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Carta a esa situación de dolor y sufrimiento que tanto me enseñó

Por Phrònesis
Carta a esa situación de dolor y sufrimiento que tanto me enseñó

Dicen que nada dura para siempre, incluyendo el dolor. Esto es algo que me costó creer hace un tiempo, pero hoy puedo mirar atrás y comprobar que es cierto: por difícil que parezca una situación, la marea siempre baja. 

Cuando lo consideras detenidamente, te das cuenta de que una parte sustancial de tu vida siempre ha estado llena de buenos momentos. Es solo que la tristeza te distrae, así como la frustración y saber que las cosas a veces no salen como quieres. 

Los tiempos difíciles son magnificados por el cerebro, porque obsesionarse con ellos es fácil. Sé cómo funciona, lo he vivido antes: una experiencia difícil puede convertirte en una persona amargada gracias a que tu mente la exagera mucho tiempo, hasta que ese recuerdo comienza a controlar lo que haces. 

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Parece que fue ayer cuando sentí que el mundo se me venía encima, y que no había nada que hacer para evitarlo. Además, sentía que nadie podía entender cómo me sentía y que estaba completamente solo/a en el mundo. 

Creo que lo más aterrador de los momentos difíciles es no saber lo que pasará después. Aunque seas optimista y tengas fe, en los malos tiempos no puedes anticiparte a los hechos, y las cosas siempre pueden salir mal tanto como pueden salir bien. 

Hace un tiempo, hubo un evento que me hizo pasar por una mala racha (física, emocional o financieramente). Incluso llegué a pensar que mi suerte no cambiaría, y que las cosas solo se pondrían peores con el tiempo.  

Por experiencia propia, sé que el dolor y el trauma pueden distorsionar la realidad y hacerte dudar de tu valía como persona. El sufrimiento también puede adormecer tus emociones, haciéndote creer que aislarte del mundo evitará que salgas lastimado otra vez. 

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Es normal que los momentos difíciles moldeen nuestro carácter, pero no siempre te gustarán las decisiones que se toman cuando las cosas marchan mal. Aun así, déjame decirte algo: cuanto mayor sea el sufrimiento, mayores oportunidades tendrás para reinventarte. 

Identificar lo que ya no funciona en tu vida es más fácil cuando el mundo se desmorona a tu alrededor, y puedes ver las bases que te mantienen a flote. También es más fácil darte cuenta de quiénes te valoran realmente cuando necesitas apoyo, bien sea moral, espiritual o material. 

En cambio, en los “buenos tiempos” se disimulan mejor los errores y los problemas pasan desapercibidos. 

No puedo pretender que no salí lastimado/a o que no hubo consecuencias, pero he aprendido que los golpes más duros en la vida solo se pueden superar cuando te levantas, te quitas el polvo de encima y buscas alternativas. 

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Esta es otra lección importante que aprendí en momentos difíciles: el secreto para salir adelante en tiempos de adversidad es mantener una perspectiva amplia de lo que nos sucede y tomar decisiones teniendo en cuenta el panorama general. Nadie más lo hará por ti. Si bien diferentes personas pueden caminar a tu lado para apoyarte, no sería prudente depender por completo de los demás.

Sé que entender esto es difícil y hasta decepcionante, pero es cierto: vale la pena que confíes en ti mismo/a ciegamente. Cuanto más aprendas a confiar en ti, la vida se volverá más sencilla. 

Si bien los periodos de crisis te dejarán pérdidas difíciles de compensar, ya sean emocionales o financieras, poner tu enfoque y energía en los aspectos más positivos de la vida te ayudará a sobreponerte y sacar lo mejor de cada experiencia. 

El ingrediente más importante en la receta de la felicidad es la gratitud por todo lo que tienes, material o no material, grande o pequeño. Recordar las pequeñas alegrías de la vida evitará que tu esencia quede contaminada por el pesimismo y el dolor; nunca olvides que hay más motivos para sonreír que para llorar, y que los malos momentos pasarán. 

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Phrònesis

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