El estrés diario puede repercutir más de lo que pensamos en nuestra capacidad de desenvolvernos apropiadamente en tareas sencillas.
El exceso de tensión que acumulamos por falta de descanso o preocupaciones desmedidas afecta nuestra concentración, reduce nuestro nivel de productividad y va mermando nuestro estado de ánimo haciéndonos vulnerables a crisis de nervios, irritabilidad y hostilidad hacia los demás.
La fatiga mental es un estado de agotamiento tanto mental como físico. Si bien no alcanza la gravedad de la fatiga crónica (que no se remedia ni siquiera con descanso), la fatiga mental debe tratarse de forma más integral que el mero cansancio físico ya que no se trata solo de un estado de debilitamiento corporal sino también de una fragilidad emocional importante.
Causas y síntomas de la fatiga mental
Las causas de la fatiga se vinculan principalmente a sobreexigencias de tipo intelectual. Es una experiencia común en personas que trabajan en entornos laborales de alta demanda reflexiva, donde es necesario ejercitar el razonamiento lógico, la resolución de problemas y la memoria.
Algunas personas son propensas a somatizar la fatiga mental — de la misma forma en que pueden ser propensas a somatizar sus emociones negativas —. Cuando esto ocurre, la fatiga deja de ser un fenómeno limitado a las funciones cognitivas para convertirse también en una sensación de agotamiento físico.
Los síntomas que produce la fatiga mental dentro de su alcance cognitivo incluyen:
- Irritabilidad
- Cambios de humor bruscos
- Problemas para dormir
- Episodios de depresión
Cuando la fatiga se somatiza, las alteraciones reciben el nombre de psicosomáticas y pueden involucrar:
- Dolores de cabeza
- Alteraciones cardíacas
- Problemas estomacales y digestivos
- Náuseas
- Dolores musculares
- Mareos
Muchas veces, la fatiga resulta en una condición fácilmente reconocible para quienes rodean a la persona afectada más que para ella misma. El comportamiento de quienes sufren de fatiga mental suele tornarse excesivamente hostil debido a los altos niveles de irritabilidad que produce el debilitamiento emocional.
Incluso cuando no existe justificación para conducirse de forma agresiva hacia los demás, la persona mentalmente fatigada puede recurrir a esto como mecanismo psicológico para defenderse de su propio agotamiento. Este fenómeno afecta principalmente a la familia.
¿Cómo lidiar con la fatiga mental?
La Asociación Americana de Psicología (APA) reconoce la fatiga mental como uno de los factores que influyen en el desarrollo del síndrome del burnout, el cual se caracteriza por cansancio emocional y actitudes y sentimientos negativos hacia los compañeros de trabajo y la ocupación laboral.
Para prevenir el síndrome del burnout, la APA recomienda seguir algunos consejos sencillos que aplican de forma igualmente conveniente a la prevención de la fatiga mental.
Evalúa con honestidad tus hábitos
Todos nos caracterizamos en el entorno laboral por una serie de comportamientos distintivos. Podemos ser esa persona que siempre asume la responsabilidad por mucho más de lo que le corresponde o esa persona que acostumbra dejar las tareas importantes para último minuto.
Estos hábitos determinan nuestra higiene mental porque hacen que tengamos más o menos tiempo para descansar del que nuestro cuerpo y nuestro intelecto necesitan.
Para reconocer objetivamente y con bases sólidas tu patrón de hábitos laborales, echa un vistazo a tu agenda y analiza tu lista de tareas por hacer. Puede que te sorprenda y haga despertar el modo en que has estado organizando tu vida.
Traza un plan hacia la meta
Puede que tengas claro cuál es tu destino final, pero eso no significa que navegues con el viento a favor.
Hacer un plan y seguirlo te garantiza tranquilidad, autocontrol, períodos de descanso y altas probabilidades de éxito. Cuando se trata de alcanzar metas, ser espontáneo no es muy buena idea; de hecho, dejarlo todo en manos de la fortuna es una forma de auto sabotear tus propósitos.
Recuerda: no eres una isla
Aristóteles decía que el ser humano era por naturaleza una criatura social y que aquel que encontrara un placer exorbitante en el propio encierro y alejamiento de los demás tenía que ser algún tipo de Dios o algún tipo de bestia.
Aunque suene un poco drástico, Aristóteles tenía razón. La psicología, la sociología y la antropología nos han enseñado lo suficiente para comprender que necesitamos de los demás, no solo por un concepto histórico y primitivo de supervivencia colectiva; necesitamos de los demás por bienestar emocional, porque es importante para nosotros que alguien nos escuche.
La APA aconseja que en momentos de sumo estrés recurramos a un amigo cercano o a un familiar para evitar vernos prisioneros de nuestra propia mente. Compartir con ellos nuestros problemas o simplemente salir a tomar una taza de café nos ayuda a sumergirnos en el mundo y descansar la mente.
Haz cambios cuando sea necesario
Si resulta posible y viable para ti realizar modificaciones en tu entorno laboral, como un traslado de puesto o un cambio de trabajo, hazlo. Tu mente y tu cuerpo son entidades que se integran y complementan entre sí para comunicarte cuando es momento de hacer cambios en tu vida.
A menudo ocurre que ya hemos asimilado nuestras circunstancias actuales como una condición que no deseamos y que nos perjudica interna y externamente, pero no hacemos nada para cambiarlas por un principio de comodidad y temor a lo desconocido.
Se trate o no de cambios radicales, es positivo reflexionar acerca de ellos y preguntarnos cómo podría mejorar nuestra vida si las cosas fueran distintas.
Referencias: APA | Universitat de Valencia