Escuchar palabras de aliento a tu vida de parte los demás siempre es reconfortante y nos hace sentir valorados, ¿pero qué hay del derecho (y deber) natural de motivarnos a nosotros mismos cada día? ¿Por qué tendemos a apreciar los cumplidos y expresiones de afecto de otras personas mientras, interiormente, nos hablamos de forma tan severa cada vez que cometemos un error?
Si eres de los que acostumbra ser demasiado autoexigente y te gustaría aprender a convivir de forma más gentil contigo mismo, este artículo es para ti. A continuación, hallarás una selección de mensajes positivos que todos deberíamos repetirnos a diario para no olvidar que somos nuestro mejor aliado, que todo lo que sucede en el exterior es un espejo de nuestro mundo interior.
1. “Lo estoy haciendo bien”
¿Cuándo fue la última vez que te recordaste a ti mismo que vas por buen camino? ¿Que tomaste la decisión correcta? ¿Que fuiste maduro, inteligente o bondadoso?
Los reconocimientos no tienen por qué aguardar hasta la recta final de la última carrera, felicitarte a ti mismo y darte ánimos es válido en cualquier momento, e incluso puede influir positivamente sobre tu desempeño haciendo que descubras un potencial oculto.
2. “Yo creo en mí. Creo en lo que soy capaz de lograr”
No esperes la valoración de los demás: si crees que eres capaz de hacer algo, ya has recorrido la mitad del camino, el resto consiste en seguir andando hasta llegar.
Aprende a identificar y resaltar tus propias virtudes, a hablarte a ti mismo de ellas al oído cuando el mundo entero dude de tus capacidades. Al fin y al cabo, lo que tú creas tiene más impacto en el rumbo que tomen las cosas que la opinión de quienes desconocen tu espíritu y, aún así, se atreven a juzgarte.
3. “Merezco ser feliz cada día de mi vida”
No viniste al mundo a cumplir con un horario laboral de ocho a cinco, a pasarte la vida cancelando deudas o abonando por cuotas a la tarjeta de crédito para que no te embarguen la casa. Todo eso no es más que el espejismo de una vida sintética, pre fabricada y comercializada a grandes voces para enriquecer a unos y empobrecer a otros.
Recuérdate a ti mismo cada día que estás más allá de las superficialidades, que sabes distinguir entre las cosas que tienen valor y las que sólo tienen un precio, y que sin importar lo que pase elegirás siempre tu felicidad porque eres fiel a ti mismo, a tu condición de humano y no de objeto.
4. “No soy una víctima de mis circunstancias, soy lo que decido hacer con ellas”
Si has atravesado momentos difíciles recientemente, no olvides recordarte a ti mismo que tus circunstancias de vida no te hacen inferior a nadie, no te restan valía ni dictan tu calidad de persona. Es la voluntad para ponerte de pie y resurgir lo que habla de tu potencial; convierte esta afirmación en uno de tus principios innegociables y ninguna marea derribará tu fortaleza.
5. “Soy perfecto (a) tal y como soy”
¿Cuántas veces al día te recuerdas a ti mismo lo apuesto, fuerte y valiente que eres? O bien: ¿cuántas veces al día te descubres a ti mismo queriendo parecerte a otra persona?
Si te ocurre lo segundo demasiado seguido, es momento de dejar a un lado la idea errónea de que necesitas parecerte a alguien para ser feliz, más exitoso, más deseado por el sexo opuesto, o más digno. Eres perfecto tal y como eres, no existe persona sobre la tierra que pueda ser igual a ti y eso representa, en sí, un triunfo del que vale la pena ser consciente.
Recita con orgullo lo mucho que te gustan tus ojos, tu nariz, tus orejas, lo bueno que eres organizando cosas, jugando dominó o planificando tu agenda semanal. ¿Por qué no habrías de hacerlo? ¿Por qué admirar únicamente las facultades de los demás cuando tú mismo eres tu mayor triunfo, tu logro más grande?
6. “Todos los días son una oportunidad para cumplir mis sueños”
Procura recordarte que ningún día de tu vida está en pre venta, que eres el único dueño de tus botas y que solo tú decides por dónde caminar. Sin importar las obligaciones y compromisos que hayas podido adquirir con otras personas, no olvides que no hay prioridad más importante que tu propia felicidad, que alcanzar ese punto donde puedas irte a la cama por la noche y sentirte satisfecho porque, pase lo que pase al día siguiente, diste lo mejor de ti para construir una vida digna de ser vivida, digna de amor.
7. “Dejo ir lo que me lastima y conservo lo que me fortalece”
Cuando los vestigios del pasado amenacen con robarte la calma de nuevo, recuerda que tú decides lo que ha de permanecer y lo que ha de ser expulsado de tu vida. Toma el control de tus pensamientos y desecha el recuerdo de episodios negativos y personas que no han demostrado merecer tu bien más preciado: tiempo.
8. “Todo lo que me proponga inevitablemente sucederá si lo hago con pasión, perseverancia y esfuerzo”
Ante los momentos de duda y falta de ilusión, recuérdate a ti mismo que todo lo que seas capaz de imaginar y planificar es susceptible de convertirse en una realidad si acompañas el deseo de pasión, constancia y trabajo. ¡Enciéndete y avanza! El cielo es el límite para quienes se atreven a ir más allá.
Referencias:
http://www.elartedesabervivir.com