La agresión sexual es un término integral que incluye cualquier tipo de contacto o comportamiento sexual que ocurre sin el consentimiento explícito del destinatario. Más específicamente, dentro de esta definición entran las actividades sexuales tales como: las relaciones sexuales forzadas, la sodomía forzada, el abuso sexual, el incesto, las caricias o el contacto sexual con o sin penetración y que ocurren mediante la fuerza física, coerción psicológica o debido a que en ese momento la víctima no puede reaccionar porque está bajo los efectos de alguna sustancia, como por ejemplo el alcohol o las drogas. La agresión sexual también ocurre cuando las víctimas no pueden dar su consentimiento o entender las consecuencias de su elección debido a que son menores de edad o tienen alguna discapacidad intelectual que les imposibilita poder comprender la situación en la que se encuentran
Una de las cosas más importantes que debe saber un adolescente es que NO ES CULPABLE del abuso”.
Los estudios han demostrado que de dos tercios a tres cuartos de todas las agresiones sexuales de adolescentes menores, son perpetradas por un conocido o pariente del adolescente. En cambio, en los adolescentes mayores es más común que la agresión se produzca en encuentros sociales, por ejemplo, en una cita. Aunque la agresión sexual ocurre comúnmente entre los estudiantes universitarios y de secundaria, solo aproximadamente la mitad de las víctimas alguna vez le cuentan a alguien lo sucedido.
Con respecto a las denuncias se ha encontrado que tan solo el 10 % de los ataques sexuales son denunciados a las autoridades y las denuncias dependen de la edad, el sexo de la víctima y las circunstancias que rodearon la agresión. Por ejemplo, se ha encontrado que las víctimas adolescentes de violación, que acuden a los departamentos de emergencia, tienen más probabilidades que las víctimas adultas de haber consumido alcohol o drogas y es menos probable que sufran lesiones no genitales durante una violación. Por otra parte, las adolescentes también tienen más probabilidades de retrasar la búsqueda de atención médica después de una agresión sexual, y son menos propensas que las mujeres adultas a presentar cargos cuando se les da la opción de denunciar; y si conocen al perpetrador las denuncias son todavía menos frecuentes. En comparación con las mujeres, las víctimas masculinas denuncian menos una agresión sexual.
Si alguien TOCA a un adolescente de una manera sexual sin su consentimiento, ES ABUSO SEXUAL”.
Además, los adolescentes pueden ser reacios a denunciar porque pueden pensar que no les creerán si cuentan lo sucedido, o les preocupan que sus padres les impidan asistir a eventos sociales o si recuerdan muy poco la agresión debido a que en el momento en que ocurrió estaban bajo los efectos del alcohol o alguna droga recreativa y el sentimiento de culpa los lleva a no comunicar lo sucedido. De hecho, se ha encontrado que más del 40% de las adolescentes víctimas de abuso sexual habían consumido alcohol o estaban bajo los efectos de alguna droga en el momento en que fueron atacados sexualmente.
Percepciones y actitudes de los adolescentes con respecto al abuso sexual
En la mayoría de los casos, los adolescentes suelen presentar sentimientos y pensamientos en los cuales se preguntan ¿qué podrían haber hecho para evitar lo que pasó? “¿Por qué me puse en esa situación?” “Es culpa mía por beber demasiado”. “Es mi culpa por caminar solo hasta mi casa” “Me lo merecía” “Debería haber sabido que esto me podría pasar”. Por esto, es muy importante explorar las percepciones y actitudes que tienen los adolescentes con respecto a los abusos sexuales, ya que en muchos casos pueden sentir que sus acciones contribuyeron al acto de violación y también pueden sentirse confundidos sobre si el incidente fue forzado o si pudo haber habido participación voluntaria en la agresión.
Con respecto a los sentimientos de culpa, se ha encontrado que algunos adolescentes pueden considerar que un comportamiento agresivo por parte de un agresor masculino es algo normal. Un estudio demostró que los adolescentes masculinos y femeninos que vieron una viñeta de relaciones sexuales no deseadas acompañadas de una fotografía de la víctima vestida con ropas provocativas eran más propensos a indicar que la víctima era responsable del comportamiento del agresor, y eran más propensas a ver el comportamiento del hombre como justificado. Sobre estas percepciones, es importante tener claro que un abuso sexual es un abuso. A nivel social, culpar a las víctimas de violación se considera una pieza fundamental de una “cultura de violación” más amplia que contribuye a que el abuso sexual continúe y al mismo tiempo minimiza la responsabilidad de los violadores; además culpar a las victimas agrava aún más el trauma mental y emocional que conlleva el sufrir un abuso sexual.
Reacciones del adolescente
Parte del síndrome de trauma por violación es el trastorno de estrés postraumático, que se produce en hasta el 80 % de las víctimas de violación. El síndrome de trauma de violación se describe como una fase inicial que dura de días a semanas, durante el cual la víctima experimenta incredulidad, ansiedad, miedo, labilidad emocional y culpa. Posteriormente vendrá una fase de reorganización que dura meses e incluso años, durante la cual la víctima pasa por períodos de ajuste, integración y recuperación.
Los estudios han encontrado que los adolescentes víctimas de abuso sexual suelen tener mayores índices de depresión, ideas e intentos de suicidio, autolesiones, trastornos de la conducta alimentaria como anorexia o bulimia y conductas delictivas, especialmente en los hombres. Además, también se ha encontrado que tienen mayor riesgo de presentar problemas de salud mental en la edad adulta como:
- Baja confianza hacia los demás
- Depresión
- Trastornos de ansiedad
- Bajo autoconcepto y problemas de autoestima
- Abuso de alcohol u otras sustancias
- Uso inadecuado de métodos anticonceptivos
- Mayor número de abortos y embarazos,
- Infecciones de transmisión sexual
- Disfunción eréctil en hombres e insatisfacción sexual.
- Las víctimas masculinas suelen presentar fragilidad con respecto a su identidad de género y sentido de masculinidad y confusión sobre su orientación sexual.
De dos tercios a tres cuartos de todas las agresiones sexuales son perpetradas por un conocido o un pariente cercano del adolescente”.
Factores de prevención
Las investigaciones demuestran que el abuso sexual a los adolescentes, por lo general, ocurre en lugares en los cuales suelen pasar la mayor parte de su tiempo, y es perpetrado por personas con las que el adolescente está familiarizado y puede considerar de confianza.
Los perpetradores y las víctimas de agresión sexual pueden ser de cualquier sexo. Por lo tanto, los mensajes de prevención son tanto para hombres como para mujeres, y es importante que sean capaces de identificar y evitar situaciones de alto riesgo como:
- Asistir a fiestas o actividades sociales con personas desconocidas.
- Quedar con extraños con los cuales hayan tenido contacto por internet.
- Evitar caminar solos por la noche.
- Evitar ser fotografiados desnudos, en poses o situaciones explícitamente sexuales.
- Evitar el consumo de drogas.
- Abstenerse o moderar la ingesta de alcohol.
- No aceptar bebidas de extraños.
- No consumir alcohol de un vaso que ha sido dejado por otra persona.
Cuando se ataca sexualmente con uso de sustancias es probable que el abuso sea más grave, y en general este se asocia con agresiones de extraños, mayor daño físico, mayor victimización y mayor probabilidad de violación completa. Si los amigos de las víctimas potenciales no beben, pueden ser capaces de responder de una manera que maximiza la seguridad y minimiza el daño físico y las consecuencias psicológicas. Pero si beben, pueden no notar que está teniendo lugar la agresión.
Se debe advertir a los adolescentes que, si alguna vez son agredidos sexualmente, deben buscar atención médica de inmediato y aceptar una evaluación física que tenga un componente forense. Es importante tener en cuenta que la persona joven puede tener lesiones no genitales, cuyo tratamiento puede ser una prioridad dependiendo de su gravedad.
Los elementos forenses de una evaluación son los que pertenecen a la investigación criminal que ocurre después de que se revela un ataque a los agentes de la ley (por ejemplo, recolección de ADN). El adolescente debe someterse a un examen médico donde se evalúe y se prevenga cualquier lesión, incluidas las lesiones agudas, la probabilidad de exposición a infecciones de transmisión sexual o la posibilidad de un embarazo. Además, se deben abordar problemas de salud mental y de seguridad personal.
Es de suma importancia que los adolescentes sepan que pueden y recibirán la atención médica que necesitan en relación con la agresión, incluso si eligen no someterse a una evaluación médica forense. En los casos en que la presentación de informes no sea obligatoria, se puede informar al adolescente que una evaluación forense no requiere que acepten informar o denunciar al perpetrador.
La recolección de muestras toxicológicas se recomienda cuando la víctima presenta síntomas y signos de uso de sustancias, como por ejemplo, nivel de conciencia fluctuante, inestabilidad fisiológica, intoxicación severa, amnesia o cuando las preocupaciones por una posible participación de drogas son planteadas por el paciente o por las personas que lo acompañan. De ser posible, es muy importante obtener el consentimiento informado antes de la recolección de muestras.
El consentimiento informado puede abordar cuestiones relacionadas con la confidencialidad de la información y los resultados de los exámenes toxicológicos, forenses y médicos, el valor de los resultados para la atención médica inmediata, la influencia del momento de recolección de la muestra en los resultados y las limitaciones de la toxicología para identificar algunas drogas.
Cuando los pacientes han ingerido una sustancia psicoactiva, la confirmación de los detalles del presunto crimen puede necesitar revisión en un momento posterior debido a que su cognición o memoria está temporalmente comprometida. Un estado de conciencia alterado puede complicar el trauma emocional y físico y hacer la evaluación aún más desafiante. Por esto, es muy importante llevar al adolescente a un servicio de urgencias o centro que cuente con profesionales especializados y con experiencia en el abordaje de víctimas de abuso sexual en la adolescencia.
Por: Nancy Castrillón
Licenciada en Psicología / Universidad de San Buenaventura, Medellín – Colombia
Máster en Neurorehabilitación / Universidad Autónoma de Barcelona
Máster en Humanidades /Universidad de Barcelona
Máster en Cronicidad y Dependencia /Universidad Pompeu y Fabra
Contacto: mnancycastrillon@gmail.com
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Referencias
Este artículo forma parte de la traducción: COMMITTEE ON CHILD ABUSE AND NEGLECT, C. O. C. A. A., & COMMITTEE ON ADOLESCENCE, C. O. (2017). Crawford-Jakubiak, J. E., Alderman, E. M., Leventhal, J. M., Care of the Adolescent After an Acute Sexual Assault. Pediatrics, 139(3).