La infancia es el momento en que mejor se adquieren los aprendizajes, y el manejo de las emociones es un aprendizaje fundamental que, del que podemos decir que, cimienta las bases de todos los aprendizajes posteriores.
Los beneficios de desarrollar la inteligencia emocional son múltiples, entre más pronto logre un niño poner en práctica técnicas de gestión emocional, será más efectivo su desempeño a la hora de afrontar situaciones adversas y reaccionar a ellas de forma inteligente, sin caer en la ansiedad, la depresión, el miedo, la ira, el capricho, el bullying o la agresión.
Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto”. Aristóteles
Aprender a ponerle nombre a las emociones
Ira, miedo, tristeza o felicidad. Parece muy obvio para los adultos, pero los niños no saben reconocer estas emociones con la misma facilidad. Puedes preguntar a los pequeños por medio de imágenes, cuentos o caricaturas qué emociones están sintiendo los personajes y por qué creen que se sienten de esa manera. Así, los niños aprenderán a reconocer sus emociones poco a poco y también las de los demás, y sobre todo, comenzarán a desarrollar la empatía.
Enséñales a tolerar la frustración
Es normal que los niños se vean superados por sus propias emociones, es entonces cuando hacen pataletas, gritan o golpean cosas. Es importante no reforzar esta conducta: una vez que haya terminado su rabieta, puedes preguntarle qué le sucede y explicarle cómo puede expresarlo en voz alta. De esta manera aprenderán desde pequeños a expresar sus sentimientos de la manera correcta.
Escuchar a los niños
Cuando los niños están expresando sus emociones, es importante que los padres los escuchen con total atención, mostrando interés en lo que están escuchando para así dejarles saber que comprenden lo que están sintiendo.
También te puede interesar: Cuando las palabras tienen poder: el maltrato verbal hacia los niños
Fomentar la empatía
La empatía se entiende como la comprensión de lo que los demás están sintiendo, es decir, ponerse en el lugar del otro. Enseñarle a los niños a identificar cómo se sienten otras personas y qué pueden hacer para ayudar mejorará sus relaciones sociales. Si algún familiar está triste, pregúntale al niño qué piensa que debería hacer para ayudar a esa persona a sentirse mejor, y si no lo sabe, puedes incentivarlo dándole ideas o invitándolo a dar un abrazo.
Motívalo
La motivación es imprescindible para que los más pequeños logren los objetivos que se ponen en la vida. Trabajar este aspecto les ayuda a adquirir tenacidad, ilusión, perseverancia, e incluso, tolerancia a las frustraciones. De esta forma, logran una mayor productividad y eficiencia para su futuro profesional.
Podemos motivar a los niños premiándolos cuando han hecho algo bueno, no necesariamente por medio de obsequios materiales sino también experiencias valiosas para ellos, como ir al cine o a un salón de juegos.
Desarrolla sus habilidades sociales
Las habilidades sociales están estrechamente ligadas con la empatía, ya que es imprescindible entender las emociones de las personas a nuestro alrededor para saber cómo actuar. Trabajando este aspecto, el niño consigue interactuar de forma adecuada y adquiere una mayor capacidad de asertividad.
Los grupos de convivencia (equipos de deporte, arte, ciencias o exploradores) son buenos para los niños, porque tienen la oportunidad de conocer a otras personas y simpatizar (o no) con ellas. Todo esto los ayuda a distinguir entre lo que disfrutan y lo que no, el tipo de gente con el que se sienten cómodos y aquellos gustos o preferencias que no están dispuestos a negociar.
Recuerda: una personalidad sólida ayudará a los niños más adelante para tener éxito en el plano laboral, las relaciones de pareja y la vida familiar.
2 comentarios
Gracias por la imformacion esta muy buena
Muy bueno.