Los trastornos de la alimentación en la infancia son una realidad. Lamentablemente, su presencia entre los pequeños y pequeñas es cada vez mayor, y su inicio se observa desde edades muy tempranas. En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales se plantea desde 2013 que el inicio de la mayoría de estos desórdenes relacionados con la alimentación tienen algún indicio de origen en la infancia.
Son conductas alimentarias
Las conductas alimentarias son la manera de relacionarse con los alimentos y las situaciones relacionadas con la comida. Están influenciadas desde el inicio de la vida por las sensaciones que experimenta el organismo ante la presencia o ausencia del alimento –como la saciedad, la satisfacción o el apetito-, por los pensamientos -voluntarios o automáticos- que acompañan las circunstancias relacionadas con comer, y las diferentes maneras en que se desarrolla cada encuentro con la comida. Organismo, emociones, pensamientos y contexto ponen en juego los modos de vincularse con los alimentos.
Factores que influyen
El ritmo de vida urbano acelera los ritmos de todos para todo, incluyendo la alimentación que suele quedar sin espacio para una verdadera conexión con el deseo de comer y con los procesos de preparación de los alimentos. Asociado a esto, el entorno ofrece modelos poco reales, en medios de comunicación que exhiben el halago y culto a la delgadez extrema, y también la sexualización de las niñas que suele generar confusión en las pequeñas, quienes no entienden si es realmente importante ocuparse de la escuela y jugar, o deberían estar atentas a mostrarse arregladas, simpáticas y sexis exhibiendo el hombro con la blusa de la nueva temporada de una marca de indumentaria de mujer que tiene su colección de diseños para niñas.
Si te colocas imaginariamente en medio de este panorama, haciendo un ejercicio de empatía con un niño, podrías sumar a esta gran contradicción tantas publicidades divertidas y pegadizas que exponen la necesidad de consumir una bebida azucarada, una galleta, un snack frito y salado, varias golosina o chuches, para generar estados de felicidad en la infancia. ¡Vaya cóctel de información para digerir!
Un trastorno de la conducta alimentaria puede advertirse
Es la actitud y la manera de comportarse en la ingesta de alimentos, lo que puede brindar pistas acerca de la posibilidad de la presencia de un trastorno de este tipo. Con información adecuada, se tienen nuevas gafas para observar algunas características que podrían alertar. El diagnóstico concreto y final solo está en manos de un especialista de la salud mental infantil.
Algunas pistas
En el DSM-5 se describen los siguientes trastornos alimentarios y de la ingesta de alimentos, he aquí una sencilla descripción de cada uno de ellos en un lenguaje corriente:
Pica
Es cuando se ingieren en forma persistente sustancias que no son nutritivas ni alimentarias. Ejemplos de esto son yeso, tierra, revoque, cabello, papel, entre otros. En general se aguarda a los dos años para el diagnóstico, de modo que no se trate del hábito de llevarse cosas a la boca que ocurre hasta esa edad. No se trata de un mecanismo para evitar incorporar calorías, como en la anorexia nerviosa.
Rumiación
Ocurre cuando el alimento que se ingiere es devuelto a la boca y vuelto a masticar, para luego tragarse o escupirse. Igual que en el caso anterior, no se realiza exclusivamente para eliminar las calorías de lo ingerido.
Evitación/restricción de la ingesta de alimentos
Es cuando desde siempre se ha mostrado poco interés por los alimentos, o se ha aceptado una escasa variedad, y por ello existe una deficiencia nutricional, o una marcada dificultad para ganar peso y crecer como es esperado. Muchas veces se depende de suplementos alimentarios por vía oral o estimulantes del apetito médicos para provocar sensación de hambre. Y se limitan las reuniones o actividades en las que hay comidas, como ir a restaurantes o cumpleaños, a causa de estas restricciones. El desinterés no es ocasionado por temor a engordar.
Anorexia nerviosa
Ocurre cuando se ingieren muchas menos calorías que las necesarias, lo que genera un descenso de peso por debajo de lo normal. Hay temor a engordar, y la persona ve en su cuerpo una gordura o exceso de peso que no observan los demás. Existe una imagen corporal distorsionada, y una valoración del bajo peso como importantísimo. Para lograr el bajo peso o mantenerlo también se recurre al ejercicio excesivo, a la provocación del vómito o al consumo de diuréticos y laxantes en forma desmedida.
Bulimia nerviosa
Ocurre cuando hay momentos en los que se come una gran cantidad de alimentos, o la persona tiene sensación de descontrol mientras los ingiere. Para compensar estos descontroles, se autoprovoca el vómito o se recurre a ejercicio excesivo, o al uso de laxantes, diuréticos o purgantes. A veces se evita comer luego, o se ingiere solo agua o líquidos como forma de reparar el desborde. Se le da mucha importancia al peso corporal dentro de la evaluación de sí mismo.
Atracón
Similar a la bulimia nerviosa, ocurre al ingerir una gran cantidad de alimento en poco tiempo, o con la sensación de descontrol. No hay conductas reparadoras o compensatorias, sin embargo, lleva a limitarse en reuniones sociales en las que haya alimentos, y muchas veces a comer en soledad por la vergüenza que produce esta manera de comportarse ante los alimentos descontrolada, o el sentirse angustiado luego de haber comido.
Es posible resolverlos
Cuando estas perturbaciones se detectan y tratan a tiempo y de manera apropiada –habitualmente en equipo de salud multidisciplinar y psicoterapéutico- su recuperación puede ser total, mientras que cuando no son diagnosticados oportunamente generalmente se instalan como conductas alimentarias disfuncionales que pueden afectar en forma permanente la relación con los alimentos.
Comprendiendo esto, queda claro que está en manos de los adultos que tienen niños a cargo, el poder de detectar en forma temprana aquellas señales que podrían estar mostrando alguna alteración en la conducta alimentaria para ocuparse de ello y prevenir así que se transformen en crónicos.
Informarse para poder atender a las señales de alguna dificultad en la alimentación de los niños puede evitar que sean un problema para toda la vida.
Referencias
Fuente de consulta especializada: Asociación Americana de Psiquiatría, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), 5ª Ed.Arlington. VA, Asociación Americana de Psiquiatría, 2014.
Por: Lic. Marcela Monte
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Licenciada en Psicología
Universidad Nacional de San Luis / Argentina
Psicoterapeuta Cognitivo – Conductual Infantil
Contacto: info@infantopsicologia.com