La mayoría de personas que son vistas por otros como exitosas, no han nacido con una estrella refulgente, ni son inherentemente talentosas, suertudas o tienen buen karma.
Los talentos se trabajan y se moldean con el tiempo. En palabras de Umberto Eco: “La genialidad es 10 % inspiración y 90 % transpiración”. El miedo al fracaso afecta más a las personas novatas y sin mucha experiencia. Esto sucede porque al comenzar su desempeño en el campo (laboral, académico, artístico, etc.) es muy probable que las equivocaciones o rechazos iniciales sean interpretados como señales de no contar con habilidades y competencias necesarias para salir bien librados en el oficio para el que se han preparado. Desafortunadamente muchos abandonan sus proyectos, sin darse las oportunidades necesarias.
Y, es que en realidad no es el rechazo o la indiferencia ante nuestro desempeño lo que nos hace sentir tan mal. Más bien, es la interpretación que hacemos de esa situación de desprecio o fracaso. Por ejemplo, si un joven pintor ve la poca acogida que tienen sus obras como una señal inequívoca de que no está bien capacitado o no tiene “talento”, esto puede generarle tanto dolor e inseguridad, que incluso lo hace alejarse de su vocación artística.
Para hablarles de éxito, es fundamental que les mencione los dos tipos de mentalidad que marcan decididamente nuestro nivel de desempeño en la vida. Una psicóloga, investigadora de la Universidad de Stanford, llamada Carol Dweck señala que existen dos posturas personales o ideas preconcebidas que influyen decididamente en nuestras posibilidades de éxito y crecimiento como personas. Por un lado, está la mentalidad fija, y por otro, la mentalidad de crecimiento.
(Vídeo disponible con subtítulos en español)
Muchos creen que su éxito se basa en una capacidad innata; de este tipo de personas, se cree que tienen una teoría “fija” de la inteligencia (mentalidad fija).
Otras muchas personas están convencidas de que su éxito se basa en el trabajo duro, el aprendizaje, la formación y la tenacidad, entendiendo esto como una “mentalidad de crecimiento”.
Gran parte de la población no es consciente de su propia forma de pensar, pero esta manera de procesar los pensamientos podemos descubrirla al fijarnos en la manera en que la gente reacciona y cómo se comporta frente a los retos y las adversidades. Es especialmente visible en la reacción que se tiene ante los fracasos y frente al rechazo o la indiferencia.
Quienes tienen una mentalidad fija interpretan el fracaso como una clara señal de que no son talentosos y no cuentan con las habilidades necesarias para tener éxito (y probablemente nunca lo tendrán). Cuando las personas que tienen una mentalidad fija experimentan el rechazo o la crítica de los demás, suelen quedar paralizadas y marcadas por dicho fracaso e infortunadamente, muy a menudo, se dan por vencidas, perdiendo grandes posibilidades de crecimiento personal y vocacional.
Una cosa muy diferente les ocurre a las personas que tienen una mentalidad de crecimiento. Para estos, el fracaso indica que no pusieron el esfuerzo necesario para llevar a buen término su proyecto. Entonces, cuando las personas con mentalidad de crecimiento experimentan el odioso rechazo, en lugar de marginarse, rendirse y autoexcluirse, aumentan sus esfuerzos y se concentran en mejorar los resultados. Trabajan con mayor dedicación, se retan, lo que a su vez aumenta sus posibilidades de tener éxito en el futuro y mejorar ostensiblemente su reputación.
Aquí hay algo importante para que tengamos en cuenta: la gente con mentalidad de crecimiento considera que el rechazo y el fracaso no solo son una parte necesaria del trayecto, sino también, un elemento beneficioso muy ligado a la experiencia que con el tiempo genera retroalimentación y mayor seguridad. Para este tipo de personas, el rechazo es la llama que se emplea para ir moldeando las habilidades y competencias.
Por esto es fundamental modificar nuestra mentalidad, si es que la tenemos fija. Contrariamente a las creencias populares, el cerebro tiene una gran plasticidad. Se vuelve a cablear constantemente, cerrando vías obsoletas y agregando otras nuevas. Entonces, de acuerdo con la ciencia del cerebro, todos podemos mejorar nuestras habilidades en este aspecto, si realmente estamos dispuestos a trabajar en ello.
Si deseamos dejar de quedarnos paralizados y devastados por las fallas que cometemos y por el rechazo, valdría la pena que adoptáramos una mentalidad de crecimiento. Para ello les comparto seis sugerencias que podrían ayudarte:
- Busca más adentro que afuera (recurre a tus motivaciones internas y no en el qué dirán): Se ha visto que quienes tienen una mentalidad fija, andan buscando la aprobación de los demás, porque es solo a través de la mirada de los otros que consiguen validar su talento. Quieren “mostrar” talento, no buscan superarse a sí mismas y mejorarlo. Piensa lo siguiente: si la razón fundamental por la que deseas tener éxito, es la obtención del beneplácito de los otros, estás preparando el camino para pincharte con muchas espinas. Entonces, cuando en algún momento llegue el golpe del desprecio, las críticas o la indiferencia ante tu desempeño, intenta recordarte a ti mismo que te dedicas a lo que te dedicas, ante todo, porque te nace, porque te seduce o porque amas hacerlo. Es muy importante que establezcas una relación íntima con tu verdadera motivación y aprendas a disfrutar de los procesos. Maneja las cosas desde tu locus de control interno.
- Conócete a ti mismo e identifica los problemas. Sé consciente del tipo de mentalidad que manejas: El primer requisito para encarar cualquier tipo de problema es la identificación clara del mismo y las circunstancias que lo rodean. Si deseas cambiar tu forma de pensar, tienes que estar atento e identificar si estás posicionado en una mentalidad fija. Y sí es así, trabaja para cambiarla por una mentalidad de crecimiento o desarrollo. Por ejemplo, una fotógrafa de mediana edad podría obtener un rechazo por tercera vez para una convocatoria y pensar: “Tal vez sea demasiado vieja para que me den un espacio en la galería de arte. Mejor lo dejo aquí y me dedico a otra cosa”. Pero, si en ese momento la persona detiene el pensamiento e identifica la manera como está pensando, entonces podrá responderse a sí misma de la siguiente manera: “Intentaré una vez más, no soy tan vieja como para perfeccionar esta habilidad. Además, tengo más experiencia que mucha gente joven y puedo tener una mirada diferente”.
- Concéntrate en el proceso, no en los resultados finales: Recuerda que cada vez que lo intentas, cada vez que disfrutas aprendiendo un detalle que se te había pasado por alto, cada vez que dices: “Empecemos de nuevo” o “sigamos hasta terminar”, estás construyendo un fabuloso andamiaje para que tu carrera se sostenga y puedas caminar con seguridad hasta encontrarte con el éxito y la satisfacción de haber recorrido bien tu camino. Con la perseverancia, la paciencia, la disciplina, la pasión de intentarlo y disfrutar el desarrollo de tu proyecto personal, la autoeficacia y la autoestima se verán beneficiadas. Haz lo mismo cuando experimentes el fracaso. Recuérdate que algún día en el futuro, cuando finalmente hagas una pausa, tu trabajo continuado traerá consigo un arsenal de habilidades (incluida una piel gruesa) para ayudarte a navegar en la incertidumbre, sin sentir que vas a desfallecer.
- Déjate seducir por el poder de creer que puedes mejorar: Hay quienes, según palabras de Carol Dweck, en lugar de avanzar y prosperar con la ayuda del poder del “todavía tengo que trabajar para lograrlo” se quedaron atrapados en la tiranía del “ahora tengo que conseguirlo a como dé lugar”. En ese último caso, si son estudiantes, por ejemplo, lo que harán es hacer trampa para obtener buenas calificaciones, en lugar de estudiar más a fondo y esforzarse si perdieron una prueba. Otra estrategia que suelen emplear tras el fracaso, es fijarse en la lista de resultados de exámenes y detenerse a mirar quienes obtuvieron las peores calificaciones para sentirse mejor con ellos mismos. Aquí se aplica la frase: “mal de muchos, consuelo de tontos”. Muchas investigaciones muestran que las personas con esta mentalidad fija suelen huir del error. No se ocupan de él, así que renuncian a dar una solución realista y comprometida que les asegure el éxito en una futura prueba. Por el contrario, las personas que se enfrentan con madurez a los errores, y tienen una mentalidad de desarrollo o crecimiento, están convencidos de que las habilidades en el ser humano se pueden desarrollar. Se involucran a fondo y sus cerebros no dejan de pensar en el “todavía” se puede mejorar. Asumen un verdadero compromiso, saben procesar los errores y aprenden de ellos para corregirlos. Te aconsejo que la próxima vez que alguien rechace tu trabajo, no lo interpretes como una prueba irrefutable de que eres un desastre en ese campo. En lugar de eso, piensa que el fracaso que tuviste significa que tu trabajo todavía no está a punto y te falta un poco más de experiencia y capacitación para conseguir esos resultados que anhelas. Date cuenta de que tan solo la adición del “todavía falta algo de trabajo” cambia el significado y te transmite un sentido de esperanza.
- Expande tus horizontes mentales: Si tenemos en cuenta que nuestro cerebro tiene la capacidad de modificarse cuando desarrollamos nuevos esquemas de pensamiento, podemos decir que nuestra mentalidad también puede reconfigurarse. La neuroplasticidad es la capacidad de las células cerebrales para cambiar en respuesta a factores intrínsecos y extrínsecos, puede tener una influencia negativa o positiva en cualquier edad a lo largo de toda la vida. ¿Cómo pueden influirse estos factores en el contexto clínico? De acuerdo con el cambio creciente, en el enfoque de la enfermedad hacia lo que maximiza el bienestar, los psicólogos están entrenados de manera única para usar técnicas de comportamiento basadas en la evidencia como métodos efectivos para impulsar la neuroplasticidad en una dirección positiva. El cerebro se contrae con el empobrecimiento y crece en un ambiente enriquecido a cualquier edad, según resultados de la investigadora María Diamond (madre de la neuroplasticidad). Los hallazgos recientes en neurociencia señalan claramente el potencial que tenemos cada uno de nosotros para mejorar la plasticidad cerebral. Esto puede dar a los humanos una esperanza sin precedentes de poder y éxito personal, en donde se incluyen mejores químicas, anatómicas y de rendimiento. Algunas personas aumentan su probabilidad de retener la arquitectura y el rendimiento del cerebro mientras prosperan en la esperanza, el propósito y la perseverancia en búsqueda de sus metas. Mientras que otros mantienen “más estereotipos de edades, más tempranas en la vida” y manejan un pensamiento fijo con el desafortunado resultado de “una pérdida de volumen de algunas áreas cerebrales importantes como el hipocampo. Si aprendemos que nuestro cerebro puede cambiar con la modificación de nuestras ideas, hábitos, y con la inclusión de relaciones interpersonales de calidad, seremos capaces de adoptar una mentalidad de crecimiento en diferentes áreas de nuestra vida. Esto a su vez aumenta la motivación y nos hace más resistentes al fracaso. Si no sabemos como modificar nuestra manera de pensar, podemos contar con especialistas en salud mental que nos facilitarán este camino hacia una vida más plena.
- Exalta a otras personas por su esfuerzo: Además de cambiar tu propia mentalidad, considera ayudar a los que te rodean a cambiar la suya, de ser necesario. Recuerda que cuando un niño obtiene un logro importante para su edad y condición, y sus padres y hermanos dicen: —¡Eres todo un genio!, sin darse cuenta, lo están alentando a desarrollar una mentalidad fija. Pero si en cambio los padres le dicen: —“Felicitaciones, debes haberte esforzado mucho y estar muy atento en tus clases”, estarán fomentando una mentalidad de crecimiento o desarrollo. Los estudios en este campo nos advierten que elogiar a los niños por el esfuerzo que realizan (no por su talento inherente) les va a ayudar de manera importante a enfrentar el futuro fracaso y mejora en su rendimiento, autoeficacia y autoestima. Entonces, la próxima vez que decidas elogiar a alguien por sus logros, resalta siempre su esfuerzo y dedicación para conseguirlos, no su talento innato.
La mentalidad de crecimiento se adquiere con la práctica. Pero si te centras en la satisfacción que te produce lo que vas realizando día a día, más que en los resultados, te vas a volver más fuerte frente al miedo a ser criticado o a fracasar. La práctica para conseguir las metas se refleja en la famosa frase de Michael Jordan: “He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mí para tomar el tiro que ganaba el juego y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y eso es por lo que tengo éxito”. Lo anterior no significa que el próximo rechazo que recibas en tu vida no te resulte doloroso, pero sí significa que ese rechazo te resultará menos dañino. Y, lo más importante, significa que el rechazo no será un obstáculo para que sigas adelante. Como dice la psicóloga Melissa Burkley, no te encuentras limitado por lo que puedes hacer. Solo estás limitado por lo que crees que puedes o no puedes hacer. Es tu mentalidad lo que en verdad cuenta.
Por: Dra. Iris Luna
Médico Psiquiatra – Máster en Nutrición
Especialista en Sobrepeso y Obesidad
https://www.facebook.com/iris.luna.oficial
Contacto: iluna@phronesisvirtual.com
Bibliografía
- Las percepciones negativas del envejecimiento predicen un declive longitudinal en la función cognitiva.Robertson DA, King-Kallimanis BL, Kenny R; Psychol Envejecimiento. 2016 febrero; 31 (1): 71-81.
- Abuhamden S., Csikszentmihalyi M. (2012). La importancia del desafío para el disfrute de actividades intrínsecamente motivadas y dirigidas por objetivos. Soc. Psychol. Toro. 38 317–330. 10.1177 / 0146167211427147
- Joyce Shaffer; Neuroplasticidad y práctica clínica: Desarrollando el poder del cerebro para la salud. Frente Psychol. 2016; 7: 1118. Publicado en línea el 26 de julio de 2016
- O’Keefe PA, Dweck CS, Walton GM. Teorías implícitas de interés: ¿Encontrar tu pasión, o desarrollarla? Psychol Sci . Octubre de 2018; 29 (10): 1653-1664