En los últimos años se ha extendido una nueva tendencia denominada Baby Led Weaning (BLW) o alimentación complementaria guiada por el bebé y directamente con sólidos, en lugar de con papillas. El método se basa en dejar que el bebé agarre los alimentos y decida llevárselos a la boca cuando esté preparado para ello, sustituyendo el rol pasivo en el que es alimentado por un adulto.
Estudios publicados hasta el momento, lo presentan como un método seguro y perfectamente aplicable a partir de los 6 meses en niños con un desarrollo psicomotor normal. Asimismo, aporta multitud de beneficios al niño, respeta su propio ritmo y fomenta que desarrolle una buena relación con la comida y, por tanto, unos hábitos saludables.
Este método surgió hace unos años en el Reino Unido de la mano de Gill Rapley, matrona y enfermera pediátrica, que tras años de observar los problemas que surgían cuando se forzaba a los niños a comer papillas, desarrolló la teoría de una alimentación guiada por el bebé, directamente con sólidos, dándole el nombre de baby-led weaning.
No es un reemplazo de la lactancia
Con el BLW, el bebé sigue adoptando un papel activo en su alimentación, tal y como lo venía haciendo con la lactancia materna a demanda, que, no obstante, seguiría siendo la principal fuente de alimentación del niño durante el primer año. Existen sólidas bases científicas que demuestran que la lactancia materna es la mejor y más saludable forma de nutrición durante los primeros meses de vida, ya que cubre perfectamente las necesidades nutricionales y emocionales que pueda tener el bebé en cada momento.
Durante la alimentación complementaria comen muy poca cantidad al principio; básicamente juegan y experimentan sabores y texturas. No hay ningún problema, ya que a estas edades la alimentación tiene un objetivo educacional, no nutricional, pues sus necesidades están cubiertas por la lactancia.
En nuestra cultura, está muy enraizada la manera de alimentar a los bebés utilizando alimentos triturados y mezclados que se administran con cuchara. Hay muchos niños que aceptan bien la alimentación con papillas y cuchara, pero muchos otros la rechazan casi desde el principio, convirtiendo la hora de la comida en toda una batalla, o terminan por rechazarla cansados de sentir siempre la misma consistencia y textura. De esta manera, estamos provocando que el niño tenga que sufrir varios “destetes” en su vida: primero del pecho a las papillas y luego de las papillas a los sólidos.
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Consejos y recomendaciones para iniciar el BLW
- Siente al bebé frente a la mesa, donde pueda mover los brazos libremente. Nunca acostado.
- Comenzar con alimentos fáciles de agarrar (trozos grandes) y blandos.
- En cuanto a la presentación de las frutas, en el caso de la naranja, mandarina y similares, con o sin piel (atención a las semillas); la manzana SIEMPRE cocida, por ser dura tiene un alto riesgo de atragantamiento.
- Uvas, tomates cherry, arándanos y demás frutas redondas y pequeñas, SIEMPRE cortadas en cuartos o al medio, ya que por su forma tienen un alto riesgo de deslizamiento.
- Verduras en bastones fáciles de agarrar (más grandes que el puño del bebé). Brócoli y coliflor pueden darse en arbolitos, puesto que son fáciles de manipular, cocidas al vapor, hervidas o al horno.
- Las carnes pueden darse cocidas en dados o desmenuzadas, todo depende de las habilidades del niño y la capacidad de gestión que tenga. Cada niño es único.
¿Cómo introducir el resto de alimentos de manera natural, adecuada y atractiva para el bebé?
Cada alimento nuevo se ofrecerá en la mañana o tarde durante 3 días (seguidos o no, pero NUNCA intercalando alimentos nuevos entre días) para descartar posibles alergias. Una vez introducidos podrán combinarse para elaborar platos más complejos.
Aunque no existe un calendario único sobre el orden de introducir la alimentación complementaria, hay suficientes evidencias para hacer algunas recomendaciones claras:
- Como norma general, lo que come el resto de la familia es adecuado para el bebé si se empieza con ingredientes naturales, se sirven tantos alimentos frescos como sea posible, preferiblemente de la región y de temporada, y se cocina sin añadir sal o azúcar.
- La alimentación de la familia debe basarse en la fruta, la verdura y los hidratos de carbono, a los que hay que añadir pequeñas cantidades de alimentos ricos en proteínas, calcio y hierro, y cantidades aun menores de aceite o grasas saludables.
- Frutas y verduras. Se pueden incluir frutas y verduras de todos los colores. Se recomienda retrasar hasta el año las verduras de hoja verde por su alto contenido en nitratos.
- Cereales y féculas. Son una fuente importante de hidratos de carbono. Los lactantes toleran muy bien la patata y otros tubérculos, que comienzan a digerirse ya en la boca por acción de la amilasa salivar. A partir de los 6 meses pueden introducirse ya todos los cereales, incluidos los cereales con gluten; no hay evidencias para retrasar su introducción, la única recomendación que ha demostrado proteger frente al desarrollo de enfermedad celíaca consiste en introducir el gluten mientras el bebé está siendo todavía amamantado y en pequeñas cantidades que irán progresivamente aumentando.
- Tradicionalmente se ha aconsejado su introducción a partir de los 10-12 meses, pero no existe ninguna razón que contraindique su introducción a partir de los 6 meses. Aportan hidratos de carbono, proteínas y hierro, entre otros.
- Proteínas animales. Suele recomendarse la incorporación de la carne ya a partir de los 6 meses por ser una fuente de hierro (primero de ave y luego de ternera, cordero y cerdo). El pescado y el huevo, sin embargo, tradicionalmente se han retrasado un poco más por el elevado número de niños que desarrollan alergia a sus proteínas. No hay evidencia sobre el momento adecuado de introducirlos, pero sería prudente hacerlo a partir de los 8-9 meses. La leche de vaca entera sin modificar no deberá introducirse hasta el año de edad; sí podrán ofrecerse antes queso, yogur y otros lácteos.
- Frutos secos. Por su tamaño y consistencia suponen un riesgo importante de atragantamiento, por lo que no se aconseja ofrecerlos enteros después de los 3 años. Pueden introducirse antes en forma de pasta o mantequilla, untados en pan, por ejemplo, ya que son una buena fuente de proteínas, grasas y hierro. Sin embargo, debido a su potencial alergénico, no suele hacerse antes del año.
- La sal y el azúcar son perjudiciales para el bebé. Los alimentos sazonados pueden dañar la función renal, y el azúcar, además de aportar calorías vacías, puede ser dañino para los dientes, incluso antes de su erupción.
- Igualmente, debe evitarse la comida preparada y procesada, que suele contener niveles elevados de sal, azúcar y otros componentes poco seguros, como conservantes y aditivos.
- Los bebés no necesitan más bebidas que la leche materna (o de fórmula si no es amamantado) y el agua. Pueden ofrecerse pequeñas cantidades de agua en tazas fáciles de agarrar, pero no debe preocupar si al principio el niño prefiere la leche materna para aplacar su sed. No son adecuados el café, el té ni las bebidas edulcoradas o con gas.
La alimentación complementaria a demanda a partir de los 6 meses es, como se ha expuesto, una opción perfectamente válida y que puede aportar beneficios al bebé cuando hablamos de lactantes sanos y con un desarrollo psicomotor normal para su edad, ofrece multitud de beneficios al bebé y facilita que desarrolle una buena relación con la comida y unos hábitos saludables. No obstante, es el nutricionista quien debe planificar una dieta adecuada a medida que la alimentación complementaria vaya adquiriendo importancia dentro de la dieta del niño.