Las antiguas amistades ocupan un espacio en nuestras vidas. Aunque, muchas veces, pareciera que no. Así, nuestro círculo social se haya ampliado y tengamos nuevos amigos, una vieja amistad siempre está latente. Quienes alguna vez fueron tus mejores amigos probablemente conocen muchos detalles íntimos de tu vida. Sin embargo, si han marcado distancia puede que no tengan idea de cuáles son tus aspiraciones actuales. Es por ello que, siempre es bueno mantener a toda costa a los amigos. Aquí, te enseñamos a recuperar esas viejas amistades que das por perdidas ¡Presta mucha atención!
¿Qué debo hacer si quiero recuperar una vieja amistad?
Si te has propuesto la tarea de recuperar una vieja amistad que dabas por olvidada. Entonces, estas en el lugar indicado. A continuación, te contamos cómo hacerlo. Sólo debes seguir estos consejos que te damos…
Evalúa si es una amistad que merece la pena
En primer lugar, hay que preguntarse si en verdad es una vieja amistad que vale la pena recuperar. Al igual que, muchos estilos de moda vuelven con el tiempo. Las amistades también. Valdría la pena preguntarse si esa persona ha sumado en tu vida y merece volver a estar en ella. O, por el contrario, no ha dejado ningún valor añadido que valga la pena recuperar. En este último caso, es mejor dejar de lado a este tipo de amistades y no hacer el intento de recuperarlas.
Para la psicóloga Joy Harden Bradford, las personas antes de recuperar una vieja amistad deben tomar en cuenta los cambios que ocurrieron durante el distanciamiento. Puesto que, puede que esa persona ya no es como solía ser. Y, sencillamente termine por ser un total desconocido. También, puede suceder que seas tú quién haya cambiado y ya no compartas los mismos intereses con esa persona.
Se recomienda, entonces, reflexionar sobre por qué terminó la amistad. Esto, ayudará a discernir si vale la pena o no recuperar esa vieja amistad. Además, de darnos una idea de qué tan receptiva puede ser esa persona cuando se haga el intento de un acercamiento.
Debemos cuidar las expectativas que tengamos
Los cambios importantes en la vida pueden afectar una amistad. Los acontecimientos y vicisitudes que vivimos a lo largo de los años afectan de maneras impredecibles nuestras relaciones personales. Haciendo que, sea más fácil o difícil recuperar una vieja amistad.
Hay que considerar que, al retomar contacto con esa persona que tiempo atrás ha salido de nuestras vidas no se puede confiar plenamente en la misma. Ya que, en muchas ocasiones, estamos frente a un verdadero extraño. El cual, pareciera que apenas estás conociendo por primera vez. Es más sabio mantener la guardia, por lo menos al principio. Sobre todo, cuando se intenta recuperar esa vieja amistad. Revelar detalles sobre las relaciones íntimas y financieras, puede abrumar a la otra parte de manera emergente.
Nuestro objetivo debe ser sano
Cuando decidimos recuperar una vieja amistad los motivos que nos impulsan deben ser saludables. Es decir, nuestras razones deben ser en pro de nuestro crecimiento personal y de la otra persona. Recuperar una vieja amistad por otra clase de intereses no es correcto. Para recuperar una amistad perdida se requiere valentía. Ya que, es un proceso bastante arriesgado. Recordemos que, reestablecer una conexión es un proceso de cortejo. En el que hay que resaltar el lado más sincero y ser directo en todos los sentidos.
En caso de que se esté pasando por una experiencia o etapa de vida similar. Es oportuno comunicarse e intercambiar historias y consejos. Esto, cuando se busca recuperar esa vieja amistad. Ese tipo de conversaciones permitirá que haya una conexión genuina. Sin que la intención parezca intrusiva por no decir chismosa. También, hay que tocar temas relacionados con el distanciamiento. Lo cual, que permitirá comenzar la nueva amistad con el pie derecho.
Tantear el terreno es necesario…
Es contraproducente el precipitarse. Si buscas recuperar una vieja amistad, no intentes una entrada triunfal con años de silencio atrás. Lo ideal es acercarse con gestos de bajo riesgo. Una buena estrategia para recuperar una amistad es ponerse en contacto y felicitar a esa persona por algún logro o acontecimiento importante. También, pedir una recomendación que brindará con gusto. Ese tipo de conversaciones breves, ayudarán a evaluar que tan receptiva es la otra persona. De esta manera, podremos preparar el escenario para charlas más personales y significativas para ambos.
Debemos ir lento pero seguro
Es comprensible que se quiera avanzar con rapidez cuando se quiere recuperar una vieja amistad. Sobre todo, cuando se ha establecido el primer contacto. Sin embargo, es recomendable tomarse un tiempo para entrar de nuevo a la vida de una persona. Especialmente, si has tenido una amistad con ella en el pasado.
Si se trata de recuperar una vieja amistad e introducir a esa persona nuevamente al día a día. Entonces, hay que asegurarse que sea una amistad bien consolidada. En la cual, no se vean involucrados terceros. Sobre todo, cuando se presente un problema entre ambos. Los familiares y los círculos de amistades pueden influir directamente. En caso de apresurar el proceso de reintegración, se puede provocar una decepción en el caso de que esa amistad no llegue a florecer.
Debemos estar preparados para cualquier tipo de desenlace
Muchos psicólogos aceptan que en la mayoría de las amistades revividas, el vínculo entre ambas personas no es tan íntimo como antes de la ruptura. Sin embargo, se han observado casos en los que una vieja amistad recuperada incrementa el afecto. Es decir, el cariño se intensifica mucho más tras la reconciliación.
Aunque, este tipo de situaciones luego de recuperar una vieja amistad no ocurren a menudo. En la mayoría de los casos los vínculos jamás vuelven a ser los mismos. No obstante, valen la pena el tiempo y el esfuerzo invertido para ponerse en contacto con esa persona. Ambas partes, deben tener como objetivo que esa vieja amistad continúe y no termine de forma prematura.
Otro resultado posible es que tras intentar recuperar una vieja amistad, esta persona no esté dispuesta. O, no sea capaz de restablecer la conexión por múltiples razones. Las cuales, que pueden llegar a ser personales. Por ejemplo, sentimientos heridos o no resueltos. En muchos casos, las circunstancias no se prestan para ello. Sin importar el resultado, hay que practicar la compasión. Si las cosas no se dan como se han planeado, no se debe culpar a nadie. De esta manera, minimizas el dolor y la pena que puedes llegar a experimentar.