Cuando se habla de afecto, no necesariamente nos referimos al amor, en los grados del mismo podemos variar de lo conocido, lo familiar, lo especial, la amistad, el amor y desde luego el odio, que puede ir desde la indiferencia hasta la agresividad desmedida.
Desde antes de nacer, se sabe que la relación madre-hijo se establece mediante cocteles de neurotransmisores, aquellas sustancias que conectan y desconectan las células cerebrales y por ende todo el tramado de fibras nerviosas que nos expresan los sentimientos.
En el vientre materno tenemos algún grado de desarrollo sensorial del feto, mediante todo lo que sucede en la madre, porque se comparte toda la circulación con algunos filtros, le llegan al hijo por la sangre todas las hormonas, los neurotransmisores de bienestar y malestar, señales de alerta y en ese proceso de desarrollo entra en juego la maduración cerebral y de los órganos vitales, todo esto mediante un proceso elaborado de construcción regido por los genes.
Una madre adicta a sustancias “recreativas” tiene su cerebro estimulado por Dopamina, que permite la búsqueda de los estímulos necesarios, en aumento para obtener placer y bienestar; durante el embarazo el niño puede nacer con adicción a medicamentos o con las drogas recreativas-adictivas, que, si no se trata adecuadamente, pueden matar al recién nacido por los efectos de la supresión brusca de las mismas.
Pero también se pasan en la sangre los tóxicos, el alcohol, la adrenalina del estrés, los otros neurotransmisores de bienestar como la Serotonina, Noradrenalina, oxitocina y morfinas naturales para disminuir el dolor y generar bienestar.
Los centros cerebrales donde trabajan activamente esas sustancias maravillosas, están conectados con la parte racional del cerebro (corteza prefrontal), el cerebro afectivo (sistema límbico), los centros que regulan la expresión corporal de las emociones (sistema nervioso autónomo), y otros más que complementan el desarrollo de lo que sentimos, queremos o rechazamos.
El corazón puede latir de igual manera por rabia que por emoción afectiva positiva como un beso o un orgasmo, la tensión muscular, la sudoración, la producción de hormonas y toda una cascada de otras sustancias que hacen identificar lo que se siente en cualquier momento de la vida.
Uno puede alterar el sueño causando insomnio, bien por un enamoramiento o por una ruptura; de igual manera, la sensación del mismo es percibida diferente, un “desvelo de amor”, no puede ser igual a un trasnocho por infidelidad o sospecha de la misma.
Los centros nerviosos de la felicidad que son sectores de nuestro cerebro límbico, funcionan con el combustible adecuado, el núcleo Accumbens, es reconocido como el centro de la felicidad, y funciona con un neurotransmisor llamado oxitocina, pero conectado por vías especiales donde la Dopamina acelera la búsqueda del placer.
La madre se enamora de su bebé y este de ella porque hay oxitocina producida durante el parto, no porque como dicen las poesías “son sangre de tu sangre”, ninguna mujer se ha enamorado de un tumor del útero, a pesar de que, durante el embarazo, el feto que es un tejido extraño crece y desarrolla de la misma manera que un tumor.
¿Por qué nos enamoramos?
Los procesos afectivos pueden pasar por una estructura de atracción inicial o posterior, conocimiento, empatía, compañía, socialización y beneficio. El amor puede ser en el mejor de los casos un “negocio afectivo”, donde se intercambias desde ideas, hasta la vida misma, que debe ser equiparable, es decir que produzca lo que se da, de igual manera y con la misma cantidad.
Solamente en los procesos anormales de enamoramiento, alguien da más de lo que recibe y se siente compensada, y viceversa. El verdadero sentido afectivo implica una moneda común de igual valor para conseguir igualdad y balance en la relación.

Este artículo te enseñará sobre la fisiología del enamoramiento. Qué pasa en nuestros cerebros cuando nos enamoramos. Sigue leyendo, no te lo pierdas.
El amor a primera vista, puede ser un proceso de conectividad afectiva, donde entran en juego percepciones inconscientes, memorias y falsos reconocimientos. Nos atrae un modo de actuar semejante a alguien conocido, el tono de la voz, el escenario donde sucede el contacto, el acople de una necesidad, bajo el proceso de alguien que lo busca y otro que lo necesita.
Ya el ser humano conscientemente, no percibe el olor natural del otro, las sustancias que son percibidas por el olfato, comunes a los animales (feromonas), que han servido para los procesos de búsqueda de la pareja y el apareamiento, no parecen ser muy importantes, porque nuestro cerebro derivado del olfato (rinencéfalo), es un sistema atrofiado que la publicidad y el marketing lo estimulan mediante esencias y perfumes.
Muchos de los perfumes son complementados con aceites y grasas naturales, algunos extraídos de grasa genital animal, como factor de persistencia al cual se fija la esencia que se quiere perpetuar. Si embargo algunas culturas, son ajenas a los procesos de aseo y baño exagerado para percibir las esencias y sustancias naturales expelidas en el sudor, la secreción vaginal y el olor de áreas cercanas los genitales, tratando de que se pueda tener un olor natural identificable.
El enamoramiento, pasa por un proceso adictivo de momentos, situaciones y conductas que generan la búsqueda, mediada por el neurotransmisor Dopamina, cada vez se hacen necesarios los estímulos en “crescendo” o aumento, lo que desencadena el apego y la necesidad del otro. Inicialmente miradas, sonrisas, postura corporal, galantería, caricias, besos, genitalización y perpetuidad de sentimientos sociales de adherencia complementaria son necesario cada vez más hasta que se satura la relación.
¿Qué hace que uno ame a una persona?
La primera parte de la atracción y enamoramiento, son transitorios, porque los receptores que hemos mencionados saturan los sitios donde actúa, y es muy difícil mantener en el tiempo un proceso de aumento de los mismos receptores, además en personas normales, la corteza prefrontal, nos hace poner los pies en la tierra, y se van generando conductas más acordes con las perspectivas de socialización, como querer seguir en compañía y crear otros procesos más reales que la idealización que ha producido en todo nuestro organismo la acción de los estímulos en el cerebro límbico.
La planeación estratégica, permite continuar con otras sensaciones, con un proceso más lento y menos adherente que el enamoramiento, se quiere vivir con el otro, hay vinculación afectiva y planes para mantener el vínculo, el fenómeno de posesión y de territorialidad se vuelve más fuerte y en condiciones óptimas programar reproducción o no de acuerdo a los reglamentos establecidos por las partes.
Las afinidades son más conscientes y se vuelve a la individualización moderada, sin el apego y la necesidad continua y a toda hora de la otra persona.
En los adolescentes y personas jóvenes donde todavía no ha madurado la corteza prefrontal (más o menos 23 años), los fenómenos de impulsos afectivos, a veces con un tinte de irrealidad o fantasía no permiten evaluar los riesgos y beneficios de una relación afectiva, porque el filtro racional no puede controlar los impulsos del cerebro límbico.
¿Por qué algunas las personas enamoran, consiguen lo que quieren y se van?
Bajo condiciones normales el proceso de búsqueda, se vuelve más intenso cuando hay posibilidad de fracaso, y permite que cada vez, haya una insistencia por resultados, a medida que se produce Dopamina, y no se obtiene lo que se propuso conseguir, se aumentan los receptores que hay que llenar, ese juego de incertidumbre de buscar y la posibilidad de no obtener beneficios o resultados, genera ansiedad, pero también hay saturación de los receptores si no hay una respuesta en el momento adecuado que satisfaga las expectativas individuales.
Alguien en esa reunión te ha insistido tanto y no le has dado aceptaciones pequeñas, termina enamorando a tu mejor amiga y el interés por ti, ya no produce la Dopamina, que genere la emoción suficiente para perder el tiempo sin expectativa de ganar algo.
Entramos a un casino con 100 monedas, no sabemos si vamos a ganar o a perder, esto es lo que genera arriesgar cada vez más para superar la pérdida, en ese proceso si vamos ganando de a poco, el proceso nos lleva a apuestas sucesivas, si a las tres horas hemos arriesgado muchas veces y estamos con el mismo dinero, la emoción desaparece y salimos del sitio sin el ánimo esperado.
Afectivamente en el enamoramiento sucede lo mismo, se necesita asumir la incertidumbre de perder y las ambiciones de ganar, si el proceso de ganar es muy rápido sin generar posibilidades de pérdida, la emoción desaparece y se reinicia de nuevo en otro escenario, buscando el riesgo, como lo hacía Don Juan Tenorio.
Cuando el proceso es muy largo, la relación afectiva necesita ser un juego interesante, lleno de expectativas de incertidumbre de pérdida y de ganancia, lo que permite con inteligencia llegar a la dependencia afectiva con la que terminan siempre en los seres que sellan los compromisos.
La saturación afectiva del enamoramiento debe ser un proceso maduro de cambio, para afirmar la relación, porque la desaturación establece un bajón emocional, el dicho “es mejor tener ganas que quitarlas” tiene su razón de ser en el cerebro.
Pasar de la atracción, el enamoramiento, la obtención de resultados escalonados y mantener el interés en un proceso más elaborado conservando la emoción con la racionalidad, es una construcción de la pareja madura, donde los factores de verdad se consolidan y le dan al afecto seguridad, confianza y persistencia en el tiempo. Cuando uno arriesga con la seguridad absoluta de ganar, se vuelve rico. Un afecto maduro es muy sólido porque no depende de la volatilidad de los factores emocionales.
Las relaciones sexuales, las caricias y el placer de la socialización afectiva está mediada por la producción de la hormona Oxitocina, que genera cada vez confianza en la pareja para perpetuar la relación.
La oxitocina se produce en el cerebro, útero, testículo, ovario y placenta y tiene receptores para su acción a nivel cerebral, glándula mamaria y ovario lo que permite vincular el enamoramiento a la actividad sexual. La risa, el buen humor y los pensamientos positivos generan mayor producción de la hormona, necesaria para disminuir la desconfianza y asegurar las relaciones sociales y afectivas.
Por. Rodrigo Isaza Bermúdez.
Neurólogo clínico.