa el tener que resolver un tipo de problema  que nunca hubiera imaginado.

Si te detienes a pensarlo por un instante, la infancia es un período del desarrollo en el que la realidad se modifica más velozmente, y en la que la mayoría de las veces los cambios son ocasionados por el entorno, no voluntariamente. Los ambientes se modifican y las demandas se complejizan: nuevos compañeros, docentes, contenidos académicos, exigencias de rendimiento.

Los conflictos cambiarán, la distancia crecerá

A medida que esa personita vaya creciendo irá exponiéndose a diferentes escenarios y renovados inconvenientes, pero el que yace dentro de él será siempre el mismo ser, con los registros internos de la ausencia del apoyo y la escucha que experimentó a lo largo de su infancia, y así se transformará en un adolescente, luego un joven y un adulto. Será el mismo individuo, a medida que vaya creciendo, quien internamente no hallará motivos para creer que lo que le ocurre ahora es lo suficientemente importante como para compartirlo.

También existe la posibilidad de que explore el llevar su realidad al extremo de generar un problema trascendental para que sea definitivamente considerado como un conflicto y obtener la requerida atención. Pueden aparecer así las autolesiones, las agresiones, los daños a la propiedad, el consumo de drogas, la promiscuidad y otros panoramas por el estilo.

Son ideas que se han instalado como convicciones en la mente de este joven o adulto  y que se han ido fortaleciendo a partir de aquellas vivencias de indiferencia en la infancia. Los psicólogos que asisten adultos podrían confirmarlo:

No debo mostrarme vulnerable, pues nadie va a ayudarme”

Debo abandonar, no tengo herramientas para afrontar este desafío y tampoco dónde echar mano de ellas”

Es imposible resolver esto”

A nadie le importo”

¿A quién le importaría esto?”

Nadie puede ayudarme”

¿Quién estaría interesado en enterarse de esta situación?

No debo llevar problemas a las personas o dejarán de quererme/aceptarme”

No hay salida”

Detrás de toda queja, hay un pedido

Conociendo ahora la repercusión en el desarrollo de la salud mental y emocional que puede tener el hacer oídos sordos a los pedidos infantiles para resolver sus conflictos cotidianos, merece la pena hacerse la siguiente pregunta: ¿qué es lo que está necesitando este niño?, incógnita que podrá develarse a partir de un diálogo abierto y fluido y una escucha atenta.

Generalmente, con atención plena y a consciencia, aparece lo que hay detrás de las quejas reiteradas: podrían ser inseguridades, temores, sensaciones de no poder, ideas de no ser capaz. A partir de este hallazgo, los recursos que como adulto te ha dado la experiencia podrán ser transmitidos para que el niño afronte su situación, ensaye alternativas hasta que alguna funcione o sepa cómo tolerar la frustración si nada funciona. Lo que es seguro es que resguardará para lo que sigue de su vida la confianza en este entorno, sintiéndose valioso y digno de compartir sus dificultades para seguir adelante. 

 

Por: Lic. Marcela Monte

Facebook:  https://www.facebook.com/LicMarcelaMonte/
Licenciada en Psicología
Universidad Nacional de San Luis / Argentina
Psicoterapeuta Cognitivo – Conductual Infantil
Contacto: info@infantopsicologia.com 

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