Hablar con un niño o niña no siempre es sencillo, requiere que adecuemos nuestra manera de comunicarnos. Vayamos por partes: esta primera entrega enfatiza en la actitud de escucha, es el paso inicial para apoyar una comunicación más efectiva.
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Considerar al niño como otro ser humano quien merece respeto
Antes que nada recordemos que el niño es una persona, que merece ser tratada con consideración y respeto. Como adultos que poseemos experiencias y mejores recursos, somos los responsables de que la comunicación sea efectiva, y de modificar la manera de comunicarnos las veces que sea necesario.
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Escuchar más y mejor
Nos han enseñado a hablar, a escribir y a calcular… ¿nos enseñaron a escuchar? Escuchar con calidad es, prestar atención exclusiva a lo que nos quiere decir; ¿cómo? me dispongo, de manera neutral, para entender y no para responder inmediatamente, y dirijo todos mis sentidos únicamente a escucharlo.
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Encontrar el momento
El momento para poder escuchar atentamente no se da de manera natural, los adultos solemos tener escasos momentos libres, de modo que debemos generarlos nosotros. Si el niño quiere hablarnos, podemos pedir un instante para pausar o cerrar lo que estamos haciendo o pensando, y hacerlo (rápidamente). Así, él puede percibir que es importante para el otro escucharlo.
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Colocarse a su altura física
Acercar los rostros acorta las distancias y permite: oír mejor, hacer contacto visual, y mostrar con mi cuerpo la predisposición a la escucha atenta. Para el niño, este detalle favorece que perciba el interés por parte del adulto, influyendo positivamente en su autoestima.
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Procurar la empatía
Muchas veces, los niños exponen ideas con los cuales estamos en desacuerdo desde el inicio… sin embargo si estamos interesados en comprenderlos, podemos interpretar lo que les ocurre internamente para hacer ese planteo. Ponernos en su lugar aún cuando no vayamos a darles la razón, favorece el conocimiento del otro y el acercamiento mutuo.
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Practicar la escucha libre de prejuicios
Atender a lo que pensamos –lo que nos decimos a nosotros mismos- mientras el niño hace su relato, nos puede alertar acerca de nuestros prejuicios. Si desestimamos internamente lo que está planteando, nuestro cuerpo mostrará eso mientras lo oímos… este mensaje gestual es percibido por el niño y lo aleja de su intención por profundizar en la comunicación.
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Hacer una parada antes de responder
Aplazar una respuesta puede tener beneficios, entre ellos: que el niño considera que su propuesta tiene importancia, y por ello está siendo considerada, asimismo aprende a tolerar los tiempos de espera y a no exigir soluciones inmediatas. El plazo debe ser lo más breve posible, en relación a la decisión que debemos tomar, y aunque sepamos que vamos a responder “no”, el dilatar levemente el tiempo para hacerlo, demuestra consideración, y es un buen ejemplo para el pequeño.
Les dejo estas propuestas prácticas para aplicar respecto de la escucha, espero que les sea de utilidad y comenten acerca de la experiencia de su aplicación… ¡saludos!