La ecología emocional es el arte de gestionar nuestros afectos (emociones y sentimientos) de tal forma que su energía promueva conductas que aumenten nuestro equilibrio personal, favorezcan el desarrollo de nuestra capacidad de adaptación positiva, la mejora de nuestras relaciones interpersonales y el respeto y cuidado de nuestro mundo. Dos valores están profundamente unidos a este planteamiento: la responsabilidad y la conciencia del impacto emocional global. Si bien no somos responsables de lo que sentimos, si que lo somos de lo que hacemos con lo que sentimos. Y nuestras acciones y nuestra pasividad tienen consecuencias.
El difícil arte del equilibrio vital
Nosotros elegimos ser parte de la solución o ser parte del problema. Lo que somos nosotros: esto es el mundo. La ecología emocional
Ya nadie pone en duda de que es preciso cuidar el medio ambiente. Poco a poco tomamos conciencia de que es importante no contaminar porque nos estamos jugando nuestro porvenir y el de toda la vida del planeta. La ecología emocional hace un paralelismo entre la ecología del medio ambiente y el mundo afectivo. De la misma forma que ya no consideramos admisible que alguien lance residuos tóxicos a un río –porque sabemos que las plantas, los peces y el río van a morir – tampoco podemos permitirnos ir lanzando indiscriminadamente partículas emocionales tóxicas al exterior. Los seres humanos y la naturaleza somos sistemas abiertos interdependientes. Nuestro ecosistema afectivo y natural es frágil y somos responsables de protegerlo.
¡Es la vida!
Un padre y su hijo estaban caminando por las montañas. De repente, el hijo se hizo daño y gritó:
– ¡Aaaaaahhhhhh!
Sorprendido, oyó cómo la voz se repetía en algún lugar de la montaña:
– ¡Aaaaaahhhhhh!
Con curiosidad, gritó:
– ¿Quién eres?
Y la voz le respondió:
– ¿Quién eres?
Se enfadó con la respuesta y gritó:
– ¡Cobarde!
Y la respuesta que recibió fue:
– ¡Cobarde!
Miró a su padre y preguntó:
– ¿Qué esta pasando?
El padre sonrió y le dijo:
– Hijo mío, presta atención.
El padre gritó a la montaña:
– ¡Te admiro!
La voz respondió:
– ¡Te admiro!
Otra vez gritó el hombre:
– ¡Eres un campeón!
La voz respondió:
– ¡Eres un campeón!
El chico se sorprendió, pero no entendió. Así es que su padre le explicó:
– La gente lo llama eco, pero la verdad es que es la vida.
La gestión de las propias emociones no es delegable. Debemos procesar nuestras basuras emocionales a diario. De no hacerlo así corremos el riesgo de utilizar a quienes nos rodean como contenedores donde volcar nuestra tensión y toxicidad no procesada. Recibimos lo que lanzamos y si no nos gusta lo que nos llega debemos revisar lo que emitimos. Es el efecto boomerang.
La contaminación emocional
El verdadero signo de fuerza es permitirse el lujo de ser delicado.”, Lao Tse
Nuestro mundo se ha convertido en «zona irritable». La globalización lo facilita. Las distancias son cada vez menores y más fáciles de superar y hacen que todo parezca más pequeño. Nos contagiamos costumbres, formas de ver el mundo, deseos, ansias, ideas, emociones y conductas. Mucha información que debe ser procesada adaptativamente si queremos mantener el equilibrio.
Lo cierto es que la gestión incorrecta de nuestro clima emocional interno repercute directamente en el empeoramiento del clima emocional global que se está deteriorando cada vez más debido a nuestro analfabetismo emocional y a nuestra irresponsabilidad. Esta incompetencia no solo tiene un impacto negativo en nosotros mismos, – en el sentido de un mayor sufrimiento e infelicidad-, sino también en quienes nos rodean dado que se van a contaminar con nuestro caos.
El contagio emocional negativo o contaminación emocional es el fenómeno por el cual lanzamos, al exterior o al interior de nosotros mismos, basuras emocionales. Fluye a mayor velocidad que el contagio positivo. Se contagian conductas, ideas y emociones desadaptativas que nos producen dolor y debemos aprender a filtrar.
Clima emocional global
Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras. Cuida tus palabras porque se volverán actos. Cuida tus actos porque se harán costumbre. Cuida tus costumbres porque forjarán tu carácter. Cuida tu carácter porque formará tu destino, y tu destino será tu VIDA.”, Gandhi
El clima emocional global es el resultado de la interacción de las emanaciones emocionales que cada uno de nosotros aporta al medio. Podemos aportar alegría, ternura, gratitud, sensibilidad, amor, serenidad… o bien, ira, resentimiento, envidia, angustia, miedo. En función de cuál sea su tonalidad emocional tendremos unos resultados u otros. En la actualidad padecemos un calentamiento emocional global que se manifiesta en multitud de signos que en forma de lluvia ácida nos corroen y destruyen.
Decía Cesare Pavese que la insatisfacción que algunas personas sienten es como un cáncer que les roe, un excremento cotidiano, un mal a plazos:
Se acumula, se acumulan rabias, humillaciones, barbaridades, angustias, llantos, frenesíes y al fin nos encontramos con un cáncer, una nefritis, una diabetes, una esclerosis que nos aniquila. Y voilà”
Acumulamos basuras emocionales que deberían ser eliminadas por higiene. Su retención nos causa desequilibrio y enfermedad. Buscamos culpables en vez de erigirnos como responsables y gestionar el revoltijo de emociones caóticas que a veces nos inundan. Rebotamos la agresión —que creemos haber recibido— a quien sentimos que nos ha ofendido o a quien, por pura casualidad, pasaba por ahí.
Toxicidad emocional
EMOCIONES | PENSAMIENTOS | CONDUCTAS |
Abulia | Distorsiones | Buscar culpables |
Ansiedad | Juicios de valores | Coaccionar |
Celos | Negativismo | Descontrolarse |
Desánimo | Prejuicios | Difamar |
Descontento | Sospechas | Etiquetar |
Desesperanza | Rigidez mental | Exigir |
Enojo | Faltar al respeto | |
Envidia | Gritar | |
Ira | Imponer | |
Irritabilidad | Insultar | |
Malhumor | Invadir | |
Odio | Mentir | |
Rencor | Menospreciar | |
Resentimiento | Propagar rumores | |
Quejarse | ||
Vengarse |
De forma lenta, insidiosa y progresiva nuestro medio va acumulando tóxicos, o materiales altamente explosivos que emanamos y luego “respiramos”. Así nos vamos contagiando unos a otros y amplificamos el caos, el sufrimiento y la destrucción. Este calentamiento emocional global tiene consecuencias, precios demasiado caros que no nos podemos permitir pagar. Veamos algunas consecuencias.
Consecuencias
- Adicciones como forma de huida
- Aumento de la tasa de sufrimiento global
- Aumento de los miedos y fobias
- Agotamiento
- Caos emocional
- Conductas violentas: mobbing, maltrato físico, verbal, psicológico, emocional o moral
- Desesperanza
- Corrupción
- Contaminación y falta de cuidado del medio natural y humano
- Desequilibrio
- Destructividad
- Enfermedades: ansioso-depresivas
- Fuga de energías
- Guerras
- Infelicidad
- Relaciones de bajo nivel de calidad
- Soledad
- Terrorismo
Principios preventivos para una vida emocionalmente ecológica
Si cada día nos arreglamos el cabello…¿por qué no hacemos lo mismo con el corazón?”, Gandhi
Con cada una de nuestras conductas colocamos una pieza en el fundamento de nuestro mundo interior bien en el sentido del equilibrio o en el del caos. ¡No esperemos que alguien solucione nuestra vida, tenemos margen de maniobra y podemos mejorar nuestro clima emocional! Estas son algunas propuestas que desde la ecología emocional proponemos aplicar para mejorar nuestro clima emocional:
- Principio de prevención: “Hoy estamos otra vez en una de estas situaciones decisivas en que la diferencia entre la solución violenta y la solución anticipada puede significar la diferencia entre la destrucción y el fértil desarrollo de nuestra civilización” (Erich Fromm) ¿Qué eliges: formar parte del problema o ser parte de la solución?
- El modelo CAPA de ser humano: persona Creativa – Amorosa – Pacífica- Autónoma. Se trata de desarrollar sincrónicamente estos cuatro ejes que propone la ecología emocional.
- Principio de responsabilidad en la autogestión emocional. Debemos asumir la responsabilidad de dar una salida no agresiva a nuestro caos construyendo un autocontrol emocional que descanse en el conocimiento y confianza en nosotros mismos.
- Aprender a reforzar nuestra mente – para que sea más flexible y capaz de comprender que no existe una realidad única y que somos interdependientes -; a gestionar de forma emocionalmente más ecológica nuestras emociones – para que éstas no se transformen en productos tóxicos y a dirigir su energía hacia la mejora individual y colectiva.
- Buen uso y ahorro de energía emocional: Elegir bien los objetivos y las personas en las que invertimos energía emocional. No despilfarrarla. Centrarnos en aquello que podemos controlar y mejorar –nosotros mismos – en lugar de empeñarnos en cambiar a los demás.
- Uso de fuentes de energía emocional limpias, renovables y no contaminantes: movernos por el empuje de la alegría, la curiosidad, la confianza, la valentía, la generosidad o el amor.. en lugar de hacerlo por coacción, por un falso sentido de la obligación, por lo que dirán los demás, por egoísmo o interés.. La misma acción puede dar lugar a resultados totalmente opuestos en función de si la fuente de energía emocional es limpia o contaminadora.
- Crear espacios protegidos para especies emocionales en peligro de extinción donde puedan crecer, entre otras, la ternura, el amor, la serenidad y la gratitud
- Protección del clima emocional evitando las contaminaciones por quejas, rumores, insultos, juicios de valores, menosprecios. Aplicar el principio del respeto y mantener las distancias adecuadas.
- Los siete principios para la gestión emocionalmente ecológica de las ofensas
Principio de autonomía: Ayúdate a ti mismo y los demás te ayudarán.
Ayúdate a ti mismo descargando el peso de las ofensas, librándote de los rencores, aprendiendo mejores estrategias para prevenirlas y solucionarlas. Ayúdate a ti mismo y recibirás ayuda. No vayas de quejica ni de víctima. Colabora contigo mismo en la adquisición de más conocimientos, date lo que necesitas sin esperar tanto de los demás. Ábrete a la vida. Ofrécete todas las oportunidades que te mereces.
Principio de la prevención de dependencias: «No hagas por los demás aquello que ellos puedan hacer por sí mismos».
Porque puedes ofenderles si lo haces. Es como si consideraras que ellos son incapaces o menos competentes; y ésta es una invasión de su espacio de crecimiento, de libertad, de decisión, de aprendizaje. Estableces una relación de poder y dependencia que genera ofensa y resentimiento. Además es una falta de respeto.
Principio de la correspondencia o del bumerán: «Todo lo que les haces a los demás también te lo haces a ti mismo».
O sea que si ofendemos, nos ofendemos; y si perdonamos, nos perdonamos. Lo que emitimos, recibimos. Así pues, si no nos gusta lo que recogemos es preciso revisar lo que sembramos.
Principio del reconocimiento de la individualidad y la diferencia: «No hagas a los demás lo mismo que quieres para ti, ellos pueden tener gustos distintos».
En el tema de la ofensa hay muchos factores culturales imbricados. Es importante no ir por el mundo con una actitud paternalista o de pensamiento único. La flexibilidad mental y el reconocimiento del derecho del otro a pensar y a sentir, dentro de un marco de valores que fomenten la convivencia, son estrategias esenciales para vivir libres de la carga de la ofensa.
Principio de la moralidad natural: «No hagas a los demás aquello que no quieres que te hagan a ti».
¿No quieres recibir agresiones, críticas, insultos, humillaciones u ofensas? Pues no lo hagas tú. ¿No quieres que se te ignore, se te aísle, se burlen de tu manera de hacer o de ser? No lo hagas tú. Es el gran principio común a todas las culturas y civilizaciones. Quizá no nos ponemos de acuerdo en lo que es deseable pero pocas personas disienten acerca de lo que consideran indeseable.
Principio de la autoaplicación previa: «No puedes hacer ni dar a los demás aquello que no te das a ti mismo».
Aunque hay quien piense que es posible. Intentamos cuidar al prójimo sin cuidar de nosotros mismos, dar paz, sin tener sosiego interior; recomendamos a los niños que se perdonen, pero vivimos peleados. Tenemos un problema de coherencia personal. Esta división interna nos causa un sufrimiento que trasladamos a nuestra conducta. Debemos empezar por nosotros mismos. Sólo a partir de ahí podremos educar e influir en los demás. ¿Por qué no añadir a la oración del Padrenuestro: « …así como nosotros nos perdonamos a nosotros mismos y a nuestros ofensores».
Principio de la limpieza relacional: «Tenemos el deber de hacer limpieza de las relaciones ficticias, insanas y que frenan nuestro crecimiento personal».
Somos responsables sobre nuestras relaciones. Y si éstas son agresivas e irrespetuosas, dañan nuestra autoestima o ahogan nuestra posibilidad de ser… debemos desprendernos de ellas. Porque si convivimos con alguien que ha elegido vivir ofendido o que ejerce de ofensor acabaremos contaminándonos emocionalmente y contagiándonos con su conducta.
— Maestro, ¿qué debo hacer para no ofenderme tan a menudo? Creo que algunas personas hablan demasiado y otras son ignorantes; algunas son injustas y otras me invaden. Siento odio cuando son mentirosas y sufro cuando me calumnian.
— ¡Pues, vive como las flores! —respondió el Maestro.
— Y ¿cómo es vivir como las flores? —preguntó el discípulo.
– Pon atención a esas flores —continuó el Maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín—. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos. Es justo asumir la responsabilidad de los propios errores, pero no es sabio permitir que los defectos de los demás te incomoden. Es su responsabilidad y no tu culpa. Y si no es tuya, no debes quedarte la ofensa. Ejercita, pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien. Eso es vivir como las flores.
Por Jaume Soler y Maria Mercè Conangla
www.fundacioambit.org
www.ecologiaemocional.org
@EcoEmocional
Referencias
- La Ecología emocional. Jaume Soler i Mercè Conangla. RBA
- Juntos pero no atados. Jaume Soler y Mercè Conangla. Amat
- Sin ánimo de ofender . Jaume Soler i Mercè Conangla. Integral
- La vida viene a cuento. Jaume Soler i Mercè Conangla. Integral