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Castigos: ¿funcionan o no?

Por Phrònesis
Cómo debo castigar a mi hijo, Castigos: ¿funcionan o no?

Redacción Editorial Phrònesis.

El uso de castigos para la crianza de los niños es un recurso que suele ser ineficaz, mientras que en otras ocasiones puede llegar a funcionar. ¿A qué se debe esta inconsistencia? ¿Cómo podéis castigar a los niños para que aprendan a tener límites?

Los castigos: ¿por qué no funcionan?

La psicóloga barcelonesa María Luisa Ferrerós considera que los padres de hoy basan sus castigos en la privación de los privilegios del niño, como prohibirle mirar la tele, ver a sus amigos o jugar con un videojuego. Sin embargo, el problema para ella radica en que llegará un momento en que los padres quitarán todo a sus hijos y aún así no tendrán un buen comportamiento.

Por otro lado, la experta señala que los padres tienen mucha información a la mano y prueban varios enfoques para lidiar con el mal comportamiento de sus hijos. Acá el problema consiste en la inconsistencia, en probar otra cosa cuando lo primero ni siquiera tiene tiempo de funcionar.

Por supuesto, el castigo físico se debe evitar siempre. De acuerdo con Ferrerós, los niños consideran que la la violencia física es humillante y, aparte de lastimarlos y hacerlos sentir mal, no lograréis que comprenda por qué deben comportarse de una cierta manera. Más bien. este tipo de castigo producirá en los niños resentimiento hacia vosotros.

¿Cuándo funcionan los castigos?

Según esta psicóloga, los castigos deben ser siempre educativos, implicando un esfuerzo del niño, para disuadirle a no repetir el comportamiento incorrecto. La idea detrás del castigo debe ser que hay conductas del niño que no se pueden admitir y que cada una de las acciones del pequeño tendrá una consecuencia.

En este sentido, la firmeza de ambos padres hacia el niño es indispensable para que este tenga límites. Los hijos aprenderán rápidamente que hay cosas que uno de los padres deja pasar y el otro no. Lo ideal es que ambos estén de acuerdo en los comportamientos que no se pueden admitir y no dejarle pasar ni una.

No obstante, tampoco se debe caer en el exceso: no se puede castigar a un niño cada 5 minutos porque, de lo contrario, el pequeño comprenderá que el castigo es parte de su rutina diaria y este perderá efectividad. Tampoco se le puede dar un castigo muy grande a causa de una falta muy pequeña.

Además de la firmeza y el acuerdo entre ambos padres, es necesario que los castigos se impartan con calma, sin estar alterados emocionalmente. Vuestro tono de voz y expresión facial deben mantenerse serios para que el pequeño asocie su comportamiento con la respuesta que obtiene de vosotros.

Ejemplos de castigos educativos

Todo esto suena muy bonito en la teoría, pero ¿qué hay de la práctica? La psicóloga Celia Rodríguez Ruiz da algunos ejemplos de castigos educativos:

Para niños pequeños

Si llega la hora de salir al parque y el niño aún no ha ordenado sus juguetes, la salida se suspende hasta que él no los recoja. En esta situación se le explica al pequeño que hace falta ordenar los juguetes antes de salir porque llegará muy cansado del parque, va a cenar y terminará bañandose muy tarde.

Por otro lado, es fundamental que el comportamiento y el castigo guarden una relación obvia que se le pueda explicar al pequeño. Por ejemplo, si el niño no quiere comer sus vegetales, no tiene sentido no dejarle ver la tele.

Es importante que tu hijo coma vegetales porque necesita alimentarse de forma saludable; por ende, tiene más sentido privarle de un helado como postre si no come los vegetales ya que este no es un alimento sino una golosina. Si se los come, puede comer helado.

Para un adolescente

Un ejemplo con un adolescente. En caso de que el joven tenga un examen y os déis cuenta de que no está estudiando, hay que dejarle suspender. Luego es necesario conversar con él para que reflexione por qué ha suspendido y qué se puede hacer para que esto no vuelva a ocurrir.

En este caso, el castigo podría ser que el adolescente deba cumplir con una cierta cantidad de horas de estudio a diario o durante la semana. Si esta condición no se cumple, entonces no tendrá privilegios como tener un móvil, pasear con los amigos, jugar con la videoconsola, etc.

Ya que se trata de un joven, lo más importante es negociar con él cómo evitará recaer en esta situación, sin imponerle nada porque esto despertará su rebeldía; por supuesto, una vez llegado a un acuerdo entre ambas partes, tendréis que vigilar que vuestro hijo lo cumpla.

Por: Editorial Phrònesis
Para: 
elartedesabervivir.com

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